De tapas con Javier, de 'Los Pichas': «En Valladolid tenemos buenos bares y buenos vinos. Somos la bomba»

Elegante a la par que sencillo, Javier Carballo entra al bar Tívoli, se desabrocha su cazadora de cuero marrón y saluda al personal, obteniendo como respuesta un colectivo «¿cómo andamos, Javi?». Una vez toma asiento en primera fila –frente a la barra–, pide una 'gaseosa', a lo que Iván, el camarero, responde sirviendo un gélido tercio de Mahou.

Javier, junto a Agustín, Iván, Nacho y Alberto, forman parte del grupo musical 'Los Pichas', adaptación del término andaluz 'pisha', o 'colega': un grupo de amigos que ahora lleva su música de estilo bolero y rumba canalla a actuaciones y fiestas de pueblos y barrios.

Carballo, quien se define como «un chico muy de barrio» siempre lleva a La Rondilla en el corazón, algo que declara de forma orgullosa tanto en las entrevistas como sobre los escenarios: «Aquí tenemos un parque estupendo y bares de amigos que son realmente maravillosos para tomar algo durante el día o salir por la noche», comparte. Sin embargo, uno de sus planes ideales es el tardeo: «Me encanta salir a tomar el vermú por el barrio para después pasarme por el centro a ver alguna actuación o concierto de grupos musicales o DJs que conozco». En definitiva, «todo lo que implique compartir con amigos es un plan perfecto», se sincera el cantante.

Precisamente, uno de sus bares favoritos en Valladolid, al que describe como «un local mítico de La Rondilla de toda la vida», es el Tívoli (Calle Cardenal Torquemada, número 19), del que Javier comparte su historia: «Yo había oído hablar de este bar –conocido como 'el del los taxistas' y en el que se jugaba muchísimo a las chapas en Semana Santa–». «Pero un día, un amigo me dijo: 'Tú no conoces verdaderamente el Tívoli', y tenía razón».

Y es que aquel amigo, que lamentablemente falleció hace no mucho, es en cierto modo una suerte de 'vínculo' que une a Javier Carballo con el Tívoli. Sin embargo, esto no es lo único que el cantante destaca de este particular garito: «La familia que lo lleva es un auténtico amor, muy amables. Y en cuanto a la comida… Eusebio guisa que alucinas. Su cocina es como la de un submarino», subraya entre risas.

En lo que a salir a tomar tapas se refiere, el cantante de 'Los Pichas' comparte más bares del barrio que le ha visto crecer, como el bar Meraki o, particularmente, La Orensana: «Allí hay que probar la oreja a la gallega». «Es la mejor que he visto, no la he comido así ni en Galicia», afirma contundente el vocalista.

Por otro lado, en el centro de la ciudad escoge clásicos del 'tapeo' pucelano, como la Cárcava; o El Toro (calle Tintes, 6): «ahora mismo, están haciendo muy bien las cosas», opina.

Si se trata de salir a tomar un vino o una caña, además de los anteriormente mencionados, otro de sus lugares favoritos es el café del Círculo de Recreo, antiguo casino: «Se trata de un bar que siempre me ha gustado mucho, aunque muchos vallisoletanos no lo conocen». «Tiene un aire burgués sin perder lo bohemio que me encanta», añade el artista. De vuelta en su barrio, recomienda tomar una birra en el Café Bar Caña Akí, donde sirven «la cerveza más fría del mundo», comparte con humor.

A la hora de consumir vinos no hay nada escrito; y Javier Carballo los toma «solamente durante las comidas», preferiblemente un tinto Ribera del Duero, mejor si se trata de un Convento Oreja, que «ofrece una gran relación calidad-precio». Tampoco puede faltar a la mesa un Salvueros o una botella de Sinfo, de entre los rosados, aunque «es menos de blancos». No obstante, el cantante no tiene problema en «amoldarse a la tierra» cuando viaja.

Avanzando en el día, para comer o cenar, Carballo comparte su predilección por Donde Tito (Calle Cerrada, número 2), al que define como «su bar de cercanía»; así como La Malagueña o el Bar Meraki (estos últimos en Tirso de Molina, 4). También recomienda probar el menú del día de Casa Azcona, en la calle Linares, 46: «Se trata de un menú con una excelente calidad precio». Sin embargo, no puede pasar por alto las comidas en el anteriormente mencionado Tívoli, donde a menudo escoge los nachos o, sobre todo, las patatas a la importancia: «las preparan de maravilla, y también las hacen con marisco… Una pasada». Otro de sus lugares favoritos en la ciudad es La Portuguesa, «un sitio especializado en bacalao» donde, además, «la mujer que lo regenta te cuenta unas historias alucinantes», declara.

Por otro lado, para días festivos y ocasiones especiales, recomienda también el restaurante ubicado en el Círculo de Recreo, denominado Club 1844: «tiene opciones muy interesantes y es un buen sitio para celebrar». A modo de paréntesis, Carballo comparte una opinión sobre Valladolid que a menudo pasa desapercibida entre los propios vallisoletanos: «Tenemos mucha suerte de vivir en una ciudad con tanta vida. Porque en Valladolid siempre hay algo que hacer, ya sea un concierto, una función de teatro… También tenemos buenos bares, buenos vinos… ¡Somos la bomba!».

Al caer la noche, tres de los lugares favoritos donde Javier Carballo disfruta tomando una copa en su barrio son el famoso Zerocafé (San Blas, 11), El Escondite (en el número 9 de la calle Tirso de Molina) y el Bar Tiki (Calle Empecinado 23). «Por el centro suelo salir por la zona de la Catedral –sobre todo al Berlín, el Largo Adiós y el Farolito– y Cantarranas, donde me suelo mover por el Desván del Deseo», comparte el cantante.

Dejando de lado lo gastronómico, Javier Carballo recuerda una imagen que le marcó de por vida tras ser preguntado por aquellos lugares en Valladolid de los cuales guarda buen recuerdo: «Cuando tenía unos siete u ocho años, paseando con mi padre, que me llevaba de la mano, pasamos justo detrás del Teatro Calderón». «Casualmente, las puertas se encontraban abiertas, dejando ver el inmenso espacio vacío, alumbrado con la luz de las tulipas, desde el punto de vista del escenario», comparte emocionado el artista. «A pesar de que a esa edad yo no entendía nada, no había visto algo tan bonito en mi vida». A raíz de este curioso presagio, el cantante comparte una de sus costumbres previas a sus funciones: quedarse solo encima del escenario –todavía vacío– y contemplar en silencio el patio de butacas.

Otro de sus lugares favoritos en la ciudad, del cual «está muy orgulloso» es el Museo Nacional de Escultura: «He viajado muchísimo, he conocido mil museos del estilo, pero como el de mi tierra no hay nada, amigo», declara entre risas. «La misma fachada es una auténtica maravilla, y todas las obras de arte que hay dentro son para morirse», comparte el vocalista de 'Los Pichas' Javier Carballo.

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