![Varios paseantes, algunos de ellos sin mascarilla, esta mañana por la Calle Mayor.](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202106/26/media/cortadas/SinMascarilla03-ktU-U1408462926983kC-984x608@El%20Norte.jpg)
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No se notaba mucho por las calles de Palencia que este sábado era el principio del fin de la pandemia. Si un objeto se ha caracterizado desde que la covid llegó y lo puso todo patas arriba, ese ha sido la mascarilla. De colores, de tela, con dibujos, utilizando los ya famosos salvaorejas, sí, pero siempre con la boca tapada y la sonrisa escondida. Hubo que aprender a hacerlo con los ojos, a hablar más alto, a sortear los pendientes para consumir algo con amigos o familiares –no convivientes– y volver a ponerla en el mismo sitio, desde la nariz hasta la barbilla. Y este sábado, por fin, estaba permitido no utilizarla en espacios abiertos, donde se pudiese garantizar la distancia de seguridad, pero pocos vecinos de la capital se atrevieron.
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«Yo me la voy a seguir poniendo por seguridad», señaló ayer Jesús de la Fuente, mientras paseaba con su hijo Tello por la Calle Mayor. «Mi mujer está embarazada, así que la continuaré usando por si acaso», agregó. Para él, que el 26 de junio haya sido la fecha elegida para comenzar a poder salir sin ella, «es un poco precipitado aún, sería mejor llevarla un mesecillo más o así, hasta que logremos el efecto rebaño. Yo creo que el 80% o así de la gente que he visto la llevaba aún puesta».
La principal arteria comercial de la capital no transmitía ayer, con los vecinos paseando, tomando algo en una terraza o comprando, cambio alguno. Entre el 80 y el 90% de los palentinos salieron con su cubrebocas, como llevan haciendo más de un año. «Yo creo que aún hay gente que no se ha enterado de que se puede estar sin ella en exteriores», afirmaba Juan Carlos Bravo, quien, con la mascarilla en la barbilla, recuperaba la sensación de sentir el aire o el sol sobre su nariz y su boca. «La verdad es que es un lío porque entras en la tienda y te la tienes que poner, sales y puedes quitártela. La llevo aquí colgando porque es quita y pon todo el rato», afirma, señalando su propia mascarilla.
«Me sorprende que la mayoría de la gente aún la lleve, más del 80% creo yo, si se puede estar sin ella en espacios abiertos. Hay gente que aún no se ha enterado de que se puede estar sin ella y otros ya la llevan por sistema», explicó, observando a la gente a su alrededor. «Yo creo que ya hay muchas ganas de estar sin ella, de empezar a reconocernos y a vernos las caras porque cuando vas con las gafas y con la mascarilla ya no sabes ni a quien saludas», agregó.
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Álvaro Soto Melchor Sáiz-Pardo
Si en invierno la mascarilla era molesta porque provocaba que se tomasen los cristales, ahora, con la llegada del verano y las altas temperaturas, también lo es por el calor y lo que puede llegar a hacer sudar –también dependiendo del tipo que se utilice–. «Nosotros ya teníamos muchas ganas de quitárnosla. Hoy es el primer día que lo hacemos y nos está encantando, aunque es cierto que en la Calle Mayor la mayoría de las personas la lleva porque no se puede asegurar la distancia suficiente», argumentó Rocío P. «La verdad es que se nota mucho que no la llevamos, ya había muchas ganas», continuó, mostrando su sonrisa y sus dientes, antes de continuar con su paseo sin tapabocas.
En espacios donde se podía garantizar más las distancias de seguridad, con el fin de evitar los indeseados contagios, tampoco se veían muchas caras sin tapar. «Nosotros vamos a seguir igual, porque creo que aún es un poco pronto», argumentaba Lourdes. «No hay nada certero aún, no lo saben ni los científicos, así que creo que es mejor prevenir», señalaba desde un banco del parque, en el que descansaba sin la mascarilla, pero que rápidamente se la ponía si alguien se acercaba. «Yo estoy ya vacunada con las dos dosis y no me la voy a quitar de momento. Yo pienso que la gente aún tiene miedo», agregó.
Cierto es que muchas personas que se encontraban sentadas, sin nadie alrededor, sí que se animaban a enseñar su cara al completo y a levantar su rostro hacia el sol, una sensación casi olvidada por la mayoría después de tanto tiempo de protección y medidas contra la covid.
«Creo que es realmente difícil mantener el metro y medio de distancia», admitía Asunción, tras ponerse bien la mascarilla mientras descansaba en un banco a la sombra. «Cuando sé que tengo distancia suficiente con el resto de la gente, la bajo, y cuando no, pues la subiré. He pensado que, de momento, lo voy a hacer así», concluyó.
El miedo, el respeto aún por la pandemia y una rutina impuesta desde marzo de 2020 continúa vigente, aunque ya se estén flexibilizando las medidas para retornar a lo que tanto se añora. Pero, de momento, los palentinos escogen la mascarilla, aún en espacios abiertos, «porque aún es pronto».
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Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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