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El puente de los borrachos de ValladolidMuchos dicen que no tiene nada, salvo las vistas, pero hay que reconocer que solo por lo singular de su trazado –en forma de 's'– el puente Condesa Doña Eylo, que une el barrio de La Victoria con La Rondilla desde hace un cuarto de siglo, bien merece unas líneas. O ya puestos, para no dejar nada en el tintero, una docena de párrafos. Como aperitivo, señalar que el presupuesto del único paso curvo sobre el Pisuerga fue de 1.200 millones de pesetas, lo que viene a ser al cambio 7,2 millones de euros, pero en el puente propiamente dicho solo se destinó el 40% de ese montante, cerca de tres millones. Pecata minuta si tenemos en cuenta que el volumen de hormigón empleado en la obra fue el equivalente al utilizado en la construcción de 150 viviendas y que el siguiente viaducto que se construyó en la ciudad allá por el 2011, el de Santa Teresa, costó cuatro veces más. Abro hilo:
↓ Once puentes y dos pasarelas peatonales cruzan el vallisoletano río Pisuerga, conocido otrora como 'río mayor' para distinguirlo del Esgueva, un río 'menor' de dos ramales, uno de los cuales atravesaba por el centro de la ciudad. En seis siglos únicamente se construyeron dos puentes en la villa de Valladolid –el puente Mayor que según la tradición fue levantando en 1080, pero que el que vemos hoy debe datar de los siglos XIII o XIV, y el puente Colgante, en el XIX– y en menos de sesenta años, desde 1955 hasta 2011, la ciudad ha visto edificar nueve pasos y dos pasarelas. El décimo viaducto sobre el Pisuerga, el puente Condesa Doña Eylo, es el que nos ocupa hoy y no solo su importancia a la hora de unir dos barrios de la ciudad, que también, sino por la singularidad de su trazado, ya que es el único que zigzaguea sobre el cauce del río.
↓ El paso que homenajea a la primera esposa del Conde Ansúrez y que a pie se recorre en minuto y medio vino a salvar a finales del siglo XX una deuda pendiente de la ciudad con los vecinos de la zona norte. Y su construcción fue defendida por todos los grupos políticos del Ayuntamiento. Las crónicas recuerdan que el Equipo de Gobierno comandado por Francisco Javier León de La Riva contó en esta ocasión con el apoyo de los portavoces de la oposición, Ángel Velasco (PSOE) y Jesús Anta (IU).
↓ El décimo viaducto sobre el Pisuerga tiene 130 metros de longitud y fue diseñado por José Ramón Jiménez Iglesias, ingeniero de Caminos, actual presidente de la empresa Tecopy y premio Cecale de Oro 2009. La infraestructura inaugurada el 22 de mayo de 1999 con el protocolario corte de cinta y una paellada popular de más de tres mil raciones, supuso la conexión directa entre los barrios de La Vitoria y de La Rondilla. El paso que une las calles Manantial y Tirso de Molina tiene una anchura de 21 metros divididos en tres carriles para el tráfico rodado, dos aceras y un carril bici, que fue una novedad en aquellos años de final de siglo. Porque el paso Condesa Doña Eylo [más adelante abundamos en esta noble figura] fue el primero de la ciudad en contar con un espacio exclusivo para los ciclistas. El proyecto incluyó un carril bici de más de dos metros de ancho elevado 25 centímetros sobre la calzada. Esta pequeña elevación, según se desprende del proyecto, además de mejorar la visibilidad de los cicloturistas fue una solución para pasar por su interior el gran número de conducciones que atraviesan el puente.
↓ Pero vayamos al meollo del asunto, al por qué de esa singular forma en 's' del trazado que a algunos [escrito está en las reseñas sobre la infraestructura de Google] les ha servido de excusa para 'colocarle' el sobrenombre de puente de los borrachos. «Obecede claramente a una necesidad», resume Gregorio Vázquez Justel, arquitecto del Colegio Oficial de Arquitectos de Valladolid (COAVA). «Hay que conectar dos calles que no están alineadas y la solución curva-contracurva, es decir una 's', era la más natural desde el punto de vista de una geometría sencilla», asegura este especialista en Patrimonio y gestión urbanística. «Nació con la vocación de resolver un problema funcional y el resultado en puente muy ligero, bien resuelto desde el punto de vista de la ingeniería y elegante», sentencia. Y muy económico.
↓ El proyecto contó con un presupuesto de 1.200 millones de pesetas (7,2 millones de euros), aunque en el puente solo se gastó el 40% del montante, 2,88 millones de euros. Una minucia, si tenemos en cuenta lo que se destinó al undécimo y último paso sobre el Pisuerga, el de Santa Teresa, que fue inaugurado el 25 de marzo de 2011 y que gozó de una dotación de 14,7 millones, con la urbanización de las calles anexas y tres nuevas glorietas incluidas. Bien es cierto que este último paso sobre el Pisuerga diseñado por los ingenieros Juan José Arenas de Pablo y Guillermo Capellán Miguel y reformado recientemente mide 194 metros, 64 más que el Condesa Eylo. Y cada centímetro de hormigón suma.
↓ Los trabajos del Condesa Eylo se saldaron en doce meses, uno menos de lo previsto, a pesar de que la obra se complicó en más de una ocasión. Dan fe de los contratiempos las dos cajas cargadas de documentación técnica únicamente de incidencias en la obra que descansan en el Archivo Municipal de Valladolid. Otras siete guardan los pormenores de un puente en el que trabajaron 120 profesionales de ochenta empresas diferentes, la mitad de ellas de Valladolid. 100.000 horas de trabajo, ni más ni menos, invirtieron en este año de trabajo. Y todo el entorno se decoró con barandillas artísticas diseñadas por Cristóbal Gabarrón. En total, un kilómetro lineal de escenas ribereñas con peces y vegetación suficientes para vallar tres campos de fútbol.
↓ La tipología elegida para la estructura fue la de un puente de losa, de tablero de hormigón, con tres generosos vanos de 39, 52 y 39 metros. Para la construcción se ejecutaron dos penínsulas de siete metros de altura sobre el fondo del cauce del Pisuerga. Sobre ellas se colocaron dos dos pilas de hormigón [apoyos verticales] en forma de 'v', que confieren al conjunto un acabado moderno y elegante. En la cimentación se emplearon ocho pilotes de dos metros de diámetro con una longitud total de 250 metros (tres veces la altura del edificio Duque de Lerma). Como dato curioso, la memoria de la obra recoge que el volumen de hormigón empleado (1.850 metros cúbicos) es similar al necesario para la construcción de 150 viviendas y que el peso del puente equivale al de doscientos camiones a plena carga. Solo en la ejecución del tablero se necesitaron 26 camiones cisterna de cemento.
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↓ El paso supuso el segundo homenaje de la ciudad a Eylo Alfonso, que es en realidad como se llamaba la primera esposa del Conde Pedro Ansúrez. Unos años antes de la edificación del viaducto, concretamente en 1992, la Junta de Castilla y León había inaugurado en el barrio Cuatro Marzo un Instituto de Educación Secundaria con el nombre de esta noble «de rara virtud y extrema caridad», «honesta, rica y bella».
↓ El matrimonio residió en Sahagún. Pedro Ansúrez y Eylo Alfonso tuvieron cinco hijos: Mayor, María, Urraca, Alfonso y Fernando. Al parecer, la primogénita, Mayor Pérez, fue la esposa de Alvar Fáñez Minaya, persona de confianza del Cid. A la noble pareja se le atribuye el auge, promoción y engrandecimiento de Valladolid en unos años en los que la ahora ciudad no pasaba de ser una modesta aldea. Doña Eylo y su marido edificaron su palacio (convertido posteriormente en el Hospital de Esgueva) sobre el año 1074. Siguiendo el fervor religioso de la época, mandaron construir la iglesia de Santa María de la Antigua, la Colegiata de Santa María la Mayor, la iglesia de San Nicolás y el barrio de San Martín. Según narra la tradición, además, la Condesa Eylo fue la impulsora del primer puente sobre el Pisuerga, el Puente Mayor, hacia 1080. Y, cuentan que lo hizo en ausencia de su marido, que se habría ausentado para luchar contra el reino musulmán de Sevilla.
↓ Los datos sobre la vida de esta noble son escasos. Tampoco existen imágenes de época de la condesa. Se conserva un mural sobre tela en el Círculo de Recreo de Valladolid, obra del pintor palentino Eugenio Oliva Rodrigo y realizada hacia el año 1902, que reproduce su imagen. Dicen que fue una mujer llena de virtudes, modelo de esposa y madre ejemplar. Tanto, que su buen hacer en la intimidad del hogar llegó a oídos del Rey Don Alfonso VI y este no dudó en encomendarle la crianza y educación de su hija, la princesa Doña Urraca (1033-1101), la primera mujer en Europa en ejercer un reinado de pleno derecho. Los historiadores creen que la Eylo Alfonso murió en 1112. Lo confirma –aseguran– la donación que su esposo y Elvira Sánchez, segunda mujer del Conde Ánsúrez, hicieron en esa fecha a Santa María en sufragio de su alma.
El hilo recuerda el próximo sábado la accidentada visita del rey emérito a uno de los castillos más emblemáticos de Valladolid.
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