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Dice el Boletín Oficial del viernes que nada de aglomeraciones. «La participación en agrupaciones de personas para el desarrollo de cualquier actividad o evento de carácter familiar o social, tanto en la vía pública como en espacios públicos y privados, se reducirá a un número ... máximo de seis personas, salvo que se trate de convivientes», dice. Ya no es la primera vez. En Valladolid, de hecho, es la cuarta ocasión tras el estado de alarma en la que la Junta impone medidas restrictivas, unas veces generalizadas y otras, como el pasado 1 de septiembre, 'ad hoc'. A las 12:30 del mediodía, sin embargo, la Plaza Zorrilla desbordaba cualquier registro. El homenaje a Miguel Delibes concitó tantos curiosos que las pruebas de sonido se hicieron, en lugar del con el clásico «uno, dos, uno, dos, probando», con un envite: «recordamos que hay que mantener la distancia de dos metros entre personas». Así fue hasta que llegó el turno de descubrir la escultura que devuelve al escritor al Campo Grande y fotógrafos profesionales, aficionados y curiosos con móviles sin zoom quisieron coger sitio.
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Francisco Igea, vicepresidente de la Junta y anunciador de restricciones tras los consejos de Gobierno, formó parte de la comitiva. En el acto, con mascarilla azul y discurso oficial, Igea departe unos minutos antes con Óscar Puente, alcalde de Valladolid y su enemigo acérrimo tuitero. No hay debate público esta vez sobre las restricciones, el día que las estadísticas reflejan un récord de contagios por covid-19 en Castilla y León. El Bocyl del viernes aclaraba que lo de las reuniones de seis personas era de obligado cumplimiento«excepto en el caso de actividades laborales e institucionales o en el de actividades en que se establezcan límites o medidas específicas».
Es el primer día de las cuartas restricciones. En esta jornada con nombre de capítulo de novela apocalíptica el sol acompaña y alivia. La calle Santiago muestra un trasiego que no casa con la imagen que se tiene de una ciudad con restricciones. A la altura de la iglesia, una mesa con el logo del PP recoge firmas para apoyar la petición de una nueva legislación contra la 'okupación' de viviendas. Diputados y senadores populares, junto al consejero de Agricultura, Jesús Julio Carnero, el presidente de la Diputación, Conrado Íscar, y los cabezas de cartel del Ayuntamiento, Pilar del Olmo y José Antonio de Santiago Juárez. Este echa un cigarro apartado de las mesas. Dice el Bocyl del viernes: «No se podrá fumar en la vía pública o en espacios al aire libre, cuando no se pueda respetar una distancia de seguridad de, al menos, 2 metros». Así que cuando alguien se acerca con intención de saludar, De Santiago apaga el cigarro y se sube la mascarilla.
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«Confinamiento», en octubre, no es «confinamiento» en marzo. Sin embargo, un vistazo a las normativas permite ver cómo poco a poco se recrudecen las restricciones. La distancia de 1,5 metros para fumadores se alarga hasta los 2 metros. Las reuniones de 10 personas se quedan en reuniones de 6. Del 50% de aforo en las barras a cero. Y eso, en apenas dos meses.
Casa con los discursos de Francisco Igea y Verónica Casado.
14 de agosto:«Todos los escenarios están abiertos. Nuestra obligación es intentar no llegar a ellos, pero no dudaremos en tomar ninguna medida».
20 de agosto:«La situación es preocupante».
2 de septiembre:«Esto es muy serio».
15 de octubre: «Limiten de forma clara los contactos sociales y las visitas a casas». Y la situación en Castilla y León, con los criterios del Ministerio:«riesgo extremo».
Con ese epíteto y los contagios disparados, las terrazas mostraban un buen aspecto, aunque nada del lleno absoluto pasada la una y media de la
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Tarde. El aluvión de paseantes aliviados por el buen tiempo se traduce en paisajes menos congestionados en las mesas exteriores y en el interior de los bares. En la Plaza Mayor hay mucho hueco libre. En Casa Tino colocan las mesas, para cuatro y separadas por mamparas, aún sin apenas clientes, que empiezan a dejarse ver para el tapeo por la zona. Algo más lejos, sin embargo, cerca de la Diputación Provincial, Marisa ni siquiera ha colocado aún las mesas pegadas a la barra, como otras veces, en el San Pablo, porque apenas hay nadie. «El aforo para consumo en el interior de los establecimientos a los que se refiere este apartado no podrá superar en mesa, el 75% del aforo en el caso de salas de hasta 40 comensales y del 50% en el caso de más de 40 comensales», dice la norma. Sin problema por ahora para su cumplimiento. Otra cosa es para los hosteleros. Este bar de desayunos ha pedido al Ayuntamiento que le dejen poner unas mesas más fuera, en la esquina. Este sábado apenas tiene gente. Una mujer con la que conversa tranquilamente y un cliente que, nada más entrar, no tiene ni que abrir la boca para pedir. «Un Ribera, ¿verdad?», es la pregunta retórica de la dueña del establecimiento.
Panorama de la covid en gráficos
La escena se repite a lo largo de una ruta por San Martín, Esgueva, calle Librería, Universidad, Plaza de España. Salvador ha desterrado las sillas en La Tartana y ha colocado las mesas más desperdigadas en el interior y pegadas a la barra, aunque la mayor parte de los clientes prefiere quedarse fuera, incluso en el ventanal, abierto, que da al mostrador. Otros no tienen la posibilidad de colocar más mesas en la puerta, así que utilizan la cinta aislante, roja en este caso, para marcar la distancia entre los sitios. Esta mesa no, aquel barril sí, este lugar tampoco… Fátima cruza con equis enormes los puestos inhabilitados en el Guagüita. Fuera, una pegatina discreta en la ventana insiste:«Bar seguro covid-19. Este establecimiento aplica el sistema integral para bares y restaurantes ante el covid-19».
«El consumo dentro del local no se podrá efectuar en barra o de pie y deberá realizarse sentado en mesa», se lee en la orden del Boletín Oficial de Castilla y León, pero es que además especifica que «deberá garantizarse una distancia mínima entre mesas o agrupaciones de mesas de 1,5 metros, con un máximo de 6 personas».
José Antonio Paunero opta por algo más fácil de quitar y poner. La cinta de plástico roja y blanca que parece señalizar una obra recorre las banquetas junto a la barra y marca las distancias. Algún cliente pide y recoge allí, pero solo para llevarse la consumición a la mesa. «Ya ni tiro la cinta», dice José Antonio con un punto de sorna resignada. Como otros, ha salvado la situación de momento gracias a la terraza, pero espera con temor lo que pueda venir a partir de ahora. En la tele, esta misma mañana, una sonriente mujer del tiempo explicaba que viene una semana de lluvias. Sin mucho frío, pero con agua. En San Martín, la llama de una estufa de gas calienta la nada mientras espera a los clientes. En la zona de la Universidad estos aparatos son ya parte del montaje desde hace tiempo, así como las estructuras que ayudan a cortar el viento y reducir la sensación térmica. No en todos los sitios es posible tanto despliegue.
«Tanto en el interior de los locales como en las terrazas al aire libre deberá garantizarse una distancia mínima entre mesas o agrupaciones de mesas de 1,5 metros, con un máximo de 6 personas por mesa o agrupación de ellas», dice el Bocyl.
Las restricciones se agravan, la situación no mejora y los avisos continúan. «Por favor, mucha precaución. Intentad reducir al mínimo todos los contactos sociales que no sean imprescindibles. Evitad espacios cerrados, donde personas no convivientes se quiten la mascarilla, aunque sean amigos 'de toda la vida' o familiares. El virus no distingue eso», escribía ayer el secretario del Comité de Expertos de Sanidad, Ignacio Rosell. Miguel Holguín, médico y ex candidato de Podemos al Ayuntamiento de Valladolid, era más contundente aún:«Para todos los que no entienden que se confinen ciudades, se cierren bares, se limiten los contactos sociales...el 14 de marzo se decretó el estado de alarma, que todos aplaudimos, con 120 muertos. Solo esta semana se han notificado más de 500».
Entre el lunes y el sábado, los hospitales de Castilla y León han anotado en la estadística negra 88 fallecidos. Solo en Valladolid se registraron 17.
En lontananza aparecen en el calendario de la ciudad la Seminci, del 24 al 31 de octubre, con el habitual tapeo antes o después para comentar la película y una alfombra verde que presenta más incógnitas que certezas, vista la situación; el Día de Todos los Santos, precedido por esa noche de Halloween que cada vez gana más adeptos; el concurso nacional de pinchos, del 9 al 11 de noviembre, y que a día de hoy se celebraría sin barras en los bares. Celebraciones, reuniones, eventos que se juegan su viabilidad a la evolución de la pandemia. Con la ciudad sumida en sus cuartas restricciones, que pueden no ser las últimas si los datos se empeñan en ello.
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