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Valladolid y su protagonismo en 'El coloquio de los perros'
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LiterArte

Valladolid y su protagonismo en 'El coloquio de los perros'

Miguel de Cervantes escribió la novela durante su estancia en la capital vallisoletana y ubicó a sus personajes en múltiples puntos de la ciudad

Domingo, 25 de febrero 2024, 00:06

En la Valladolid capital de España del siglo XVII -cuando las Cortes Generales se mudaron desde Madrid por la insistencia del Duque de Lerma- Miguel de Cervantes se afincó en lo que hoy es su Casa Museo, un lugar que es recomendable visitar pues su atractivo turístico es innegable pero el cultural desborda por encima de todo. Allí escribió una de sus novelitas más famosas: 'El Coloquio de los Perros'.

El libro narra una divertida pero irónica conversación entre dos perros, Berganza y Cipión, que es transcrita de los recuerdos del alférez Campuzano. Este último escuchó sus vocablos cuando estaba en la cama del Hospital de la Resurrección de Valladolid mientras recibía tratamiento debido a unas fuertes fiebres.

'El coloquio de los perros', grabado de Pedro Sancha (1783).

La novela es una continua alusión a la febril sensación de idealismo, criticando esta particular condición del ser humano, que es representativa de muchos de los personajes. Múltiples puntos de la ciudad vallisoletana sirvieron a Miguel de Cervantes para elaborar sus complejas pero satíricas 'Novelas Ejemplares'.

Imagen después - Vista aérea de Valladolid, con el espacio que ocupaba el Hospital de la Resurreción resaltado.
Imagen antes - Vista aérea de Valladolid, con el espacio que ocupaba el Hospital de la Resurreción resaltado.
Vista aérea de Valladolid, con el espacio que ocupaba el Hospital de la Resurreción resaltado.
Imagen después - Vista aérea de la Plaza de Zorrilla y sus aledaños, con la casa de Cervantes resaltada.
Imagen antes - Vista aérea de la Plaza de Zorrilla y sus aledaños, con la casa de Cervantes resaltada.
Vista aérea de la Plaza de Zorrilla y sus aledaños, con la casa de Cervantes resaltada.

La casa de Cervantes, sin alterar la perspectiva de la fotografía aérea, estaba sita a escasos metros del Hospital de la Resurrección. Eso seguro que hubo de influir en que situase la acción del coloquio en aquel lugar. La estatua del Cristo resucitado presidía la portada del Hospital y, si se fijan bien, al pasar por la Casa Museo de Miguel de Cervantes de Valladolid, la verán incrustada en una de las paredes que conforman el jardín delantero de la casa en la que habitó.

Jardín delantero de la Casa Museo Miguel de Cervantes en Valladolid

Sigamos ahora con la primera frase de la novelita, que hace referencia a Alonso de Mahudes.

«Novela y coloquio que pasó entre Cipión y Berganza, perros del Hospital de la Resurrección, que está en la ciudad de Valladolid, fuera de la Puerta del Campo, a quién comúnmente llaman Los Perros de Mahudes».

Alonso de Mahudes era un sintecho que recorría las calles de Valladolid aprovechando la nocturna estampa de la capital española. Era muy conocido por los habitantes de la época y siempre le acompañaban dos perros. Pedía limosna a las puertas del Hospital de la Resurrección. Pero, he aquí una teoría rompedora que podría simbolizar un error en la narrativa de Cervantes: los últimos estudios han demostrado, y así se ha determinado gracias a estos documentos encontrados en el Archivo del Hospital de los Desamparados, que reconocen a un tal Luis de Mahudes como sintecho con el beneficio de poder solicitar dádivas a los más afortunados. Por otra parte, Alonso de Mahudes pudiera hacer referencia a un hombre de Grajal de Campos (León) que llegaría al Hospital de la Resurrección en mal estado prometiendo a Dios legar todas sus pertenencias al lugar en el que se hallaba como paciente.

Licencia otorgada por el obispo de Valladolid, Bartolomé de la Plaza, a Luis de Mahudes en 1568 dando permiso para pedir limosna por las calles de noche para el Hospital de los Desamparados.

El alférez Campuzano, que escucha a los perros debatir bajo su cama y luego narra sus curiosas aventuras, es un personaje que, durante el siglo XIX, fue considerado real, basado en alguna persona del entorno de Cervantes. Esto último ha sido desmentido recientemente, pues su idiosincrasia es la de otro de esos personajes cervantinos que se convierte de campesino a soldado y que adquiere una incredulidad y un idealismo fuera de lo común, siempre criticado en el manco de Lepanto.

Aparece, tal y como nos recuerdan también en la página oficial de la Casa Museo de Miguel de Cervantes, en la novela 'El Casamiento Engañoso', donde es uno de los protagonistas. Ahí hace también alusión al Hospital de la Resurrección, donde se recuperará después de sífilis mediante sudores, tal y como reconoce Cipión:

«Berganza.- Advierte primero si nos oye alguno.

Cipión.- Ninguno, a lo que creo, puesto que aquí cerca está un soldado tomando sudores, pero en esta sazón más estará para dormir que para ponerse a escuchar a nadie.»

Cervantes hace también alusión a un detalle que debemos tener en cuenta. Como sabrán, Valladolid, tanto durante su capitalidad como antes y después, fue la cuna de varios nuevos autores, y, sobre todo, de editores que publicaron grandes obras.

«Berganza.- [...] lo que había oído contar de la vida de los pastores; a lo menos, de aquellos que la dama de mi amo leía en unos libros cuando yo iba a su casa, que todos trataban de pastores y pastoras, diciendo que se les pasaba toda la vida cantando y tañendo con gaitas, zampoñas, rabeles y chirumbelas y otros instrumentos extraordinarios».

Sin lugar a dudas, Cervantes se refiere aquí a la novela pastoril y, más concretamente, a 'La Diana' que Jorge de Montemayor escribió en 1559, que tuvo un gran impacto a finales del siglo XVI y principios del siguiente año. Pero hay una relación entre 'La Diana' y Valladolid que han de conocer: aprovechando el 'boom' de las novelas pastoriles y el gran auge de las imprentas vallisoletanas, el libro fue ampliado en Valladolid en 1561, introduciendo, según varios estudios, cambios que luego se reprodujeron en ediciones posteriores y que han llegado a nuestros días. Así sucede con la aparición de una breve novela morisca, 'El Abencerraje', ideada para entretener a los pastores en el palacio de Felismena, como colofón al libro IV.

Se dice que el propio Montemayor pudo haber añadido este fragmento, pero también pudo ser obra de un impresor que se aprovechase de la situación convulsa entre ambos sectores de la población. Este dato también lo señala Cervantes en 'El Coloquio de los Perros', aunque siendo magnánimo con la figura del morisco en este caso.

'Vistas del paseo del Espolón'. Leonardo de Araujo

Después de relatar sus aventuras, Berganza asegura que llegó a Valladolid siguiendo a una compañía que llegó a la ciudad. Luego se acogió a sagrado refugiándose en el Hospital de la Resurrección, regentado por los hermanos de San Juan de Dios y cierra el círculo que dio comienzo al inicio de la obra.

Campuzano se recupera y, tras asegurar que la conversación entre los perros pudo haber tenido lugar o no, recorre el Espolón, zona que hoy se trata de un paseo a la vera del Pisuerga y que fue el antecesor de Las Moreras.

«Señor alférez, no volvamos más a esa disputa. Yo alcanzo el artificio del 'Coloquio' y la invención, y basta. Vámonos al Espolón, a recrear los ojos del cuerpo, pues ya he recreado los del entendimiento».

Sobre la firma

León (1996). Graduado en Educación Primaria por la Universidad de León. Realizó el Máster en Arte, Literatura y Cultura Contemporánea en la Universidad Oberta de Catalunya. En Leonoticias desde 2023. Articulista de opinión. Responsable en Leonoticias de 'El Odonista' y 'Edificios Emblemáticos de León' y en El Norte de Castilla de 'LiterArte'.

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