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«Tengo la sensación de que la casa es más pequeña, mucho más pequeña», dice Jorge Armiñanzas, 37 años, diagnosticado de síndrome de Asperger, un ... trastorno del desarrollo que se incluye dentro del espectro autista. El Ministerio de Sanidad ha atendido la petición de la federación nacional que agrupa a 133 entidades especializadas en la atención a estas personas (entre ellas, Autismo Valladolid) y ha firmado una instrucción que autoriza, de forma extraordinaria y controlada, a que las personas que presentan un Trastorno del Espectro Autista (TEA) reciban permisos especiales para dar «paseos terapéuticos» para salir a la calle y salir, «solas o acompañadas, cuando sus circunstancias lo requieran», ya que el confinamiento «puede suponer alteraciones significativa de su comportamiento y afecciones graves a su bienestar psicofísico y personal», asegura Miguel Casas, presidente de la Federación de Autismo de Castilla y León, y también de la organización nacional.
«Las personas con TEA requieren rutinas estables y predecibles. Cambios tan radicales como los que se han producido desde el pasado fin de semana, pueden tener consecuencias serias: altos niveles de ansiedad, estrés, conductas desafiantes, agresiones (a sí mismos o a las personas que viven con ellos)», explica Casas. La intervención de Autismo España y del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI) ha conseguido esta medida para que las personas con diagnóstico de espectro autista y conductas disruptivas «puedan salir a la calle acompañadas de otra persona, respetando las medidas establecidas para evitar contagiarse de coronavirus». El colectivo solicitó (y también ha conseguido) que los terapeutas puedan acudir a las casas de estas personas para recibir atención domiciliaria cuando sea necesario.
Estas medidas, aseguran, contribuirán a paliar muchas situaciones complicadas y desagradables. Jorge, por ejemplo, percibe que desde el domingo algo no va bien. «Me noto más nervioso de lo habitual. Con la sensación de que algo malo me puede pasar cuando estoy en mi cuarto. Yo funciono muy bien con las rutinas y cuando se rompen, siento que no estoy tan seguro, que los demás pueden invadir mi espacio, que la casa se me hace más pequeña. Tomo medicación para la ansiedad, pero ahora tengo mucha más», dice Jorge. «Sé que por encima de mis necesidades está lo que diga el Gobierno. Y yo no voy a incumplir lo que decidan, pero necesito salir», añade.
Su madre, Marisa Castillo, insiste en que esos paseos «serán muy beneficiosos». «Para Jorge son muy necesarias las rutinas. Y esta situación le descoloca por completo. Además, se le hace más complicado porque en diciembre comenzó a trabajar como taquillero en el polideportivo Canterac, y ahora, sin el trabajo y en casa, se le hace todo más cuesta arriba», indica Marisa, quien recuerda que, afortunadamente, cuentan con la atención por Internet de Álvaro, su terapeuta, quien acompaña 'on line' a Jorge mientras dura la cuarentena, ante la suspensión de la sesiones presenciales. «Afortunadamente, la casa es grande. Tenemos dos baños. Si salimos a la ventana vemos los jardines, pero no es una situación sencilla, salir no es un capricho para las personas con espectro de trastorno autista», concluye Marisa.
Es el caso también de Enzo, 13 años, vecino de Laguna de Duero. Las personas con TEA suelen presentar estereotipias (movimientos, posturas o voces repetitivos o ritualizados sin un fin determinado). En el caso de Enzo, suelen ser carreras y saltos. «Para otras personas son balanceos, por ejemplo, y necesitan hacerlos para sentirse bien», explica Ana Rodríguez, la madre de Enzo. También en su caso reclama la posibilidad de disponer de un permiso especial para garantizar la salud de su hijo. «En nuestra vida habitual, salíamos a dar paseos en familia.Nosotros andábamos y Enzo iba con el patinete, porque así, mientras nosotros avanzábamos, él va y viene. También en clase, en el Centro Cultural Marista, saben que necesita de vez en cuando levantarse», cuenta Marisa.
Por eso, esta reclusión domiciliaria le afecta tanto. «No tenemos jardín, vivimos en un piso. Y veo que lo necesita. Nuestro último paseo fue el sábado, antes de que se declarara el estado de alarma. Ydesde entonces no hemos salido. Y ya se nota. Por la noche se da un baño relajante. Hacemos los ejercicios de gimnasia que le ha mandado el profesor, los deberes de clase. Pero Enzo necesita esa rutina de salir a la calle para controlar sus niveles de ansiedad», explica su madre.
En algunas comunidades, como Andalucía, ya se habían autorizado estos «paseos terapéuticos», al reconocer que «andar o caminar favorece que se reduzcan conductas disruptivas, o estereotipadas y que aumentan al estar encerrados». Ahora la medida se extiende a toda España.
Deberán acreditar en su caso que disponen de la tarjeta de discapacidad y, si es posible, presentar la prescripcion por parte de un profesional sanitario o social y los informes médicos pertinentes. En Castilla y León hay 1.200 personas con autismo, de acuerdo con los datos de la federación regional, en la que están agrupadas cerca de mil. De ellas, 300 viven en Valladolid.
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