Juicio por el doble crimen de Santovenia
La viuda del teniente coronel al Chiqui: «Quien le puede perdonar está muerto»Secciones
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Juicio por el doble crimen de Santovenia
La viuda del teniente coronel al Chiqui: «Quien le puede perdonar está muerto»Entró en la Sala y lo primero que hizo fue dirigir la mirada al autor del disparo que acabó con la vida de su marido. Le tocó repetir su nombre por problemas técnicos y a partir de ahí inició su declaración. Ya lo había hecho ... en fase de instrucción y ahora volvía a Valladolid para repetir cómo se sintió ese 1 de julio tras esa llamada que confirmaba que su marido había recibido un disparo que le había atravesado el casco y le había herido de gravedad. Falleció días después en el Hospital Clínico.
Sagrario Alconchel, viuda del guardia civil Pedro Alfonso Casado, tiene grabado en la mente todo lo sucedido esa madrugada, cuando sonó el teléfono de su marido para acudir de urgencia hasta Santovenia después de que Pablo Antonio Santamaría 'El Chiqui' se atrincherara en su domicilio tras disparar con su fusil a su vecino y amigo Dionisio en la calle Alfredo Martín de Santovenia.
Esa noche, cuando ese móvil sonó, la hija mayor de ambos había salido. No había llegado aún a casa y sus primeros pensamientos se dirigieron hacia ella. «'No te preocupes, no es María. Es trabajo'», le dijo Pedro Alfonso, con unos cinco lustros al servicio de la Guardia Civil, a su mujer.
Ambos se levantaron y «hablamos un poco de una serie que estábamos viendo». Y fue en ese momento cuando Pedro le comentó lo que sucedía. Le dijo que se trasladaba de urgencia hasta Valladolid por un atrincherado. «Me pidió perdón por tantas llamadas y eso nunca lo hacía. Mi respuesta fue 'a buenas horas, mangas verdes'. Nunca me contaba dónde iba para que no me preocupara, pero en los últimos años ya lo empezaba a hacer. Le dije, como siempre, que tuviera cuidado, a lo que me dijo que siempre lo tenía», ha agregado en la tercera sesión del juicio por el doble crimen.
El juicio contra 'El Chiqui'
Álvaro Muñoz
Álvaro Muñoz
Álvaro Muñoz
Porque Sagrario ha convivido siempre con el trabajo de su marido. Con más de veinte años de servicio en la Unidad Especial de Intervención (UEI), el teniente coronel, a falta de un año para ascender a coronel y dejar ese grupo de élite, trabajó en tiempos de ETA. «Decía que los peores son los locos y los quinquis, como así fue», ha continuado la viuda en el momento que dirigía la mirada hacia 'El Chiqui'.
Esa noche llegaron a intercambiar algún mensaje durante el viaje hasta Santovenia. Su mujer le dijo, antes de que llegara a Valladolid, que su hija estaba bien y que se quedaba a dormir en casa de una amiga. Él le contestó: «Descansa». Después de esas frases, el teniente coronel, jefe de la unidad, desplegó sus efectivos en el bajo del acusado hasta que un disparo desde el interior fue directo a la cabeza de Pedro Alfonso. «Su trabajo era vocacional, amaba a la Guardia Civil. Jamás, jamás le oí una queja. Esa semana estaba cansado porque había sido la cumbre de la OTAN en Madrid: Mi marido trabajaba las 24 horas del día, los siete días de la semana y los 365 días del año. Hasta dejaba las vacaciones», ha ensalzado la viuda antes de describir el «calvario» que viven desde entonces.
«Mi hija mayor va al psicólogo, no duerme y viene a mi cama cada noche. Me dice que ha perdido a la persona que más quiere en el mundo. La menor es una roca y quiere ser guardia civil», ha manifestado Sagrario, quien ha concluido su declaración tras el turno de la defensa, quien le ha mostrado sus condolencias. A las mismas, Sagrario ha intervenido: «Yo no puedo perdonarle. Quien le puede perdonar está muerto y pedir ahora perdón solo le beneficia a usted», ha finalizado dirigiéndose a 'El Chiqui'.
Sagrario Alconchel
Viuda de Pedro Alfonso
Un testimonio de dolor y sufrimiento también ha relatado la hija mayor de Pedro y Sagrario. Desde una pantalla ha reproducido esas palabras que había adelantado su madre. «Me ha quitado a la persona más importante de mi vida», ha relatado María, para insistir en que el viaje hasta Valladolid esa mañana «fue el más largo de su vida». «Pensé que iba a haber un milagro, pero no lo hubo. Es la peor experiencia de mi vida. Mi hermana menor es incapaz de expresar algún sentimiento», ha concluido.
La jornada de este martes ha continuado con la declaración de los hermanos del guardia civil fallecido. Uno de ellos, también agente del instituto armado, dejó de patrullar desde ese mismo día. Así lo acordaron los psicólogos de la Guardia Civil. «Me han retirado la licencia de armas, las armas y tengo prohibido el trato con ciudadanos. Ese día fue la última patrulla. Solo trato con guardias», ha lamentado el hermano menor de Pedro Alfonso.
La declaración de más familiares incidieron también en el empeoramiento de salud de la madre de la víctima. «Ahora no puede declarar. Perder un hijo agravó su deterioro. Ahora de forma autónoma solo va a por el pan», han agregado los hermanos.
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