Para que usted lea estas líneas, para que su mirada pueda pasearse por estos senderos de tinta en papel, por esta explosión de píxeles en Internet, han tenido que pasar 170 años. Hay exclusivas fogosas que abrasan en la caldera de una redacción, que deben publicarse cuanto antes para calmar el incendio del periodismo, el ardor de un reportero frente al teclado, la curiosidad del interesado lector. Pero hay otras noticias que necesitan su cocción lenta, que deben aguardar al momento exacto, nunca antes ni de forma precipitada, porque por delante de la prisa siempre está el rigor.
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De entre todos, ningún titular ha tardado tanto tiempo en escribirse como este que viene a continuación: «El Norte de Castilla cumple 170 años». Ha habido que esperar 64.031 jornadas de cita cotidiana en el quiosco, que deslizar el pulgar por pantallas infinitas, que pellizcar cientos de miles de enlaces y que pasar millones de páginas para llegar hasta aquí. Para alcanzar estos 170 años de historias, de lecturas compartidas y complicidad.
170 años que el periódico ha conmemorado este miércoles, en el centro cultural Miguel Delibes, con una gala en la que El Norte ha dejado a un lado su traje de diario para vestirse de corbata y tacón, para recordar su compromiso con esta tierra, para soplar (junto a sus vecinos y amigos) las velas de un aniversario.
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Liliana Martínez Colodrón
«La de hoy es para nosotros, y para el periodismo español, una fecha muy especial», aseguró en su discurso Iñaki Arechabaleta, presidente del consejo de administración de El Norte de Castilla, periódico nacido en 1854, primero como 'El avisador', muy pronto bautizado con ese nombre que es brújula para una tierra y, ahora, convertido en el diario decano de la prensa española. «Por eso, porque es tan especial, queríamos disfrutarla en compañía de nuestros lectores y anunciantes, de los representantes de la sociedad civil, de la empresa y de las principales instituciones locales, provinciales y autonómicas». De todas esas personas y entidades que son, en definitiva, lectores y protagonistas de las noticias de El Norte.
Como ejemplo y en representación de todos ellos, el periódico entregó durante la gala (patrocinada por la Junta de Castilla y León, el Ayuntamiento de Valladolid, la Diputación de Valladolid, CaixaBank, Fundación La Caixa, Iberdrola y Cartif, presentada por el humorista Leo Harlem y que se abrió con un minuto de silencio en recuerdo de las víctimas de la DANA) tres premios que son un reconocimiento a la economía y el apego a un territorio (Protos), a la cultura (el Teatro Calderón) y a una sociedad en permanente búsqueda de la igualdad (la Fundación Personas).
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«Deseamos recompensar la labor ejemplar, muchas veces callada, pero constante y decisiva, que estas tres organizaciones han desempeñado en el progreso de nuestra provincia y la comunidad entera». Porque esos fueron los principios que sirvieron de faro (y todavía alumbran el camino) de El Norte de Castilla: «Informar sobre cuanto sucede en el territorio (con una especial dedicación al campo y al mundo rural), velar por la cultura y el progreso de los ciudadanos y centrarse en las personas: en el lado humano de la sociedad».
Edmundo Bayón, presidente de Bodegas Protos, recibió el premio de manos de José Portela, director comercial Empresas de Caixa Bank. El galardón Territorio se concibe como un homenaje a «lo mejor de esta tierra, su calidad, su sostenibilidad y su implicación con un campo, un paisaje y un medio ambiente únicos». «Estamos convencidos de que cuando elaboramos y vendemos vino también promocionamos el territorio y lo ponemos en valor, creando riqueza y manteniendo vivos su patrimonio e identidad», apuntó Bayón, quien recordó que Protos celebrará su centenario en 2027.
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«Lo mejor de que El Norte cumpla 170 y nosotros 160 (y que no sea al revés) es que así el periódico pudo contar nuestro estreno. El teatro tiene libertad creadora y, como el periódico, también trabaja con las palabras, dichas a través de los artistas. Y las artes vivas tienen algo importante frente a lo digital: que es único el momento de unión entre el artista y el público», dijo José María Viteri, director artístico del Teatro Calderón, quien agradeció el galardón («un premio a la cultura y a un sistema de valores que nos distingue y nos identifica en plenitud») que le entregó Goyo Ezama, director general de El Norte.
Y además, Ángeles García, presidenta de Fundación Personas, levantó el premio que presentaron Miguel Calvo, director corporativo de Iberdrola Castilla y León, y José Ramón Perán, director general del centro tecnológico Cartif, como admiración «a los ciudadanos, a los castellanos y leoneses que, desde su visión humanística del mundo, siguen pensando en el ser humano como objetivo final de todo esfuerzo y toda dedicación». «En 1961, el periodista de El Norte Lorenzo Martínez Duque y su director Miguel Delibes impulsaron una campaña para reunir a las familias de personas con discapacidad intelectual que vivían en Valladolid y que se asociaran, y ese fue el germen de lo que hoy conocemos como Asprona», aseguró García en sus palabras de agradecimiento.
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Los tres galardonados, también los cerca de 500 invitados que ocupaban las butacas de la Sala de Cámara del Miguel Delibes, son una pequeñísima muestra de los miles, de los millones de protagonistas que se han asomado, durante todo este tiempo, desde mediados del siglo XIX, a las páginas de El Norte de Castilla. Porque hace 170 años, ya había un redactor del periódico pateándose, libreta en mano, las calles de Valladolid, los campos de la provincia, las carreteras de la comunidad. Ya había entonces un periodista, con la mirada tan afilada como su lapicero, dispuesto a salir, preguntar, regresar a la redacción y ponerse a escribir.
Desde aquellos primeros años, poco de la esencia del periodismo ha cambiado. Sí sus herramientas (los ordenadores, los teléfonos móviles, las pantallas ya no tan nuevas, las redes sociales e Internet), pero el cogollo del oficio está ahí. Y lo recordó Ángel Ortiz, director de El Norte de Castilla, durante su intervención. «El Norte es una obra en construcción permanente, un sentimiento de pertenencia, una visión cultural única, una garantía de derechos para los más débiles, un espejo de emociones. Si no existiera El Norte de Castilla, habría que inventarlo. Por eso, una vez que existe, nuestro deber, y también el de la sociedad de Valladolid, es protegerlo como una joya. ¿Podría ser declarado un bien inmaterial patrimonio de la humanidad? Igual es venirse arriba… ¿Pero patrimonio de Valladolid y de Castilla y León? Absolutamente. La buena prensa, y El Norte lo es, de la mejor, merecería la misma protección que cualquier joya: como una especie en riesgo de extinción, como una talla renacentista de Berruguete», apuntó Ortiz, quien recordó que las páginas de El Norte «son un lugar para mediar».
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«En ellas caben, desde el respeto, opiniones opuestas, la dialéctica, el debate y hasta el conflicto. Con ellas buscamos la verdad. Y sin verdad, sin el contraste de los hechos, no hablaríamos de libertad, sino de fe». «Aquello que nos inspira, alimenta y llena de sentido es una defensa de la libertad férrea, valiente, constante. Incluso en las peores épocas. Y no han sido pocas, como es fácil deducir, si hablamos del diario más antiguo de España», dijo el director, antes de dar paso a un breve resumen del documental que cuenta el día a día del periódico y que ya puede verse en su página web.
«El Norte de Castilla ha sido testigo de guerras, de monarquías, de repúblicas, de democracias y dictaduras, de pandemias, de descubrimientos científicos que han cambiado para siempre la humanidad y de acontecimientos terribles que han marcado la historia», recuerda ese audiovisual. Y ahí, en todos esos momentos, a lo largo de esta historia de 170 años, ha estado siempre, para contarlo, un periodista de El Norte de Castilla.
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«Porque durante este tiempo, cientos de buenos profesionales y de talentos extraordinarios, como Miguel Delibes, Leguineche, Jiménez Lozano, Cossío, De Pablos, Altés o Umbral, entre los más destacados, supieron formar equipos integrados en la sociedad a la que servían, sensibles a sus demandas, proactivos de los desafíos de cada tiempo», indicó Arechabaleta, quien invitó a los presentes a mirar al futuro. «Con ilusión y optimismo, con la audacia y la energía de quien, pese a sus 170 años, está en su mejor momento, más joven que nunca».
Con toda seguridad mañana no habrá un acto por el aniversario. Tampoco pasado ni el otro ni la jornada de después. No es una cifra redonda la de los 170 años y un día. La de los 170 años y una semana. La de los 170 años y un mes. Pero bien merece la pena recordar que a diario (en el quiosco, en las pantallas) hay un vecino que se llama El Norte, comprometido y solidario, que se entrega a fondo para contar lo que pasa y lo que nos pasa. El periódico de hoy es la crónica del presente. El de ayer, la historia de lo que fuimos. El de mañana, una promesa de lo que podemos ser. Y para descubrirlo, lo mejor es seguir leyendo, como desde hace 170 años, El Norte de Castilla.
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