Varias personas caminan este sábado por la mañana por el centro de Valladolid. alberto mingueza

Valladolid todavía tapa muchas bocas en el primer día sin la obligación de llevar mascarilla

Una mayoría abrumadora de vallisoletanos hace uso del tapabocas, incluso en espacios al aire libre donde ya no es una imposición

Víctor Vela

Valladolid

Sábado, 26 de junio 2021, 14:16

En la muñeca y el antebrazo, asomada al bolsillo o marcando tríceps, en la cremallera más accesible, recogida en la barbilla, haciendo 'puenting' desde una oreja o con la nariz como si estuviera asomada al balcón. Todas estas alternativas ahora valen. Ya es posible regalar sonrisas y liberar los labios del bozal de la mascarilla ... . Está permitido –desde hace apenas unas horas– ir sin ella por espacios abiertos, al aire libre, donde no haya aglomeraciones, cuando se garantiza el metro y medio de separación con personas no convivientes. Ahí no hace falta llevarla. Pero, de momento, ya sea por miedo, incertidumbre, costumbre, comodidad (por no estar ahora sí, ahora no al entrar en tiendas) o tal vez por una mayor sensación de seguridad, el caso es que su uso sigue abrumadoramente extendido entre los vallisoletanos.

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Marquesina de la plaza de España. Once personas esperan el autobús. Solo una con la mascarilla de la mano. El resto la lleva colocadita en la boca. «La gente todavía está muy concienciada y hasta que no haya una garantía real de que esto ha pasado, todavía nos queremos proteger», dice Luis Rojo, frutero en la plaza de España. A su lado, en el puesto 3, su compañera Yolanda Rodríguez se suma a las apreciaciones: «Muy poquita gente ha venido hoy a comprar sin ella».

«Es que la lleva casi todo el mundo. Cuando venía para trabajar, me he sorprendido de que hasta por el parque Ribera de Castilla estaban con ella. Alguno habrá que no se ha enterado de que ahora se la puede quitar, pero, la mayoría, la lleva aún por precaución», dice Isabel Sierra, quien junto a Marisa Puentes atiende el puesto de flores.

Aunque todos ellos trabajan al aire libre, han preferido («por seguridad, por higiene») mantener el cubrebocas. Y lo mismo se percibe, de forma mayoritaria, entre otros trabajadores a pie de calle. La mascarilla sigue bien puesta en operarios de la ORA, empleados del servicio de limpieza, vendedores de la Once sin garita. «Ver a gente sin ella es muy raro», reconoce Carmen de Rojas, quiosquera en la plaza de San Juan. Pero algunos hay.

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Isabel Palmero y María Ángeles Fernández charlan en la esquina de Pólvora con Huelgas. Ambas con la boca al aire. «Es que qué ganas teníamos de respirar», dice Isabel, preparada para ponérsela de nuevo «ahora, en cuanto entre en el súper». «Yo me la acabo de bajar porque vengo del mercadillo», añade María Ángeles. Allí, entre los puestos de Prado de la Magdalena, y a pesar de estar en un espacio abierto, es obligatorio llevarla bien puesta por las aglomeraciones. Hay mucha gente entre los puestos y es imposible guardar cualquier distancia de seguridad.

También es habitual ver cómo viandantes, que la llevan como un acordeón plegada bajo la nariz, se la ajustan cuando se cruzan con alguien o –y esto es lo más común– cuando hacen cola en el semáforo. Este comportamiento era habitual, por ejemplo, al ingresar en la calle Santiago (llena de gente esta mañana de sábado) procedente devías con menos afluencia, como Claudio Moyano, Santa María o Zorrilla.

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«Todavía tenemos miedo. Y eso que muchos ya estamos vacunados», dice Carmen Ferrero, quien acaba de quitarse la máscara, en cuanto sale de comprar el pan en la calle Mantería: «Y mira, la tengo lista para cuando entre en el portal».

El uso mayoritario de la mascarilla en este primer día apunta a un periodo de adaptación hasta habituarse a quitársela, después de tanto tiempo con ella puesta. El 21 de mayo de 2020 entraba en vigor su uso obligatorio (en Auvasa ya lo era desde el 4 de ese mes) en espacios cerrados y lugares abiertos donde no se podía garantizar la distancia de seguridad. El 16 de julio, un acuerdo del Consejo de Gobierno imponía en Castilla y León «la obligatoriedad, con carácter general, de mascarillas en vías públicas, en ámbitos urbanos al aire libre y en espacios cerrados de uso o abiertos al público». Desde entonces hasta ahora, han pasado muchos días y meses con media cara cubierta. Y, por lo que parece, Valladolid seguirá, todavía una temporada, tapando muchas bocas.

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