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Hernán compra medicinas en una farmacia para llevarla después a los beneficiarios del programa de Cruz Roja. RAMÓN GÓMEZ
Coronavirus en Valladolid: los mensajeros del pan, la leche y las recetas

Los mensajeros del pan, la leche y las recetas para afrontar el coronavirus en Valladolid

Trabajadores y voluntarios de Cruz Roja despliegan una red para llevar la compra y los medicamentos a personas confinadas que no pueden salir de casa

Víctor Vela

Valladolid

Viernes, 10 de abril 2020, 08:13

«Sentía que debía implicarme más, que disponía de tiempo para hacerlo», cuenta Hernán López Sacristán, joven dentista con consulta en Aldeamayor de San Martín y, desde hace unos días –desde que se declaró el estado de alarma, desde que la pandemia del coronavirus ha destrozado vidas y costuras sociales–, también voluntario de Cruz Roja.

«Tengo la consulta cerrada, con el teléfono desviado. Sí que respondo a las urgencias (los abscesos, los traumatismos...). Los pacientes me llaman cuando hay una necesidad real y, con todas las medidas de seguridad, los atiendo. Pero no estoy en el día a día». Para evitar los contagios. Y así, sin tanta actividad, con la consulta cerrada, Hernán ha decidido echar una mano como voluntario frente a la crisis. «También soy trabajador sanitario. Y entiendo que puedo vincular mi labor en la lucha contra la epidemia. Tenía la necesidad de ayudar, de hacer algo más». Así que se ofreció a Cruz Roja para echar una mano durante estos días difíciles. En lo que pudiera. En lo que fuera necesario. «Yme dieron la oportunidad enseguida, muy rápido. Esa disposición suya es digna de alabar».

Él es uno de los voluntarios –sin relación previa con la ONG– que se ha sumado a sus filas en las últimas semanas (junto con trabajadores de la entidad) para desarrollar un programa que permite llevar medicamentos y comida a personas que no pueden dejar su hogar y que, por su edad, por su estado de salud, por patologías añadidas, es preferible que no salgan a la calle.

«Cada día hacemos entre doce y trece servicios», explica Rocío Velasco, coordinadora de un programa que comenzó a funcionar el 19 de marzo, apenas unos días después de que el Gobierno decretara el confinamiento. «Vimos que había personas que tenían miedo de salir a la calle, pacientes con enfermedades crónicas (coronarias, respiratorias) que era mejor que no se expusieran», añade. El servicio de teleasistencia sirvió para detectar buena parte de estas necesidades (los usuarios forman parte de un programa de seguimiento, con más de 5.000 llamadas programadas). Pero los avisos llegan también a través del teléfono 012 y de la propia centralita de Cruz Roja. Allí se toma nota de las demandas y se planifica cómo se llevará a cabo la ayuda.

«Uno de los pilares de Cruz Roja es que nuestros voluntarios no pueden coger dinero», relata Velasco. Por eso, buena parte de este proyecto de nutre con personal laboral de la entidad. Si no hubiera transacción económica de por medio (con determinadas recetas, por ejemplo), sí que se recurre a voluntarios como Hernán.

Hoy han llamado desde la calle Granada, en el barrio de Delicias. Una vecina que necesita su medicación. Hasta allí se dirige Hernán, para recoger la tarjeta sanitaria de la paciente y, a continuación, encaminarse hasta la farmacia para comprar los medicamentos. Si es posible, se acude a la botica de referencia del usuario. El voluntario ha de firmar con el farmacéutico un documento en el que se hace responsable de la recogida del fármaco y después, regresa al hogar del usuario para entregar la compra y devolver la tarjeta. Siempre con mascarillas y guantes. Evitando el contacto. Manteniendo la distancia de seguridad.

Para ello, los nuevos voluntarios han recibido un curso de formación 'on line' que Cruz Roja ha diseñado de forma específica ante esta crisis sanitaria. Merche González, personal laboral de la ONG, es responsable del departamento de formación. La mayor parte de los cursos (con personas mayores, migrantes) han quedado suspendidos al no poder llevarse a cabo de forma presencial. Y Merche ha tenido que redirigir su labor a otros departamentos que ahora precisan de más manos y ayudas.

Formación para voluntarios a través de Internet

La incorporación de voluntarios dispuestos a colaborar con Cruz Roja en la contención de la pandemia y la imposibilidad de organizar cursos presenciales ha llevado a la entidad solidaria a diseñar unos programas de formación impartidos a través de Internet y que ofrecen a los trabajadores y colaboradores de la entidad las claves sobre el coronavirus y consejos sobre cómo prevenirlo e interactuar con pacientes que presenten síntomas. En realidad, son claves ya distribuidas por otros cauces, pero que Cruz Roja exige para la correcta formación de sus integrantes.Además, la información está distribuida por temas y es necesario superar un pequeño examen, responder a unas preguntas, para avanzar en la formación. Así, se recuerda que aunque «no se conoce de forma precisa cómo se puede adquirir la infección, por analogía con otras infecciones causadas por virus similares, parece que la transmisión sería a través del contacto estrecho con las secreciones respiratorias que se generan con la tos o el estornudo de una persona enferma. Estas secreciones infectarían a otra persona si entran en contacto con su nariz, sus ojos o su boca». Por eso, se recomienda mantener «una distancia aproximada de un metro y medio o dos metros, no mucho más» para evitar «las gotas respiratorias (secreciones) que se emiten a la hora de estornudar o toser y que se pueden trasmitir por el aire». Los cursos (también accesibles para niños)están disponibles en la página web de la entidad solidaria (www.cruzroja.es).

«Con esta crisis, Cruz Roja ha demostrado que tiene una enorme capacidad de adaptación. La situación cambia cada tres minutos, y tenemos que dar respuesta a las necesidades de unos usuarios que cada vez son más», asegura González. Ahora, su trabajo está enfocado a afrontar situaciones «de extrema vulnerabilidad» que esta crisis ha dejado al descubierto. Hay hogares muy golpeados por los ERTE, los negocios cerrados, el creciente paro. La ONG calcula que 250 nuevas familias se han acercado hasta su sede de la calle Pólvora para demandar ayuda alimentaria. Cruz Roja ha decidido abrir también durante los días festivos de esta Semana Santa para continuar con el reparto. «Si no fuera así, se acumularían las citas de cuatro días. De este modo, se descongestiona un poco y se garantiza mejor la distancia de protección».

En ocasiones, es también necesario llevar estos víveres hasta el hogar de aquellos usuarios que no se pueden desplazar para obtener la cesta de productos básicos. También de esta distribución se encargan voluntarios como Hernán. «Cruz Roja nos facilita un vehículo, que es el que utilizamos para llevar la comida allí donde está la demanda. Este es un servicio que llevan mucho tiempo haciendo, pero que ahora, con el coronavirus, se ha incrementado», comenta Hernán, quien recuerda las «extremas medidas de higiene» que se siguen, con barras de separación en los vehículos y el «mínimo contacto» con el beneficiario. «Dejamos las bolsas en la puerta, llamamos al timbre, y nos alejamos para que lo puedan recoger», explica.

Los voluntarios participan en el reparto de estos alimentos incluidos para personas vulnerables que no pueden salir de casa. Pero Cruz Roja dispone también de un servicio de compras a domicilio para aquellos hogares que no pasan estrecheces económicas, pero cuyos miembros no pueden pisar la calle ante el riesgo de contagio. Al haber dinero de por medio, es el personal laboral de Cruz Roja el que se encarga de responder a estas necesidades. Una vez que demandan el servicio, los usuarios elaboran una lista de la compra y preparan el dinero necesario para hacer el pago.

«Les pedimos que nos digan dónde suelen ir a comprar, a qué tienda, a qué supermercado. Y que precisen al máximo lo que quieren. La marca de galletas, el sabor de los yogures», explica Merche, quien recuerda que suelen advertir de que puede haber problemas de abastecimiento y que tal vez les toque recibir en casa otra variedad de producto diferente al que deseaban. «Además, y después de entregarles la compra y las vueltas, les solemos pedir que nos tengan preparada la basura y así se la bajamos al contenedor», añade.

«Este servicio está pensado sobre todo para personas mayores (que viven solas o en pareja) y que no tienen a nadie cerca que les pueda hacer la compra. Nosotros nos encargamos de que no les falte nada de los alimentos básicos: el pan, la leche, los huevos... los productos del día a día», asegura Velasco.«Si fuera una compra más voluminosa, les recomendamos o les ayudamos para que la hagan a través de Internet con el reparto a domicilio de los supermercados», añade.

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