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El artista vallisoletano, Miguel Ángel Soria, posa en su bar de confianza, el pub Patton. Rodrigo Ucero

El Hilo

La mano que «rescata» el Valladolid más antiguo

El artista vallisoletano Miguel Ángel Soria ha recuperado a través de sus dibujos imágenes de la ciudad que se habían dado por perdidas con el paso del tiempo

Carolina Amo

Valladolid

Sábado, 3 de agosto 2024, 08:19

En la esquina de las calles Felipe II y Leopoldo Cano existe un refugio, ya no solo para los apasionados por la estética y música de los setenta, sino para aquellos que buscan crear. El pub Patton acoge desde ese 14 de enero de 1977 a una gran cantidad de vecinos, en los que en muchos casos, han pasado a ser una parte más del decorado del mítico pub. Uno de los que se puede considerar un personaje principal del cuadro del Patton es el artista vallisoletano Miguel Ángel Soria (1945), quien desde hace más de quince años frecuenta el pub, en el que más allá de un refugio ha encontrado inspiración y tomado punto de partida algunas de sus pinturas. Abro hilo:

↓ Sentado en una de las mesas bajas cerca de la cristalera que da a la calle y pidiéndole la Jóse (propietario del local) un café con leche y hielo, Soria se acomoda con su fiel compañera, una carpeta con una breve colección de sus proyectos, que ya parece una extensión más de su cuerpo. La historia de cada artista es única, y la del artista vallisoletano va camino de ser una de las que se recuerdan con orgullo. Desde que era pequeño, Soria siempre había tenido facilidad para el mundillo de las artes y el dibujo, tanto es, que se convirtió en su estilo de vida. Formado en la Escuela de Artes y Oficios y en la Escuela de Maestría Industrial, el pequeño Miguel Ángel Soria fue cogiendo maneras de ser algo más que un artista. «He sabido defenderme bien en artes y oficios, también como delineante, maquetista y decorador. Pero sobre todo a lo que más he querido siempre, dedicarme totalmente al dibujo y a la pintura como he hecho en estos últimos años», explica Soria. Con tantos frentes artísticos y creativos abiertos, y que funcionaban, tomó una de las decisiones más cruciales de su carrera. «Dejé todos los estudios de arquitectura en los que trabajaba y decidí que me iba a ganar la vida pintando y dibujando, tal y como lo estoy haciendo hoy», apunta.

El bar Patton de Valladolid, lugar que frecuenta Miguel Ángel Soria. J.Sanz

↓ Hasta hoy ha pasado mucho tiempo y mientras tanto Miguel Ángel Soria ha vivido y ha sido partícipe de muchas historias. «Desde el principio siempre tuve mucha suerte», introduce, ya que darse a conocer como artista es uno de los objetivos más difíciles. El principio de Soria se remonta a su ciudad natal, a la que le ha dedicado cada pincelada y tiempo de su oficio, Valladolid. «Comencé con una exposición de dibujos de Valladolid. Era un crío y por aquel entonces no me conocía nadie. Tuvo tanto éxito que se publicaron una serie de carpetas con los dibujos de serigrafía», relata el artista.

Ilustración de la tienda Casa C. Sánchez, que en 1929 se presentaba como «la más antigua» en tejidos, colchas, velos, mantos y peletería, en Duque de la Victoria. Miguel Ángel Soria

↓ Y es que gracias a la exposición a Miguel Ángel se le ofreció la idea de seguir dibujando Valladolid, algo que no rechazó y que a día de hoy su trabajo ha ido más allá de los lienzos. «Pensé que con todos los dibujos que estaba haciendo se podía editar un libro aunque en cierta medida me parecía un mundo inalcanzable. Junté más de cien dibujos y así salió mi primer libro titulado: 'Dibujos de una ciudad' », explica orgulloso mientras disfruta de las vistas del Patton. Su estreno en el mundo editorial tuvo un éxito que no se esperaba, «se editaron 2.000 ejemplares que se agotaron en poco tiempo». Las editoriales y autores no tardaron en conocer a Soria, y es ahí, donde el artista pone punto de partida a su carrera. Más de 120 libros, y en cartera unos 10, y cada uno trata de ser único. Sus creaciones escritas no solo vienen de él, sino que este en muchas ocasiones decide colaborar con más personas e instituciones para realizar un relato completo.

Miguel Ángel Soria asiste a un evento que homenajea su profesión. José C Castillo

↓ El trabajo de Soria muchas veces va más allá de las pinturas y va más encaminado a hablar desde la experiencia. El artista ha compartido su trayectoria profesional con alumnos de Historia del Arte de la facultad de Filosofía y Letras. «Hay mucho camino por detrás de todo lo que hay ahora y yo siempre animo a los jóvenes porque dibujando bien se pueden lograr muchas cosas», añade. A pesar de ser un profesional que cuenta con muchos años de experiencia, Soria admite que todavía encuentra dificultades en muchos trabajos que realiza, especialmente en esos que tiene que idear los personajes de un libro desde cero. «Pero eso no quita que me lo pase pipa», bromea. Su labor como ilustrador la ha tenido clara toda la vida, rescatar. «Los ilustradores tenemos que abastecernos de imágenes y fotografías, ya sean antiguas o nuevas». Eso lo ha podido observar bien en uno de sus proyectos que aún sigue en marcha: los comercios históricos de Valladolid. En muchas ocasiones en las que Soria se ha puesto a dibujar comercios desaparecidos de la ciudad se ha encontrado con imágenes de una calidad muy baja. Imágenes de las que luego ha hecho una completa obra de arte totalmente detallada. «Gracias a mi lupa y capacidad de dibujar sacó una imagen que es muy legible. He rescatado imágenes que eran muy difíciles de recuperar. Y se ve que eso ha gustado», explica. Ha gustado, y mucho, pues no solo ha hecho labor como dibujante, sino que ha logrado documentar comercios, lugares y oficios que ya no forman parte del mobiliario urbano de la ciudad.

Miguel Ángel Soria posa con algunas de sus pinturas que más le caracterizan. Rodrigo Ucero

↓ Documentarse para realizar un encargo es una de sus partes favoritas es «como hacer un plato de comida, tienes que tener todos los ingredientes», afirma Soria. Consultar la hemeroteca, buscar localizaciones, o cuando se trata de comercios el poder recuperar alguno con solo documentación es algo que el artista define como increíble. Los libros de comercios de Valladolid son una completa saga en el historial de Soria que todavía continúa. «El último que aún está por salir es el libro con más ilustraciones de todos los que he creado, con más de 200 fotos», especifica. Parece como si a Miguel Ángel no se le acabaran las ideas, y más que las fotografías y la documentación lo que más le ayuda a crear es la nostalgia por ese Valladolid que siempre ha intentado rescatar. «La respuesta de la gente ha sido siempre de sobresaliente y no puedo dejar ese campo. Donde más cómodo me encuentro es hacer la documentación histórica», aclara.

Detalle de algunas de las obras del pintor. Rodrigo Ucero

↓ El dibujo le ha llevado también a hacer una labor social con alumnos con discapacidad del colegio San Juan de Dios. «Les enseñé Valladolid con dibujos proyectados y realizamos un taller para que ellos también pudiesen dibujar·, una experiencia que dejó huella en el pintor. «El cariño con el que me trataron te llega al alma, gente que no podía dibujar ha logrado hacerlo gracias a esto», se emociona Soria. No ha perdido para nada la ilusión a lo largo de los años. Y la pregunta que siempre se repite es ¿cómo le da tiempo a hacer todo?. «Soy un trabajador del arte pero sobre todo lo que me gusta es poner mi obra a disposición de mi Valladolid querido», expresa con un cariño especial. Las ganas que sigue teniendo por el mundo del arte se traducen en todos los proyectos actuales que ya han salido y los que están por venir. «Estoy ilusionado por muchas cosas. Una de ellas es el proyecto de Casasola de Arión, un pueblo de Valladolid donde he realizado un mural de 50 metros de largo que van siete escenas vinculadas al Casasola antiguo», argumenta. La idea se le ocurrió a Fernando Chozas pero el trabajo no se sale de los márgenes que Soria ha seguido siempre, la historia de Valladolid.

↓ Son tantos los dibujos que el pintor ha podido plasmar a lo largo de su vida que hasta se está pensando en presentarse a los récord Guinness para dejar una huella, si cabe aún, más grande. «Creo que no hay una persona que haya hecho tantos dibujos. Llevo una larga trayectoria y soy rápido trabajando», añade mientras explica que ya ha hecho un registro de más de 7.000 piezas. «Y las que quedan», sentencia. Fuera de los pinceles, exposiciones y de la asistencia a numerosos eventos, la vida de Soria se paraliza en las mesas del Patton, el pub de confianza donde ha ideado muchos trabajos. «Vengo aquí, me tomo un café, hago relaciones públicas y continúo dibujando», relata el artista que ya se había terminado su café y pedía a José la cuenta con la mirada. Fuera de las puertas del bar Miguel Ángel vuelve a su rutina, con su familia, amigos y de seguro algún proyecto que le ronda la cabeza y que no tardará en reflejarse en sus dibujos.

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