Domingo, 10 de noviembre 2024, 10:56
Son los rostros de la solidaridad vallisoletana con Valencia. Una cadena de voluntarios y de trabajadores, de servidores y colaboradores, que durante los últimos días, desde que la tragedia asoló el Levante, han prestado sus manos para recoger material, para ordenar los productos, para cargarlos en camiones, para enviarlos a las zonas damnificadas por la DANA y para, también allí, en la zona cero, ayudar en la reconstrucción de unos pueblos destrozados por la riada. Estos son un ejemplo de los miles de vallisoletanos que han arrimado el hombro (el pueblo ayuda al pueblo) para que el dolor de Valencia sea un poco menos intenso.
Chari Campos. 66 años. Jubilada de Comercio. Valladolid (Delicias)
Eran las seis de la tarde del martes 29 de octubre cuando Chari cogió el teléfono para llamar a su hijo. «Vive en Valencia y yo estaba muy nerviosa por lo que empezaba a decir la tele». No era fácil contactar. El móvil no daba señal. «Minutos después ya pude por fin hablar con él. Me dijo que estuviera tranquila, que estaba bien, pero que aquello era horrible. No hablamos mucho más, para que tuviera el móvil lleno de batería por si acaso», cuenta Chari a las puertas del centro cívico Delicias. Vino aquí por primera vez el sábado para entregar comida y hacer una pregunta: ¿Necesitáis ayuda? La respuesta recibida, claro, fue un sí. Y Chari se quedó para colaborar en la recogida de víveres y productos de limpieza con el que comienza esta cadena solidaria que une Valladolid con Valencia.
José C. Castillo
Francisco Díez. 69 años. Banco de Voluntarios. Valladolid
Esa persona que le dijo a Chari que sí, que toda ayuda era bien recibida, fue Francisco Díez, integrante del Banco de Voluntarios, entidad que agrupa a más de 200 personas y que durante esta crisis se ha desplegado en los centros cívicos. «Los primeros días, fuimos más de cien voluntarios solo aquí en Delicias», cuenta Francisco. Este fue uno de los centros cívicos (junto al Campillo y José Luis Mosquera) donde el Ayuntamiento centralizó la recogida de material, pese a que durante las primeras jornadas hubo puntos para depositar ayuda en otros centros y mercados municipales. «Desde aquí, desde Delicias, hemos hecho más de 40 viajes a la nave del polígono donde se orgnaiza toda la ayuda desde Valladolid», cuenta Francisco.
José. C. Castillo
Sofía González. 23 años. Estudiante de Derecho. Valladolid
Conoció el movimiento solidario que se desplegaba en Delicias a través de las redes sociales y tuvo claro que quería echar una mano. «Aquí nos encargamos de empaquetar y almacenar lo que nos deja la gente para luego llevarlo al polígono». Sobre todo leche y agua, pero también medicinas, pañales, palas, cebillos... «Lo de la lejía es una burrada». «Es impresionante ver cómo se ha volcado la gente ante una situación así».
José C. Castillo
José Luis Muñoz. 69 años. Jubilado. La Cistérniga
Para organizar tantas donaciones han sido necesarias cajas. Muchas cajas. José Luis Muñoz se ha recorrido durante estos días los supermercados y comercios de Delicias en busca de embalajes que luego llenar con los productos depositados en el centro cívico. «Estuve en La Rondilla, en El Campillo el domingo por la tarde. Me he movido allí por donde he visto que hacía falta porque ha quedado demostrado que lo que no haga la sociedad civil no lo van a hacer los políticos».
José C. Castillo
Pilar Benito. 58 años. Vecina de Pinar de Jalón. Valladolid
«Venid, por favor, que tengo el coche lleno de pañales». Pilar Benito pide ayuda para descargar un cargamento de celulosa. «Los tenía en casa. Eran de mis suegros, pero desde que están en la residencia no los necesitamos. Y al ver que hacía tanta falta en Valencia, no lo hemos dudado», asegura Pilar, quien además ha traído latas de comida (fabada, garbanzos) y botas. Su hijo, enfermero, tiene previsto viajar en los próximos días para echar una mano desde el terreno.
José C. Castillo
Marina Martín. 21 años. Estudiante de Relaciones Internacionales. Valladolid
Unas de las jóvenes que ayudan a colocar la pila de pañales que trae Pilar es Marina, integrante del grupo de scouts Besana, que el pasado miércoles organizó una recogida solidaria en la plaza de la Trinidad, junto a la iglesia de San Nicolás. «Hay personas que no se pueden acercar hasta los centros cívicos y pensamos que así, con un puesto en el barrio, podíamos ayudar», asegura Marina, quien durante las primeras horas estuvo acompañada por Marta de la Hera, Sergio Manzano y Diego García.
José C. Castillo
Sergio Medina. 25 años. Estudiante de Derecho. Valladolid
Las antenas solidarias también tuvieron presencia en la Universidad. La asociación Estudiantes x la UVA coordinó una campaña en la facultad de Derecho. Más de 40 voluntarios prestaron su ayuda para preparar las cajas con comida y productos de limpieza que enviarán directamente a Picaña, a la escuela infantil Nuestra Señora de Montserrat, atendida por religiosas. «Nos pusimos en contacto con ellas a través del Santuario de Valladolid. Trabajan sobre el terreno y saben las necesidades de la gente», dice Sergio.
José C. Castillo
Alberto López. 48 años. Director de la residencia Legado del Niño Jesús. Valladolid
«Los residentes estaban preocupados al ver las noticias y las imágenes que nos llegaban de Valencia. Y a Pablo Alonso, el terapeuta ocupacional, se le ocurrió que desde aquí también ellos podían colaborar», explica Alberto López, director de esta residencia en la calle Duque de Lerma. Así, residentes y familiares han recaudado productos que cederán al Banco de Alimentos y que, además, llevan mensajes de aliento que los ancianos han escrito para los daminificados por la DANA.
José C. Castillo
Fernando Pardo. 51 años. Autoescuela Castilviejo. Medina de Rioseco
«¿Seremos capaces de llenar un tráiler?» Es el reto que el pasado jueves lanzaron el matrimonio de Medina de Rioseco formado por Fernando Pardo y Patricia Conde, que, junto a un buen numero de colaboradores, han hecho realidad al recoger desde el sábado en su autoescuela Castilviejo 22.700 kilos de alimentos no perecederos y todo tipo de productos y materiales, que el martes llegaban a Valencia gracias al transportista de Cuenca de Campos Cristian Baza. Asociaciones, peñas, hermandades de Semana Santa, clubes deportivos de Medina de Rioseco y su comarca han contribuido a ello.
Miguel G. Marbán
Manuel Vázquez de Prada. Valladolid.
Precisamente La Cistérniga ha sido epicentro de la ayuda vallisoletana a Valencia. Allí, en una nave industrial, se ha recibido toda la ayuda recogida en municipios y centros cívicos de la capital. «Mi hija vino uno de los primeros días y vio que hacía falta organización. Había muchas manos, pero sin una guía clara», cuenta Manuel, quien asumió por voluntad propia la tarea de poner orden entre las decenas de voluntarios que prestaban su ayuda en la nave. Con un silbato y órdenes clara («¡descarga!», «entrada de coche»), su labor ha servido para agilizar la preparación de los miles de paquetes de ayuda que se han enviado a Valencia.
José C. Castillo
Alba Rico. 26 años. Operaria del Ayuntamiento de Simancas
Uno de esos vehículos repletos de ayuda que llega hasta la nave de La Cistérniga es el que conduce Alba Rico, trabajadora del Ayuntamiento de Simancas que traslada hasta aquí todo lo recogido en su pueblo. Durante toda una mañana, recorrió los colegios de la localidad para recopilar todo el material donado por los vecinos del municipio.
José C. Castillo
Roberto Cerezo. Mancomunidad Valle de Esgueva
Roberto llega a La Cistérniga con otro de los vehículos solidarios. En este caso viene desde Renedo, pero ya ha hecho otros viajes, por ejemplo, a Encinas. Durante estos días se ha encargado de recorrer los puebos del valle del Esgueva para reunir las muestras de solidaridad allí recogidas y entregar todos esos productos en este punto centralizado de ayuda.
José C. Castillo
Jorge Blanco. 26 años. Militar. Arroyo de la Encomienda
«Es muy fácil empatizar con todo lo que está ocurriendo en Valencia, imaginar que eres tú quien puede estar en esa situación». Por eso, cuenta Jorge, tuvo tan claro, desde el primer momento, que había que echar una mano. El primer día, en el mercado del Campillo. Luego se vino a este almacén central, donde ayuda a descargar todas las furgonetas con ayuda que llegan de los pueblos, los centros cívicos o las donaciones particulares.
José C. Castillo
Iván Ruiz. 20 años. Estudiante de Educación Infantil. Renedo
También Iván ayuda a descargar tantas muestras de solidaridad. Gran parte de su labor se ha centrado en la preparación de los productos de higiene que se enviarán a Valencia. Champús, geles, jabones... «En todos estos casos, estamos colocando cinta adhesiva en los tapones, para evitar que los botes se abran durante el viaje», explica Iván, quien ha venido a colaborar junto a todos sus compañeros del centro Río Duero.
José C. Castillo
Ainara Holgín, 20 años. Estudiante de Educación Infantil. Valladolid
«Cuando vi por Instagram todo el movimiento solidario que había en Valladolid, hablé con los compañeros de clase y decidimos venir todos a ayudar», apunta Ainara, quien se encarga de doblar y separar los kilos y kilos de ropa donada durant eestos días. «Hay muchos pantalones, muchas camisetas. Y sobre todo ropa de mujer. Pero hacen falta sobre todo botas para trabajar allí sobre el terreno».
José C. Castillo
Pablo González. 22 años. Estudiante de Físicas. Valladolid
Los grupos de Whatsapp han sido una vía clave para movilizar a los voluntarios en Valladolid. Pablo González forma parte del que reúne a los integrantes de Physics League, un colectivo de divultación científica. Durante estos días, se ha encargado de desplegar y montar cajas, asegurarlas y acercárselas a otros voluntarios que las han llenado con prendas de ropa. «Cuando ves lo que ha ocurrido, sientes la necesidad de hacer algo, de no quedarte parado».
José C. Castillo
Adela Ortega. Maestra jubilada. Valladolid
El grupo de whatsapp de Adela tiene 415 miembros. Todos son profesores vallisoletanos, repartidos en diversos colegios e institutos de la provincia. «La prioridad está clara: comida, productos de higiene y material que ayude a limpiar las calles y las casas. Pero nuestros compañeros docentes nos dijeron que habían perdido mucho material en sus centros. Por eso, hemos hecho un llamamiento para recoger cuentos para las bibliotecas, juguetes para las clases de Infantil, material para las de educación física (como colchonetas o picas).
José C. Castillo
Tomás García. 30 años. Márketing. Valladolid
«Hay momentos en los que tenemos mucho más trabajo. Sobre todo, cuando empiezan a llegar las remesas desde los centros cívicos y todo eso hay que descargarlo y organizarlo», indica Tomás, quien se ha acercado varias mañanas hasta la nave central de La Cistérniga para ayudar. «Cómo no vas a colaborar ante una tragedia así», dice.
José C. Castillo
Noelia Cantera. Trabajadora de la Gerencia de Servicios Sociales. Piña de Esgueva
«Me he cogido un moscoso, un día en el trabajo para venir a ayudar, junto a mi hija Carla. Piensas que si algo así te ocurriera a ti, te gustaría que otras personas se acordaran e hicieran todo lo posible por echarte una mano», indica Noelia, quien ordena los bricks de leche (por marcas) para que así los paquetes tengan el mismo tamaño y sea más fácil su colocación en los palés.
José C. Castillo
Claudia Martínez. Profesora. Boecillo.
Y para eso son tan necesarios los palés. Claudia ha llevado en furgoneta una buena remesa procedente de la empresa de su padre, Martínez Jacas. Un cartel en la nave advierte de que son preferibles los palés europeos (de 1200x800). Ni los americanos («demasiado grandes») ni los que son muy pequeños. Esto facilita luego la labor de carga en los camiones.
José C. Castillo
Ángel Barcenilla. Trabajador de mantenimiento en Michelin. Valladolid
Para eso, antes es imprescindible la tarea que lleva a cabo Ángel Barcenilla. «Alguien ha donado una máquina que sirve para envolver en plástico los productos, como hacen con las maletas en los aeropuertos. Esto sirve para asegurar todo el material y que viaje en las mejores condiciones sobre el palé», explica Ángel, quien nunca antes había manejado una máquina así. «No es complicado. Se aprende pronto y cuando es por una causa así, le pones todavía más interés».
José C. Castillo
José Luis Fernández. Jubilado. Valladolid.
Con los paquetes organizados y embalados, José Luis se encarga del paso siguiente. Con una carretilla, los coloca antes de ser cargados en los camiones que los llevarán rumbo a Valencia. «Cuando llegas aquí y ves a tanta gente, no sabes muy bien qué hacer, por dónde empezar. Al final, buscas el hueco donde mejor puedes ayudar. La lógica te dice el mejor sitio para ti. Y yo lo he encontrado aquí», indica mientras un camión se acerca a estas instalaciones para llenar sus tripas con material que pondrá rumbo a Valencia.
José C. Castillo
Ángeles Rodríguez. 67 años. Presidenta d ela Asocaición de Mujeres para la Participación de Medina del Campo
También en Medina del Campo ha colaborado Ángeles. «Me he encargado de clasificar y empaquetar los productos que los vecinos nos han acercado al Ayuntamiento. Me he sentido muy satisfecha de poder ayudar».
Yaiza Cobos
Lis Espinilla. 53 años. Integrante de la Asociacíón Lírica de Cabezón de Pisuerga.
A Lis y a su marido Ángel Trigueros las riadas de la DANA les pillaron de vacaciones en Guardamar del Segura. Ninguno de los dos lo dudó y al día siguiente de la tragedia, llenaron su coche de garrafas de agua y emprendieron rumbo a la zona cero, a unos 200 kilómetros de distancia. Lamentablemente no les permitieron el paso y tuvieron que regresar con el agua hasta Cabezón de Pisuerga, donde ambos viven. «Todavía no había llegado ningún tipo de ayuda a la zona. Las carreteras estaban todas cortadas y no nos dejaron pasar. Intentamos ir por Murcia, pero tampoco se pudo. Las casetas de Cruz Roja estaban cerradas y no pudimos dejar allí el agua», cuenta Lis. Con la pena de no haber podido ayudar in situ, ella propuso a un familiar que reside en Santovenia de Pisuerga, la posibilidad de realizar una zarzuela solidaria, con la participación de la Asociación Lírica de Cabezón de Pisuerga, de la que este matrimonio es miembro. «Sabíamos que todo el grupo iba a estar dispuesto a colaborar. Somos 22 interpretes aficionados y ninguno lo dudó. Todos son personas muy comprometidas. Incluso nuestro pianista, Daniel Rodríguez, ofreció su caché íntegro para la causa. Por parte del Ayuntamiento de Santovenia todo han sido facilidades», ensalza esta vecina de Cabezón. La actuación tuvo lugar este sábado y se consiguió una gran recaudación también por la Fila Cero. «A través de la música y la zarzuela también se puede ayudar mucho a Valencia», concluye.
Laura Negro
Jesús Mediavilla. Presidente del Banco de Alimentos.Valladolid
Apenas unas horas después de la riada, los Bancos de Alimentos desplegaron su fortaleza por toda España. En Valladolid, se reunieron de forma urgente y aprobaron el envío de 30.000 euros. «Desde un punto de vista logístico, es lo mejor que se puede hacer», explica Mediavilla. Ese dinero se transfirió a sus compañeros de Levante, que instalaron una macrodespensa solidaria en las instalaciones del Valencia CF.
José C. Castillo
David Gómez Merino. 34 años. Técnico de Emergencias Sanitarias en Ambulancias Rodrigo para Sacyl 112. Tudela de Duero
El despliegue de voluntarios ha sido impresionante en toda la provincia. «La catástrofe ocurrida en Valencia es algo que no podemos dejar pasar por alto. Como en un primer momento era difícil acudir, nos pusimos mano a mano con el Ayuntamiento de Tudela de Duero para empezar con la recogida de material. Es una manera de poner nuestro gran pequeño granito de arena».
Yaiza Cobos
Rodrigo Requejo. 22 años. Gerente del bar La Ruta. La Cistérniga
En La Cistérniga, Rodrigo Requejo ha convertido su bar en terminal de solidaridad. «Tenemos cerca de dos toneladas de productos», cuenta Rodrigo, mientras repasa el aluvión de donaciones que ha recibido. Este viernes, su grupo de amigos, que son aficionados a los 4x4, partió hacia la zona cero con cuatro furgonetas y un convoy de ocho todoterrenos. «El objetivo es llevar nuestra ayuda donde otros no han podido llegar por la dificultad del acceso. Estamos bien preparados para despejar las calles que están atestadas de coches y repartir toda la ayuda en el municipio de Albal», indica.
Laura Negro
Pablo Esteban. 25 años. Enfermero voluntario. Valladolid
Sobre las calles embarradas de Benetúser, Pablo, camiseta del Pucela incluida y enfermero de profesión, aparca estos días sus labores en el Río Hortega. Porta una pala para despejar calles y aportar su granito de arena. No lo dudó y esa «necesidad de ayuda» que vio por la tele le motivó para desplazarse con un grupo de amigos, todos ellos enfermeros.
A.Mingueza
Victor Pérez. 28 años. Enfermero voluntario. Valladolid
Viajaron en el mismo vehículo desde la capital vallisoletana con destino la 'zona cero' de la catástrofe para retirar barro y despejar calles. Víctor Pérez empatizó con la situación y en su viaje voluntario de solidaridad siempre pensó que si a él le pasaba, «me gustaría recibir también esa ayuda». Todo esto antes de empezar esta próxima semana sus labores de enfermero en el centro de salud Casa del Barco.
A.Mingueza
Clara Labajo. 26 años. Enfermera vallisoletana en Barcelona
En el mismo punto del desastre, Clara Labajo se unió a este grupo de amigos. Vallisoletana de nacimiento, se sumó a la expedición desde Barcelona. Aparcó sus labores en el Hospital Vall D'Hebron y se fue al «horror» como ella misma lo describe. No se imaginaba «ni una pizca» todo el dolor que ha visto estos días.
A.Mingueza
Lidia Casado. 26 años. Enfermera voluntaria. Valladolid
Comparte instantánea con los sentimientos de Lidia Casada. Su día a día está en el Hospital Clínico, donde pidió unos días de «descanso». Y fueron todo lo contrario, Porque con la premisa de «toda ayuda es poca», se afanó para limpiar y limpiar junto a sus compañeros y amigos de expedición.
A.Mingueza
Jonathan Díez. 35 años. Bombero de la Diputación de Valladolid
Otro largo viaje fue el que experimentaron los Bomberos de la Diputación de Valladolid. En esta ocasión, desde el parque de Peñafiel. Entre ellos se encontraba el segoviano Jonathan Díez, uno de los artífices de que uno de los garajes de Aldaya recobrase parte de su normalidad. Por lo menos que no tuviera agua enfangada. «Todas las manos son pocas», apuntaba en un pequeño parón.
A.Mingueza
Cristian Amos. 37 años. Bombero de la Diputación de Valladolid
Se refresca junto a Cristian Amos, compañero destinado en Medina del Campo. Su historia es la sufrir el dolor casi en primera persona. Vive temporadas en Valladolid, pero también en un municipio de la provincia de Valencia de donde es su mujer, policía de profesión. No sufrieron las avenidas de agua, pero les toca de cerca la devastación. Así que él, ha acompañado a los bomberos, para ser uno más en las labores de rescate y limpieza. Todo ello bajo el nombre de la Diputación.
A.Mingueza
Celedonio Fraile. 54 años. Bombero forestal en Guisando (Ávila)
Pero no solo la presencia vallisoletana ha estado presente. Castilla y León se ha congregado en Aldaya con bomberos forestales de Ávila. Como el caso de Celedonio Fraile. Suelta un «mira cómo está todo esto» para continuar con un «cómo no vamos a ayudar a toda esta gente». Ha limpiado aceras y carreteras y deja para más adelante una futura problemática con tuberías colapsadas de barro.
A.Mingueza
Álvaro Nuñez. 24 años. Bombero forestal de Mombeltrán (Ávila)
El más joven de esa expedición es Álvaro Núñez. Se rodea de experimentados compañeros para ponerse a su disposición. Aprender y ayudar es su lema. Sobre todo, una vez que ha visto la tragedia en primera persona. «Tenemos que seguir colaborando en todo lo que se pueda», concluye.
A.Mingueza
Alberto Rodilana. 44 años. Dueño de la tienda Atmósfera Sport. Medina del Campo
Ese deseo por no dejar de colaborar está en la mente de Alberto. «Nos llamaron Roberto y Vero, nuestros vecinos de Pan de Panes (Ávila) para comentarnos que iban a ir a Valencia y nos preguntamos si queríamos acompañarles. No lo dudamos, nos sentíamos con la necesidad de ayudar de alguna manera. Lo comentamos en nuestras redes sociales y en apenas unas horas, la gente de Medina del Campo y de la comarca llenó la tienda de productos de limpieza, palas, escobas, comida... Esa misma noche de madrugada salimos a Valencia dos furgones llenos. Allí encontramos un punto de recogida donde los mismos vecinos podían llegar andando y cogían ellos mismos lo que necesitaban. Nos vinimos a casa con la imagen de Valencia devastada y con la esperanza de que acabe pronto.
Yaiza Cobos
María de la Torre. 32 años. Profesora. Valladolid
Entre el caos de cajas de limpieza, productos de alimentación y botas se escuchaban en el centro cívico José Luis Mosquera las palabras de ánimo de María, quien lleva varios días ayudando a organizar los productos de las donaciones. «Hacer esto no es venir a hacer un voluntariado, es ponerse a currar y dar el 200%», explica la joven mientras apila un par de cajas más entre los brazos.
Rodrigo Ucero
Ariadna Pena. 26 años. Química. Valladolid
Además de ayudar cargando y ordenando cajas, ha estudiado el material más demandado. «Aquí sobre todo hemos recibido mucha agua, no solo para hidratarse, sino para que puedan ducharse con agua potable, además de objetos de higiene personal y mucho material para los niños», asegura. También destaca la importancia de donar comida sin gluten para aquellos que son intolerantes.
Rodrigo Ucero
Floriano Gutiérrez. Jubilado. Valladolid
Ha estado muy involucrado en este centro de recogida en Huerta del Rey, no solo ordenando todo el material que ha llegado, sino también dando instrucciones a los más novatos, destacando el compromiso y solidaridad de los jóvenes. «Han colaborado muchísimo, más de lo que se piensa. Me gustaría que los envíos se hiciesen con cierta rapidez, todas estas cajas pueden tardar más de quince días en llegar» expresa con cierta preocupación.
Rodrigo Ucero
Violeta Llorente. 25 años. Trabajadora social. Valladolid
Tras la breve experiencia que ha vivido estos días, la vallisoletana deja claro que «además de la buena intención de la gente, es crucial saber coordinarse y designar bien las funciones a cada voluntario» con el objetivo de sacar adelante el trabajo de la mejor manera posible.
Rodrigo Ucero
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