Otro latido de esperanza en los quirófanos del Clínico de Valladolid

Un intento previo con este paciente se complicó y el equipo cardíaco no pudo hacer el implante. La última opción llegó desde La Coruña. Las claves se repiten en cada operación de este tipo. Un órgano sano, la generosidad de una familia y una nueva demostración del esfuerzo, la coordinación y la capacidad logística de los médicos internistas de la sanidad pública. Incluso en momentos en los que todos los esfuerzos parecen concentrados en una sola dirección.

Un avión trajo ese músculo providencial desde el aeropuerto coruñés de Alvedro hasta Villanubla. Los protocolos habituales insisten en que las garantías de éxito se difuminan a partir de las cuatro horas después de la extracción a la persona fallecida. Por eso, cuando el corazón estaba viajando, el equipo de Trasplantes del Clínico ya estaba preparado. «Solo se podía intentar tras certificar que eran corazones especialmente compatibles. En situaciones así se busca optimizar al máximo las donaciones», insiste el doctor Ucio.

De hecho, desde que se declaró el Estado de Alarma nacional hace casi un mes (14 de marzo) estas operaciones han caído en picado y apenas se han canalizado un par de trasplantes (de cualquier órgano) en Valladolid, a los que se suma un expediente de donación.

La operación supuso varias horas de trabajo al límite de los plazos y de las complicaciones. Han pasado unos días y el paciente, un hombre también joven, mantiene una evolución «relativamente buena. El corazón echó a palpitar bien, pero tenía varias complicaciones y sigue en estado grave», reconocen fuentes médicas.

Además del enorme despliegue de efectivos de una cadena que precisa de conductores, pilotos aéreos, internistas, cardiólogos y personal sanitario, el gran reto de una intervención de este tipo hoy en el día a día hospitalario son los riesgos de contagio. «A todo paciente que vamos a someter a un trasplante cardíaco hay que inmunodeprimirlo para reducir los riesgos de rechazo», explica Pablo Ucio. Es imprescindible para que un cuerpo tolere el nuevo órgano pero «puede favorecer las infecciones».

Los contagios hospitalarios son un riesgo asumido y controlado. Pero en estos tiempos de coronavirus obsesionan. De hecho, uno de los intensivistas de esta Unidad está ingresado por contagio de Covid-19 en la UCI. Varias enfermeras también han dado positivo en los test.

Por eso todos los hospitales con unidades de trasplantes de Castilla y León, y el resto de españoles, han reducido a cero y suprimido todos los trasplantes que no son situaciones extremas como la intervención realizada estos días en el Clínico.

El efecto indeseado de esta realidad es la pérdida de órganos que estaban disponibles pero que no se podrán aprovechar porque se superan los plazos de conservación. Todo esto ocurre en España, el país que encabeza las estadísticas mundiales de donantes y de intervenciones. Por eso, las cifras se han desplomado en todos los ámbitos. En un día normal, en España se realizaban 16 trasplantes (de todo tipo; renales, hepáticos, pulmonares) que este mes se han reducido a apenas cinco. La Unidad de Trasplantes de Valladolid tiene hoy siete pacientes en lista de espera de un corazón. Una cifra similar a los que están en espera hepática (hígado). En cambio, los renales superan los 60 pacientes.

Además, los médicos están sorprendidos por un efecto colateral de esta brutal crisis sanitaria. «Han disminuido las patologías graves en toda España -se sorprende Pablo Ucio-. No nos explicamos por qué. Pero no hay donantes porque tampoco hay tanta demanda. Ha caído el número de enfermos graves».

El jueves, los coordinadores regionales de trasplantes celebraron una videoconferencia diseñar estrategias que mantengan la vitalidad del Sistema Nacional de Trasplantes. En 2021 se cumplirán 20 años desde que se autorizó el primer trasplante en la Unidad de Trasplantes Cardíacos de del Clínico.