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La orden de alejamiento sobre la víctima de la última agresión protagonizada por uno de los delincuentes habituales más violentos y prolíficos de la capital, Miguel Ángel G. N., de 49 años, no impidió que su hermano Alejandro, de 39, cuyo historial va camino de ... igualar al anterior, abordara al marido de la mujer para golpearle e intentar amedrentarle para que ella retirara su denuncia contra Miguel Ángel. Y todo ello en Arturo Eyries, el barrio en el que residen los dos hermanos, que en el último trimestre acumulan la friolera de catorce detenciones por un reguero de robos, agresiones y amenazas cometidos, en su mayoría, en el entorno de su propio domicilio.
El último de los vecinos de Arturo Eyries en ser detenido fue Alejandro, acusado de abordar al marido de la propietaria de un bar del barrio, a la que Miguel Ángel amenazó de muerte a punta de navaja el 29 de enero después de que ella le echara del local por molestar al resto de clientes. Alejandro, en esta ocasión, será investigado por agarrar del cuello al marido de la víctima a finales de febrero para golpearle y amenazar con matarles a él y a su mujer si ella no retiraba la denuncia por el incidente de enero.
Otra muesca más en el historial de dos hermanos que a día de hoy suman ya noventa antecedentes policiales en sus abultados historiales, los catorce últimos correspondientes a un reguero de detenciones por distintos delitos (robos, en su mayoría) ocurridos en el último trimestre. Miguel Ángel, el mayor de los dos, acumula 69, los nueve últimos desde finales de diciembre. Su hermano pequeño, Alejandro, alcanza los 20, cinco de ellos actuales. La Policía Nacional ha detenido a los dos en, al menos, dos ocasiones este años. Una por intentar desvalijar juntos una tienda de ropa de la Circular (el 12 de enero) y otra por robar en un coche estacionado en Parquesol (el 7 de febrero).
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Miguel Ángel es ya un veterano en la materia si se tiene en cuenta que entre finales de los ochenta y mediados de los noventa llegó a convertirse en el delincuente habitual más prolífico de la ciudad. Solo entre 1992, cuando cumplió la mayoría de edad, y 1995 contaba con 37 detenciones por robos en vehículos o tiendas. Antes, siendo menor de edad, llegó a ser arrestado por los mismos motivos en cuatro ocasiones. Y todo ello vinculado a una «demoledora adicción a las drogas», que arrastra desde entonces, en los tiempos del auge del poblado de La Esperanza. Allí acudía entonces con sus botines para intentar canjearlos por drogas.
Miguel Ángel G. N. Tiene 49 años y suma 69 antecedentes, nueve de ellos en los últimos tres meses. Con 16 años ya contaba con 4 y entre 1992 y 1996 sumó 37, en su mayoría, por robos.
Alejandro G. N. Tiene 39 años y suma 20 antecedentes, los cinco últimos en los últimos tres meses. En dos de ellos, al menos, fue detenido por robos junto a su hermano.
La última oleada de detenciones de Miguel Ángel, y en paralelo, de Alejandro, comenzó el 19 de diciembre en un estanco del paseo de Zorrilla, junto a la plaza del Doctor Quemada, donde golpeó a la dependienta para robar una simple botella de Baileys (valorada en 5,6 euros). Después llegarían nueve detenciones más por otro robos e incidentes similares, en su mayoría, en el entorno de su barrio. Entre medias protagonizó el altercado en el bar de Arturo Eyries, en el que no solo sacó a relucir una navaja y amenazó con «rajar» a su propietaria sino que causó daños en el mobiliario de la terraza y se enfrentó posteriormente a los policías nacionales que le detuvieron, en esa ocasión, por séptima vez en un mes.
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Su hermano Alejandro fue el último de los dos en ser arrestado por salir en 'defensa', a las bravas, de Miguel Ángel. Llegó a propinar una patada al marido de la hostelera, que tuvo que ser atendido en un centro sanitarios por las contusiones. Sobre su hermano pesaba entonces, y pesa aún, una orden de alejamiento sobre su mujer y el bar que regenta en su barrio. Sobre él pesará ahora una medida similar sobre su marido. Los dos, no obstante, salieron en libertad con cargos a las pocas horas de sus últimas catorce detenciones. En prácticamente todas fueron sorprendidos literalmente en pleno robo. Ahora tendrán que esperar la celebración de un reguero de juicios que podrían traducirse en una sucesión (más que probable) de condenas.
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