Secciones
Servicios
Destacamos
Su rareza, su porte, su altura o su antigüedad les convierte en singulares. Llaman la atención del visitante, pero para el lugareño no son nada del otro jueves. Son árboles llamativos, notables, espectaculares. Fuerzas de la naturaleza que han sido catalogadas como singulares para darles una protección jurídica que impida, por un lado, su tala y facilite, por otro, la labor de conservación y lucha contra las plagas. En Valladolid hay un total de 28 tesoros vegetales y diseminados por las doce hectáreas del Campo Grande se esconden cinco. Uno de ellos está valorado en 358.000 euros. Sesenta millones de las antiguas pesetas, más de lo que cuesta el Lamborghini Urus, el modelo más barato de la marca del emblema del toro que estos días está de actualidad. Abro hilo:
↓ El Campo Grande cuenta con cinco árboles singulares tasados en cerca de 800.000 euros. El valor monetario de cada uno de estos portentosos ejemplares que destacan entre los seis mil árboles y arbustos que tiene el jardín vallisoletano se puede leer en los paneles explicativos que se colocaron hace unos años para informar a paseantes y curiosos. Para hacer este cálculo económico se ha utilizado la Norma Granada, el principal método de evaluación ornamental en España que además tener en cuenta el valor de la madera, valora los aspectos paisajísticos, ambientales, sociales y culturales de los árboles. Vamos a ello.
↓ En la quinta posición de esta clasificación económica se sitúa el gingo, un árbol de porte piramidal que puede alcanzar los 40 metros de altura. El de Valladolid mide alrededor de once y aunque es un ejemplar singular, no está catalogado en el Plan General de Ordenación Urbana, algo que otorgaría «otro plus de protección añadido». «Es ornamental y muy bonito. Tiene una hoja única, unos que dicen que se parece a una pisada de jabalí, otros ven un escudo o un abanico», explica Iván Ruano, director del Servicio de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Valladolid. En el Campo Grande hay tres ejemplares y no son fáciles de ver. «Los árboles que han crecido al lado han dado sombra a los troncos del gingo y han provocado que las hojas de los primeros seis o siete metros se hayan muerto», advierte Ruano. «Solo si miramos hacia arriba podremos ver al magnífico gingo. Hay que ir hasta la señalización de árbol –en la zona infantil del parque–, andar hacia atrás y mirar hacia arriba y, por encima de la copa de los demás, aparece». Dicen que se trata de un fósil viviente porque su presencia se remonta a millones de años y que están diseñados para ser casi inmortales. Tal es su resistencia que algunos sobrevivieron a las bombas atómicas de la II Guerra Mundial lanzadas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. El del vergel vallisoletano es un pipiolo de unas veinte primaveras y su precio en el mercado rondaría los 18.750 euros, lo mismo que cuesta un Dacia Sandero, el rey de ventas en España.
↓ En el cuarto puesto del ránking de los cinco árboles más preciados del Campo Grandes está un ejemplar de álamo negro de 30 metros de altura y alrededor de cien años. Conocido como chopo negro, ha echado raíces junto al puente de la zona de juegos del vergel y está tasado en 49.400 euros, más o menos lo que viene a costar un Cupra Terramar con extras. Hablamos de un árbol que ha inspirado a escritores como Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas o Víctor de la Serna. «El álamo negro es la insignia de los ecosistemas de ribera. Hay un montón de ellos en todos los ríos de la Península. Lo fantástico de este es que tiene unas medidas únicas. Es impresionante. Es difícil encontrar álamos de este tamaño porque, normalmente, los que viven de forma natural con las crecidas y avenidas de los ríos sufren golpes o algún tipo de pudrición en el tronco que les acarrea plagas. Además, con los vientos dominantes, hay veces que las ramas se les van rompiendo y por esas roturas les entran enfermedades. Pero son unos árboles que rebrotan muy bien. Incluso –asegura el jefe del Servicio del Parques y Jardines de la capital– las ramas que caen, que se llaman estacas o estaquillas, si se entierran son capaces de germinar».
↓ Y llegamos a la mitad de la lista. Entre los los laberínticos paseos de este céntrico jardín botánico, conocido desde el siglo XV como Campo de la Verdad y como Campo de Marte en el siglo XIX, destaca una encina que, con sus más de 25 metros de altura y tres metros y pico de diámetro, se erige como uno de los árboles más impresionantes del parque. «La encina está acostumbrada a vivir en zonas de secano. Así que, estos árboles que normalmente son chaparrudos debido a que no tienen una gota de agua, en un jardín bien regado se convierten en únicos», argumenta este ingeniero de Montes que lleva algo mas de un año al mando de los jardines y parques de la ciudad. La del Campo Grande además no es solo una encina, sino tres. «Creo que es como una especie de conjunto de encinas. Si miras hacia arriba tiene una copa única, pero si te fijas bien está formada por tres copas. Es espectacular», sentencia. Supera la centuria y, como la antigüedad es un grado, está valorado en 147.000 euros, lo que hoy viene a costar la octava generación del Porsche 911.
↓ En el segundo puesto de esta clasificación monetaria encontramos uno de los árboles más queridos por los asiduos al Campo Grande: el imponente abeto que echa raíces a escasos metros de la Fuente de la Fama. Un pinsapo. Está tasado en 198.000 euros, un puñado de monedas menos de lo que vale el Ferrari más económico, el modelo Roma, una bestia automovilística capaz de acelerar de 0 a 100 en cuatro segundos y alcanzar los 320 kilómetros por hora. Se sabe que «como mínimo» tiene 140 años y una altura de más de treinta metros, que le hace destacar holgadamente entre la vegetación que le rodea. Dicen los entendidos que ha llegado a su tope, que supera en diez metros la media de tamaño de sus parientes que crecen de forma natural únicamente en el Atlas de Marruecos y en la Sierra de Grazalema, en Andalucía. «Lo mágico de este árbol es que hace 140 años, que no había ni los viveros ni los medios de transporte que hay ahora, alguien se preocupara de traer a Valladolid un pinsapo que solo había en una sierra del sur de España. Ahora hay pinsapos en más sitios, pero ninguno es tan grande como el del Campo Grande. Que lo plantaran aquí es algo inaudito y denota la exclusividad del jardín que estaban haciendo», relata Iván Ruano antes de desvelar otro secreto que guarda este ejemplar. «En este abeto hay un nido de águila calzada. Es algo único, porque no existe documentado que estas aves protegidas hayan criado antes en ningún parque urbano. Desde la Fuente de la Fama se puede ver el nido y a los pollos, que ya hacen pequeños vuelos».
Noticias relacionadas
Berta Muñoz Castro
Berta Muñoz Castro
Berta Muñoz Castro
Berta Muñoz Castro
↓ Y llegamos a lo alto de la lista. El árbol más valioso de los cinco magníficos del pulmón de Valladolid es un cedro del Líbano. Este ejemplar que a punto estuvo de ser talado por su aspecto mortecino está valorado en 358.000 euros, lo que cuesta un Lamborghini Urus, el más popular de los deportivos de la marca italiana. «Durante un tiempo pareció llegada tu hora, y la sombra de la motosierra se cernía sobre ti como un negro presagio. Cuentan el los mentideros que unas manos sigilosas vinieron a cortar la hiedra que te estrangulaba y que te daba ese aspecto mortecino. A partir de ahí tu suerte cambió y hoy podemos contemplarte en toda tu gloria», relatan en la web que el Ayuntamiento de Valladolid dedica a los 28 árboles singulares de la ciudad, que toman como base un libro ya descatalogado que Jesús de Torres y Alfredo Milla publicaron en 2008. «Es espectacular porque es gigante. Los cedros, en general, tienen unas ramas muy horizontales que sirven de dormidero para los pavos reales. Los del Campo Grande no duermen en este, sino que prefieren otros más pequeños que hay cerca», apunta Iván Ruano. «Igual que ocurre con el pinsapo, no tiene una distribución natural en España y traerle hace más de un siglo años fue algo espectacular». Y ahora goza de buena salud: «Hace no mucho una de sus ramas se secó y nos dio miedo de que le hubiese entrado algún tipo de enfermedad, pero no ha pasado de ahí», asegura.
↓ En los 125.372 metros cuadrados (doce hectáreas y media) que ocupa este pulmón verde de Valladolid pueden verse hasta 214 especies vegetales. Los primeros árboles se plantaron en 1787: 1.800 olmos comunes, conocidos como negrillos. En 1856 la grafiosis (enfermedad mortal para los olmos a la que se le puso nombre a principios del siglo XX) se llevó por delante casi todos los ejemplares. Hoy no queda ni un solo olmo de los primitivos. El acceso al Campo Grande –limitado en sus tres lados por la Acera de Recoletos, el Paseo de Filipinos y el Paseo de Zorrilla– es gratuito. Y hoy es un día perfecto para acercarse. Permanece abierto desde las ocho de la mañana hasta las nueve de la noche. Aviso a navegantes e instagramers: sobre las once, por lo menos los días de diario, encienden el riego y «las fotos salen espectaculares». Palabra de Rodrigo Ucero.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.