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«Nos han dicho que controlemos a Oliver, que si el niño vuelve a ponerse como estaba, que lo llevemos al hospital», señala Leticia, la madre de un niño vallisoletano de 8 años a quien en la tarde del pasado día 14 hubo que llevar a toda prisa al Hospital Clínico de Valladolid. Respiraba con mucha dificultad, tenía fiebre y sudaba, y apenas podía dar un paso. En el Hospital Clínico Universitario le estabilizaron y le mandaron de vuelta a casa, sin saber si se había infectado o no por coronavirus, pues las urgencias de los hospitales ya no realizan tests a los pacientes con síntomas compatibles con el Covid-19, sino que cualquier caso sospechoso se considera como positivo sin pruebas de confirmación. Si se decide su ingreso al revestir más gravedad por factores de riesgo o edad o enfermedades concomitantes, sí se le realiza la prueba para conocer si la infección es por coronavirus.
A Oliver, que estudia en un colegio del barrio de Las Delicias, «le han mandado que haga vida normal, nada de cuarentena», explica su madre, Leticia, si bien el confinamiento obligado de todos los españoles en sus domicilios tras el decreto de estado de alarma por parte del Gobierno es prácticamente eso, una cuarentena para Óliver y su familia. Aunque Leticia haya tenido que salir de su domicilio estos días para ir la fábrica en la que trabaja y dejar a su hijo convaleciente.
El sábado 14, Leticia estaba de tarde y llamó a su hijo mayor en el descanso, a las 18:30 horas. «Me dijo que Oliver no podía respirar y que sudaba mucho. Avisé rápido a mi pareja para que fuera a verles, y cuando llegó y vio cómo estaba Oliver, se lo llevó rápidamente al hospital», añade. «Cuando llegué, no me dejaban entrar, decían que ya estaba dentro con el niño una persona y que no tenían ni mascarilla ni guantes para mí. Les dije que yo era su madre, así que les insistí hasta que pude entrar. Le habían auscultado y dado el 'Ventolín' hasta que se estabilizó. Le pregunté a la médica que qué le había pasado y me dijo que había tenido un broncoespasmo. Le dije entonces que si se descartaba el coronavirus y me dijo que no», añade Leticia, que volvió con dudas a su casa al no haberle hecho las pruebas del coronavirus a su hijo.
«Estábamos asustados, el niño también. Me preguntaba: 'Mamá, ¿esto es coronavirus? ¿Me voy a morir?' Le tranquilicé, le dije que no. El sábado sí que le silbaba el pecho, pero ya no, aunque sigue con tos», añade Leticia, que insiste en que Oliver no padece asma ni había sufrido ante una crisis respiratoria. «Si es coronavirus, habrá tenido que infectarse en el colegio, porque hemos ido de casa al colegio y del colegio a casa. No hemos estado ni por la calle ni en ningún parque», concluye.
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