Los logopedas se asoman a la justicia para eliminar barreras en la discapacidad

De hecho, su máxima, por la que llevan trabajando en los últimos años, la resume el abanico de posibilidades. «Somos la base del acceso a la justicia en términos de igualdad. Si no admitimos que además del lenguaje oral hay otros sistemas alternativos de comunicación como pictogramas, sintetizadores de voz..., se vulnera un derecho fundamental. No se le puede pedir a alguien que no tiene el lenguaje oral que hable, porque no puede y no lo va a tener», agregan antes de abordar ese proyecto piloto en Castilla y León.

Quieren seguir los pasos de la Comunidad de Madrid, donde ya existe un reglamento. «Madrid ya pone precio a la asistencia del facilitador. Se ha centrado mucho en la discapacidad cognitiva y no siempre un problema de comunicación viene asociado a esa situación, porque deja fuera a las personas con baja alfabetización, extranjeros que no conozcan bien el idioma u otras patologías del dolor como la fibromialgia. Eso afecta a la atención y la capacidad para absorber información se limita bastante», reiteran.

Con las competencias sanitarias (regulado por una ley de ordenación sanitaria) aseguran que aún falta mucha publicidad y sensibilización. «Si ya cuesta conocer la figura del logopeda, imagina la del logopeda facilitador», apuntan las dos expertas. «Parece que nosotros tenemos que estar en los colegios rehabilitando las erres cuando nuestras competencias son muchísimo mayores. Desde el nacimiento hasta la edad adulta. Tenemos muchos ictus, cánceres de laringe. La gente que esta intubada sufre para recuperar las cuerdas vocales. Es nuestro trabajo», apuntan antes de desgranar las herramientas que llevarían a las salas de los juzgados para hacer la vida más justa a las personas con problemas para comunicarse de forma oral.

Existen ratones que se mueven con la mirada o pulsadores que se utilizan con la parte del cuerpo que pueden mover, además de sintetizadores de voz que elaboran frases y que cada vez se acercan más a la voz humana. «Tenemos que admitir que esa forma de comunicación es tan válida como el lenguaje oral. Si viene un extranjero nadie le pide que hable castellano, le ponemos un intérprete. Pues aquí, igual. La clave está en la paciencia. No es lo mismo ir sacando pictogramas o mover un ratón con la vista que el lenguaje oral, que es más directo y rápido. De los juzgados siempre decimos que es un entorno hostil de comunicación, porque esa rapidez de lo oral nunca se va a tener», remarcan.

Porque, según insisten, esa figura del facilitador en la justicia no es un capricho ante situaciones que han vivido en los últimos años. Concretamente, las contabiliza la Confederación Española de Asociaciones de Atención a las Personas con Parálisis Cerebral (ASPACE). «Desde 2020, a nivel nacional, hay unos 60 casos de violencia, 40 de agresiones sexuales, cinco agresiones múltiples, ocho de violencia sexual y cuatro violencia de género. La mayoría se han archivado al no poder declarar la víctima. En muchas ocasiones, el presunto autor es el que cuida a esa persona. No le va a llevar a denunciar. La mayoría de las denuncias no se han ratificado porque tienen problemas de comunicación pero no de cognición. Les fallan los músculos, no articulan bien y por lo tanto se necesitan pictogramas, ordenadores... Les cuesta expresarse y muchos casos se han llegado a archivar. Desde Aspace están luchando para que estos se vuelvan a abrir y se haga justicia», añaden.