![Un grupo de turistas lleva las mascarillas puestas durante la ruta guiada a los pies del Acueducto, este sábado.](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202106/26/media/cortadas/mascarillas-detorre15-k1AE-U140844859979m6B-1968x1216@El%20Norte.jpg)
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Trece meses con las bocas tapadas y así van a seguir muchos segovianos, que no van a desprenderse de la mascarilla que les ha acompañado todo este tiempo para prevenir el contagio por el coronavirus. La ciudad y la provincia han sufrido mucho, las cicatrices están abiertas y el dolor perdura. Esas heridas por cerrar recuerdan que la pandemia ha llevado la tragedia a demasiados familias. Hasta ahora, 980 personas han fallecido oficialmente por la enfermedad, revelan las estadísticas de mortalidad de la Consejería de Sanidad.
La lección de la precaución está aprendida, solo algunos incívicos la suspenden. Por eso, en las calles de la capital las mascarillas no acaban de caerse del todo. Una mayoría de la población local se resiste al libre albedrío de las primeras horas sin la obligación de llevarla puesta, aunque vayan solos, sin aglomeraciones y tengan garantizados los dos metros de distancia con otras personas.
Sin embargo, la afluencia de visitantes que se entremezcla en la vida cotidiana de los segovianos equilibra la proporción. Muchos de los turistas, con la excepción de quienes se reúnen en grupos en visitas guiadas, transitan por la ciudad sin el tapabocas puesto, aunque preparado en las muñecas, en los bolsos o colgados del cuello por si hay que entrar en alguno de los bares y restaurantes que van recobrando vida tras el erial de los meses más crudos de la pandemia.
Aunque no son segovianos, viven en esta tierra. Mayca y Nacho paseaban sin la mascarilla a los pies del Acueducto. No había demasiada gente alrededor en esos momentos y las distancias de seguridad lo permitían. La joven reconoce que cuando ha salido de casa en la primera jornada sin la obligación de llevar puesto el tapabocas «ha sido algo raro, de hecho creía que se me había olvidado cogerla». Nacho, por su parte, afirma que «no me sorprende que vayan muchos con la mascarilla puesta porque pienso que aún hay cierto miedo» al contagio por el coronavirus. Los dos están vacunados con las primeras dosis de la pauta de inmunización y se encomiendan al suero para continuar viendo «más luz» al final del túnel. «Cuanta más gente esté inmunizada, estaremos más seguros», confían.
Mientras se paran para retratarse junto al Acueducto o el Alcázar, los segovianos continúan sus rutinas, y muchos con la mascarilla colocada como si la obligatoriedad prosiguiera instalada. La mayoría de quienes la llevan son adultos y ancianos y reconocen que no se fían, aunque estén vacunados. Hay desconfianza , recelos y dudas. Hasta que la vacunación, que ha demostrado su eficacia, no esté más extendida y alcance ese 70% de inmunidad de rebaño que marca una pauta más segura, la mascarilla se queda puesta.
Hasta ahora, casi el 37% de los residentes en la provincia han completado la pauta de dos dosis, mientras que el 56% tiene puesta la primera de las dos de las que consta el ciclo de inmunización. Y eso que esta semana ha sido de récord por el acelerón que han dado los equipos de Primaria a la vacunación contra la covid-19. En cinco días se han puesto 12.800 antivirales, de los que 5.672 han sido las primeras inyecciones y el resto han servido para completar el protocolo establecido de inoculaciones.
Pilar, la madre, y Laura, la hija. Estas dos segovianas paseaban con las mascarillas puestas este sábado, ya sin la obligatoriedad de llevar los tapabocas puestos por la calle sobre todo si hay distancia. Podrían ir sin la mascarilla porque demás son convivientes, pero «no nos fiamos». Durante estas primeras horas han comprobado que «mucha gente la lleva puesta,l incluso un padre le decía a su hijo pequeño que se la colocara», apunta Pilar. Cree que la medida adoptada se ha adelantado y es «política, quieren contentar a la gente y activar que se salga y se consuma». Cuando están con allegados que saben que además están vacunados, se la quitan, reconocen ambas, que añaden que seguirán poniéndose la mascarilla, aunque se respete la distancia de seguridad, hasta que vean que se alcanza el porcentaje de población inmunizada.
La Policía Local, sobre todo a primera hora de la mañana, ha tenido que avisar a algunos transeúntes que «hay que ser prudentes» a la hora de circular por arterias estrechas y más concurridas como la Calle Real o las vías que rodean a la Plaza Mayor y el entorno del Acueducto. Los agentes han informado fundamentalmente de que solo se podrán quitar la mascarilla cuando se cumplan el metro y medio o dos metros de distancia con respecto al resto de personas. Sin embargo, reconocen que también es complicado controlar el cumplimiento de la medida, sobre todo cuando un grupo va sin el tapabocas y se ignora si son convivientes, lo que les habilitaría. «No podemos parar a todos y comprobarlo, y luego además te pueden mentir», comentaban algunos policías municipales.
Por otra parte, una farmacéutica de la capital segoviana también advertía con ironía de que ahora la enseñanza que toca hacer es la de Coco, de Barrio Sésamo: «Esto es interior, y esto es exterior», gesticulaba a la puerta de la botica para poner de relieve que hay clientes que no diferencian y que entran con la mascarilla quitada.
María del Carmen es de Ciudad Real; Sara, de Toledo, y África, de Córdoba. Estas amigas han aprovechado este sábado para reunirse y visitar Segovia junto a otras tres compañeras. La mayoría llevaba la mascarilla puesta, no son convivientes. La única que la tenía quitada, María del Carmen, enseña la muñeca en la que lleva el tapabocas listo para ser usado si la ocasión lo requiere. Saben las condiciones. «En los espacios interiores hay que tenerla puesta y en la calle, mientras haya distancia de un metro y medio, se puede ir sin ella». Las tres jóvenes coinciden en que se sienten «seguras yendo por la calle», aunque hay sus peros. La ciudadrealeña teme que «habrá gente que no aplique la responsabilidad» y que no se proteja como está regulado. Sara revela que «estoy a punto de que me vacunen« y va a esperar a tener el ciclo completo para despojarse de la mascarilla. África también está cerca de que por edad le llamen a vacunarse. Este sábado por la mañana, antes de viajar a Segovia, ha estado en Madrid y comenta que a primera hora «también iba mucha gente con la mascarilla». Ella no se la quitado porque «aún no me fío».
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Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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