Tres operarios realizan labores de desescombro. Rodrigo Jiménez

Valladolid

Los operarios desescombran y aseguran el perímetro de la cúpula para evitar más caídas

El encargado de la obra describe el suceso como algo que pasó en centésimas de segundo y en el que su primer impulso fue cerciorarse de que estaban todos

Luis Amo

Valladolid

Miércoles, 26 de junio 2024, 20:31

«Fue cuestión de centésimas de segundo, de repente desapareció la cúpula y mi primera reacción fue la de contar que estábamos todos los operarios sanos y salvos». El encargado de la obra de la rehabilitación de las cubiertas de la Iglesia de la Vera ... Cruz describe de esta manera sus primeros momentos tras el desplome de parte de la techumbre del templo, al mediodía del martes. Es el relato del día después de José Eulogio Olandía, aún con los sentimientos encontrados «por lo que pasó y por que, gracias a Dios, no afectó a ninguna persona». Todavía con el susto en el cuerpo, como reconoce a pie de obra, su instinto y alma de padre le llevó a, en muy pocos segundos, quedarse más tranquilo tras controlar que los cinco operarios que están bajo su responsabilidad se hallaban bien. Estaban todos trabajando, atados por los arneses a la línea de vida instalada en el tejado, como quiere aclarar, y una caída a plomo les dejó sin habla y casi sin aliento.

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Unos trabajadores de la construcción cuyas caras, este miércoles, seguían exteriorizando sobresalto y alegría ante lo vivido. La vida continúa, «aun con el susto en el cuerpo», y a primera hora de la mañana del miércoles acudieron a su puesto de trabajo aunque ahora con un cronograma diferente. Una tarea planificada en las últimas horas como consecuencia de los acontecimientos y en la que ahora en vez de retejar, que es la tarea que estaban desempeñando cuando se produjo el desplome, toca desescombrar las posibles piezas sueltas de la cúpula que corren riesgo de desprendimiento inmediato. Se trata de asegurar lo máximo posible la cubierta y el tejado afectados para intentar que no siga desprendiéndose al vacío del interior del templo.

Testigos inequívocos de estas labores son los numerosos travesaños del tejado de este templo que desde primera hora empezaban a llenar el contenedor de obra dispuesto a los pies del ascensor por donde suben y bajan el material y por donde los propios trabajadores acceden a las cubiertas. Un contenedor que refleja lo acontecido de un simple vistazo: donde debiera haber tejas viejas y pequeños escombros ahora hay grandes vigas resquebrajadas por el arranque sufrido de la propia caída o incluso traviesas prácticamente desechas por la humedad y el agua que son realmente, a juicio de los técnicos expertos, las causas probables del desplome.

Consolidada en cierta manera esta estructura del tejado, como han explicado el propio concejal de Urbanismo, Ignacio Zarandona, y el arquitecto de la obra, Fernando Bonrostro, también a pie de obra, se tratará de asegurar el perímetro del agujero y comenzarán en las próximas horas los trabajos de desescombro interior y de limpieza propiamente dicha. Una tarea, por cierto, beneficiada por la intensa tormenta registrada la noche anterior ya que, en palabras de los arquitectos, ha motivado que el polvo se asiente en el interior del templo, se apelmace y además el agua ha sido absorbido por el propio escombro. En definitiva, esta circunstancia ayudará a su limpieza, ya que si bien el polvo afecta a la totalidad de la iglesia, lo cierto es que los cascotes han caído prácticamente en línea recta con el techo.

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La siguiente fase, que se iniciará a la mayor brevedad posible pero con todas las garantías de seguridad para las personas y para las imágenes, será la gran mudanza, el momento en que las valiosas tallas de madera policromada de Gregorio Fernández vuelvan a atravesar el pórtico del templo, en esta ocasión no para procesionar sino para buscar cobijo en otros templos donde recibir culto y protección de manera temporal hasta poder retornar a su casa espiritual y titular.

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