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«A falta de un año para las elecciones autonómicas». Así, al tercer párrafo, desterraba Alfonso Fernández Mañueco los cálculos de un adelanto electoral ... que no se contempla en la planta noble de la Junta de Castilla y León. Y sin embargo esa misma frase servía para inaugurar, con este prematuro debate de política general de la comunidad autónoma, la precampaña electoral. Con tres ejes argumentales. El primero, Castilla y León funciona y es líder en dependencia, en educación y está en el podio en sanidad, además de haber mejorado sus cifras industriales y de empleo. En defender este argumento invirtió Mañueco la mayor parte de su intervención. El segundo, lo que no funciona es porque el Gobierno falta a sus obligaciones, como una financiación autonómica justa, una política hidráulica, la expansión de la cobertura 5G y la TDT «a todos los rincones de Castilla y León», la carencia de médicos… Y el tercero, los anuncios. Lo que vendrían a ser las promesas preelectorales.
En este caso, promesas de mecha corta. Porque la idea es poner muchas de ellas en marcha casi inmediatamente, lo antes que permita la tramitación. Con la actividad legislativa demediada por falta de quórum, centrada casi en exclusiva en las proposiciones de ley de la oposición, a la Junta de Mañueco le queda la gestión pura y dura. Y por ahí llegaron los anuncios. Porque no hay presupuestos, pero sí unas cuentas saneadas que permiten acometer algunos gastos e inversiones. Entre los movimientos más inmediatos, la gratuidad del transporte metropolitano que depende de la Junta, así como el interurbano. O la compra de seis helicópteros medicalizados y 14 ambulancias más para que haya un helicóptero por provincia y uno más en El Bierzo. O un 'bono extraescolares' de 200 euros por menor de 4 a 12 años. Ayudas a quienes abran un comercio en municipios de menor de 200 y 1.000 habitantes. Y de 10.000 a 20.000 euros para los autónomos que se hagan cargo de un negocio cuyo titular se jubile o esté cerca de hacerlo.
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En vista del pacto de Carlos Mazón con Vox en la Comunidad Valenciana, y de los acercamientos PP-Vox en Murcia o Aragón, con los presupuestos como objetivo y el plácet de la dirección nacional del PP, quedaba por saber si Mañueco compraría el 'pack Vox' como lo han hecho esos otros barones. Aunque sea para empezar a allanar el camino a las cuentas de 2026. Y la conclusión es que de momento no. De hecho, las críticas al pacto verde europeo las asumió como éxito propio del PP. «Nuestro trabajo ha contribuido a que Europa reconduzca el Pacto Verde y facilite la transición justa, compatible con el desarrollo económico y sin poner en riesgo el empleo» de la automoción, presumió. Y en cuanto a la inmigración, el reparto de menores no acompañados y demás, nada. Ni una palabra en todo el discurso. La única referencia leve, y tangencial, fue cuando se refirió a la ruptura del pacto de Gobierno, que achacó una vez más a una decisión unilateral de Vox. «Cuando apenas culminábamos el ecuador de la legislatura y el Gobierno funcionaba bien, como ambas partes reconocíamos, esa fuerza política lo rompió de manera unilateral e injustificada. Algo inexplicable para la gran mayoría de castellanos y leoneses porque tal ruptura sólo obedecía a los dictados de sus dirigentes de Madrid».
Lo de «esa fuerza política» de la que usted me habla empieza a ser un clásico. Tal y como hicieron el propio Mañueco y su jefe de filas, Alberto Núñez Feijóo, en el acto político celebrado en Serrada semanas atrás, a Vox no se le menciona, solo se le alude. «Nos preocupa que otros partidos asuman iniciativas de líderes internacionales que perjudican gravemente a nuestra industria y a nuestros agricultores y ganaderos», por ejemplo.
Una actitud que contrasta con el brindis a un «diálogo» con las demás fuerzas políticas. «Voy a abrir una nueva ronda de consultas», anunció. No es que los resultados de las últimas rondas de contactos hayan sido muy halagüeños, pero Mañueco puso sobre la mesa algunos de los asuntos que quiere llevar, por si acaso se ablanda alguna postura: presupuestos, financiación autonómica, infraestructuras, corredor Atlántico, sanidad, violencia de género y política agraria común. Previa a la invitación había repartido, sin embargo, una mano de recados a todo el hemiciclo. Porque incluso en una jornada como esta, en la que alcaldes y presidentes de diputaciones y otros cargos arropan al presidente de la Junta, es evidente que todo el hemiciclo es oposición: Vox, PSOE, Soria ¡Ya!, UPL, Por Ávila, Unidas Podemos y Francisco Igea. Así que empezó por decir lo que le preocupa de sus compañeros de parlamento. Del PSOE, «que sean defensores de esas políticas del Gobierno entral que atentan contra la igualdad y la Constitución». De Vox, lo ya mencionado sobre el trumpismo de los de Santiago Abascal. De UPL, Soria ¡Ya! y Por Ávila, que se abonen «al victimismo, al enfrentamiento territorial y el agravio comparativo». Y de Unidas Podemos y Francisco Igea, «que están de salida y los intereses de Castilla y León les resulten lejanos».
Tortazo y caricia, crítica e invitación al diálogo, todo en uno. Una táctica, la de Mañueco, que denota que queda un año con poca actividad legislativa, mucha pelea dialéctica, enfrentamiento con el Gobierno central y medidas que lleven al PP a mejorar unos resultados que le hagan gobernar sin depender, por primera vez en dos legislaturas, de un socio incómodo. Algo que las encuestas, a un año de ese 15M de 2026, se resisten a firmar.
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