Tres años y seis meses de prisión para el cliente que drogó y robó a una prostituta en Valladolid

El hombre contrató los servicios que ofrecía E. L. A. a través de una página de Internet y se desplazó al piso del entorno de Caño Argales en el que ella vivía temporalmente y ejercía la prostitución junto a otras mujeres que se dedicaban al mismo oficio. Estuvieron juntos entre las tres y las siete de la madrugada del 12 de octubre de 2020 y por ese tiempo, el cliente abonó 400 euros, cien por cada hora de «compañía». Luego, el acusado propuso que estuvieran más tiempo para lo que tenía que ir a buscar más dinero. Entonces ella le dijo que le subiera, «de vuelta, algo para desayunar».

Tras ingerir lo que le llevó, la víctima «comenzó a sentirse mal hasta quedar inconsciente y a merced del acusado», quien aprovechó par sustraer de la habitación que utilizaba la mujer 2.200 euros que escondía en una bolsa con su cartera dentro del cubo de la basura, así como dos móviles, un juego de llaves y un pasaporte emitido en Paraguay. La sentencia considera probado que Reguero «le proporcionó junto con el desayuno medicamentos que contenían benzodiacepinas (Lormetazepam)», un fármaco al que el acusado tenía acceso por prescripción médica. La Policía le requisó una caja vacía de Noctamid 2 durante el registro que realizó el 20 de octubre en su domicilio.

Sostiene el magistrado juzgador que el delito de robo con violencia está probado sobradamente con el testimonio de la víctima, «especialmente relevante y contundente». La mujer, «narcotizada contra su voluntad», despertó pasadas las tres de la tarde del 12 de octubre y su primera reacción fue comprobar que le habían desaparecido los ahorros de una semana de trabajo. Entonces, acompañada de una mujer «de las que trabajaba en el piso» fue a denunciar lo ocurrido en Comisaría. Allí señaló que se había quedado inconsciente y que «sintió que el acusado abusaba físicamente de ella». Aunque este extremo quedó fuera del escrito de acusación de la Fiscalía, en Urgencias la mujer fue atendida y se le prescribieron fármacos antivirales y antiembarazo como presunta víctima de una agresión sexual.

Después de esta primera denuncia, la víctima acudió tres veces más, una para aportar la fotografía y datos del presunto autor, a quien localizó por las redes sociales porque «para hacer las rayas de cocaína que consumió en su presencia, utilizó su tarjeta sanitaria», con lo que así se enteró de su nombre y apellidos, explicó la testigo en el juicio. Además, entregó a los investigadores los informes médicos que confirmaban «al menos, la presencia de benzodiacepinas». Completó la información para poder detener al cliente con el posicionamiento GPS de uno de sus teléfonos, «geolocalizado en la misma calle donde reside el acusado».

Otras dos mujeres habían denunciado hechos similares protagonizados por el acusado en marzo de 2013 y abril de 2019. Contra la sentencia cabe recurso de apelación ante la Audiencia de Valladolid.