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«Estoy hecha para ser médico», respondió Milena Antúñez Ballesteros a finales de junio de 2011 cuando supo que había sacado un 9,71 en la EBAU. Era la carrera con las notas de corte más altas pero se garantizó así la ... matrícula en la Facultad de Medina de la Universidad de Valladolid.
Ha pasado justo una década y Milena vive hoy su cuarto año de residencia en el Hospital Universitario de Salamanca, donde se ha especializado en Cardiología. Aún le quedará completar el último año, que incluirá una rotación en un centro extranjero («previsiblemente de habla inglesa») para completar una intensa formación.
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Antonio Corbillón
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Mantuvo la excelencia de notas en la UVA, lo que «me vino bien ya que los grados de Medicina son de los más caros». Aunque la suya parece una titulación con el recorrido más 'balizado' para sus aspirantes, también es una carrera de fondo. «Sabes que te quedan 10 u 11 años por delante. Parece la historia de nunca acabar. Los médicos nos estamos formando siempre».
Tras superar el examen MIR a la primera, a Milena le llegó el momento de elegir. Desde el principio tuvo claro que «prefería una especialidad médica que una quirúrgica». Se decantó por Cardiología por lo «amplia y completa que es. Una mezcla de muchas ramas que, más que cerrar puertas, las abres continuamente. Además todo cambia de forma muy rápida», resume.
Estos años en el hospital de Salamanca los ha completado con rotaciones en el Centro de Investigaciones Cardiovasculares del CSIC. Su nombre ya aparece en publicaciones de la revista de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). Como a todos los médicos en formación, la pandemia le obligó a «cambiar el paso y ayudar a transformar la unidad coronaria en una de covid».
¿El futuro tras tantos años de estudio? Solo tiene claro que «no quiero perder el contacto con los pacientes y seguir haciendo investigación básica, no me veo en la clínica». Reconoce que han sido años «muy duros de mucho trabajo, con menos tiempo para la familiar pero muy reconfortante».
Y ya ha aprendido que «hay que aprender a separar la vida personal de la profesional porque, si te llevas a casa todo lo que ves en un hospital, no serías feliz».
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