Diario de un confinamiento (Día 19): La vida sigue, que diría Al Capone

El ¿joven?, sí, ¿no?, asegura en el correo: «estaría encantado de participar con vuestro medio en cualquier tipo de entrevista o colaboración» y antes de enviarnos un saludo a modo de despedida nos deja anotados su correo y su número de móvil para que nos pongamos en contacto.

Mira que tenía ganas de gritar aquello de «¡Paren las rotativas, tenemos un tema guapo». Por el amor de Dios, qué presencia de ánimo, ni una referencia a la situación por la que atraviesa el mundo y que no parece que tengas en consideración, Ni te planteas siquiera que de aquí a esa competición que mencionas en tu mail vaya a seguir existiendo mes de junio, Oropesa o si me apuras, mar. ¿Que se ha aplazado la Eurocopa de fútbol? ¿Que los Juegos Olímpicos de Tokio se van a 2021? ¿Que cancelan Wimbledon, cuyo inicio estaba previsto el 29 de junio? Atajo de blandengues, que diría El Fary.

Toda mi admiración. Sabina llorando porque le quitan el mes de abril, que entre nosotros, es un mes bastante 'mierder', mientras otros tienen claro lo que van a hacer en el más soleado junio. Los hay no ya que tratan de llevar una vida normal a pesar de los rigores del confinamiento, es que se preparan en casa para asumir el desafío de alzarse en un par de meses con un trofeo así sin poder ir al gimnasio, con las peluquerías chapadas y, lo que es peor, cerradas también las clínicas de depilación láser. La vida sigue y debo confesar mi admiración por gente a la que no le arredran los obstáculos por mucho que se llamen alerta, se apelliden sanitaria y pidan a sus conocidos que la llamemos pandemia.

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Diario de un confinamiento (Día 18): Coronavirus en EE UU, menudo pollo

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Mira, si tus planes se cumplen y compites en junio en Oropesa para el premio ese internacional, estaré encantado de comerme mis palabras y disculparme públicamente por el chorreo que te estoy echando, –perdóname, admito que me he pasado, pasabas por aquí y este encierro me está haciendo sacar, además de esas cervezas artesanas tan amargas que llevaban siglos arrinconadas en el fondo de la nevera y que han caído en dos días, lo peor que llevo dentro–.

Pongo a todos los lectores de esta sección por testigos, –alguno hay, no te creas, mi madre y mi casera aparte, me consta–, del siguiente reto. Si vas en junio a Oropesa del Mar, Castellón, a competir en ese concurso y quedas entre los tres primeros, prometo que yo te haré una entrevista para este periódico y le pediré a Ramón, el jefe de Fotografía, que se esmere. Queda de mi cuenta convencer a mis jefes de la necesidad de una doble página, pero me veo fuerte. Hasta entonces, ¡suerte!