
Salvador Rodríguez, agricultor de 68 años de San Martín de Valvení, revela que antes de que se activara el estado de alarma «salía de casa lo justo».
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La razón, justifica, es su patio. Allí pierde la noción del tiempo. Se pasa «media vida haciendo apaños». «Me vengo por las tardes y hasta que se hace de noche; alguna vez tengo que ir a la era para mantener las tierras, pero es cosa del trabajo», expone. A él, lo que le da «más miedo son las muertes que anuncian por la televisión». «En invierno solemos acatarrarnos todo el pueblo, pero de muertes nada, esto genera mucha más incertidumbre», prosigue.
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