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«Han sido meses muy duros», reconocen los responsables del Banco de Alimentos de Valencia en el comunicado que este lunes llegó a manos de ... Jesús Mediavilla, el presidente de la institución benéfica en Valladolid. «Durante este tiempo, hemos repartido más de ocho millones de kilos entre los afectados por la dana», continúa la misiva. Y parte de esa ayuda procedía de Valladolid, de esta provincia que se volcó en solidaridad con los damnificados por unas riadas que, a finales de octubre, anegaron municipios hoy tristemente célebres. Como Paiporta. Como Picanya. Como Catarroja.
«Ahora mismo, hemos agotado los 'stocks' de todos los víveres recibidos y empezaremos a comprar alimentos», avisan desde la ONG valenciana, que ha pedido a la Federación de Bancos de Alimentos (y a las sucursales que tiene repartidas en las distintas provincias) que, si tienen todavía alguna vía de colaboración, se pongan en contacto con ellos para ver cómo articular esas ayudas.
«Desde Valladolid, hemos contribuido con todo lo que hemos podido», indica Mediavilla, quien recuerda la transferencia de 40.000 euros efectuada durante las primeras semanas de emergencia. Aquellos momentos iniciales fueron especialmente complicados, ya que las carreteras cortadas y las dificultades de acceso hicieron imposible trasladar con urgencia toda la ayuda recabada en Valladolid.
La Diputación habilitó una nave en La Cistérniga que sirvió como base de operaciones y almacén para todo lo recogido en la provincia. Se llenaron más de 1.300 palés con alimentos, productos de higiene y limpieza, donados por ciudadanos y particulares. El trajín durante los primeros días fue tan extraordinario que hubo que clasificar los víveres y establecer prioridades a la hora del transporte. «Los camiones fueron saliendo con un goteo constante», explica Fernando Esteban, diputado de Servicios Técnicos de Obras y de Agricultura, Ganadería y Calidad del Agua en la institución provincial. En total, 42 tráilers. Su labor fue fundamental para coordinar estas remesas que, después de unos principios titubeantes por esas dificultades de acceso, se intensificaron a partir de diciembre. «Después de Reyes, el movimiento se intensificó todavía más y a finales de enero, las naves ya estaban vacías», cuenta Esteban. Hoy, ya no queda nada en ese almacén de La Cistérniga.
La mayor parte de la ayuda se ha trasladado a los municipios afectados. «Hemos estado en contacto con la Diputación de Valencia y con varios ayuntamientos, para conocer sus necesidades y dónde había que trasladar la ayuda», explicó en su día Esteban. Pero hubo una parte de esas donaciones que se tuvieron que quedar en Valladolid. Fueron aquellos productos que tenían una fecha de consumo preferente muy estrecha o que, en el momento en el que se donaron, estaban a punto de caducar. Ante la imposibilidad de trasladarlos a Valencia, el Banco de Alimentos se hizo cargo de esos productos (fundamentalmente leche) para el reparto entre las personas más desfavorecidas de Valladolid. «Tal vez hemos llegado a recibir unos 40.000 litros de leche», cuenta Mediavilla. Esto equivale, aproximadamente, a esos 40.000 euros donados desde el Banco de Alimentos de Valladolid.
«Ahora estamos a expensas de lo que nos digan. Si necesitan alguna remesa concreta de legumbres o de otros productos y nos dicen que hace falta, se lo enviamos. Pero es importante trabajar de forma coordinada para no mandar lo que tal vez no necesiten», indica Mediavilla, después de recibir ese mensaje de agradecimiento desde Valencia, que recuerda a los distintos Bancos de Alimentos que, si todavía tienen 'stocks' de aquellas campañas masivas de recogida, se lo hagan saber. De momento, aquí, en Valladolid, ya no queda nada. Todo se ha enviado. Y eso, sin contar con la ayuda enviada por otras vías particulares o la contribución de profesionales como bomberos, policías y trabajadores del servicio de limpieza.
Y en un año, además, también complicado para la institución solidaria en Valladolid, que ha visto cómo su actividad se ha modificado por las últimas decisiones de las administraciones. La entrada en vigor de las tarjetas monederos ha reducido el número de beneficiarios del Banco de Alimentos. A lo largo de 2024, atendieron a 11.876 personas. A finales de febrero, eran 6.771. Esta diferencia en 5.105 beneficiarios se explica en que la gran mayoría de ellos han podido optar a las tarjetas monedero impulsadas por el Gobierno de España, en colaboración con las comunidades autónomas y en un primer momento a través de Cruz Roja.
Las familias beneficiarias reciben (en función de su renta y número de menores a su cargo) unas tarjetas de prepago que pueden utilizar en diversos supermercados. Es una manera, argumentan desde el Ejecutivo, de «acabar con las colas del hambre». Esto ha reducido el número de personas que requieren ayuda directa del Banco de Alimentos. Pero, a cambio, la ONG tiene que hacer un esfuerzo mayor para atenderlas. Durante los últimos meses han desaparecido gran parte de las ayudas que recibían por parte de los fondos europeos. El último envío fue de cerca de 270.000 de víveres. Desde la institución vallisoletana calculan que, por esa vía, sus ingresos se han reducido en cerca de medio millón de euros.
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Por eso, explican, son tan importantes las campañas de captación de fondos que se organizan de forma periódica. La próxima 'gran recogida' tendrá lugar los días 23 y 24 de mayo, en las principales cadenas de supermercados de la provincia, y el dinero obtenido durante esos días servirá para garantizar el suministro y la actividad del Banco de Alimentos hasta después del verano.
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