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El monumento al toro (sin orejas) del Paseo de Zorrilla de Valladolid, la última obra del escultor de Serrada José Luis Medina Castro, y el morlaco vegetal que 'pace' desde 1999 en la Cañada Real, en Covaresa, tienen una relación muy estrecha. Tal es el nexo entre ambas obras que, sin la primera, la otra no existiría. Los dos animales, el de bronce y el de hiedra, se encuentran a una distancia exacta de 2.000 metros en línea recta. Una distancia que se salva en 28 minutos andando, 12 en autobús, 7 en bicicleta y alrededor de 5 en coche. Abro hilo:
↓ El toro del Paseo de Zorrilla de Valladolid, obra del animalista José Luis Medina Castro, se inauguró el 19 de mayo de 1999. Ese mismo año, cuando el bronce ya estaba concluido, la fundición encargada de la obra ofreció al único hijo del artista, el arquitecto José Luis Medina Bores, quedarse con la armadura metálica que habían utilizado para sostener la arcilla y poder modelar el toro.
↓ La jaula que sirvió de base para la fundición, con unas dimensiones similares a las del toro de la glorieta del Matadero –1,75 metros de alto por 3,50 de ancho–, la hizo Tomás Bolaños, uno de los alumnos del escultor vallisoletano y profesor en la actualidad de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense. «Cuando la empresa Arte 6 de Arganda del Rey, en Madrid, acabó el proceso de ampliación de la escultura del toro me ofrecieron quedarme con la estructura metálica», recuerda el hijo de José Luis Medina. «Me hubiera encantado ponerla en mi casa de Serrada, pero el transporte era muy caro, unas 50.000 pesetas (300 euros), y decidí cederla al Ayuntamiento de Valladolid, que se hizo cargo del traslado», explica.
↓ El Consistorio, capitaneado por Francisco Javier León de la Riva, decidió colocar el armazón en una de las medianas vegetales de la Cañada Real de Valladolid, a la altura del número 184 y recubrirlo de hiedra. «No se trata de una réplica del monumento al toro, es una versión vegetal. Es un toro cambiante, que depende de cómo lo pode el jardinero. No es una escultura, es otra cosa», puntualiza José Luis Medina Bores.
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↓ Un trabajador de Acciona, empresa que se encarga de mantener las zonas verdes del sur y este de Valladolid desde octubre de 2019, poda con mimo el toro de hiedra (hedera hélix) de Covaresa siempre que el animal pierde la forma. «De media, suele ser tres o cuatro veces al año», explican desde la compañía, que ha asignado la tarea desde «hace muchos años» al mismo jardinero para realizar los arreglos de manera «totalmente manual, con tijera de seto». «La poda de la escultura no revierte excesiva dificultad, pero hay que ser muy cuidadoso y detallista. Un recorte mal ejecutado puede deteriorar lo que se ha conseguido en varios años. Además, en algunas zonas a la hiedra le cuesta más establecerse y es necesario ayudar recolocando y dirigiendo brotes nuevos», advierten.
↓ En primavera y a veces en otoño, alrededor de la escultura vegetal y en el suelo se plantan flores de temporada. «En primavera suelen ser geranios, sumpatiens y begonias. En invierno, se utiliza únicamente pensamiento o viola», puntualizan desde Acciona. Para que el toro no pierda el verdor, se riega con difusores colocados sobre el lomo, que funcionan a la vez que el riego del césped. «En algunos momentos ha sido necesaria la intervención para eliminar y controlar algunas plagas como pulgón o gorgojo», añaden.
↓ Con la inauguración del toro de José Luis Medina y la versión vegetal de Covaresa, en 1999, finalizaban cuatro años de transformación de Valladolid en la ciudad de la escultura. En esa etapa los vallisoletanos vieron cómo se instalaba la fuente del Globo Terráqueo móvil en la plaza de España, las Puertas de Valladolid de Cristóbal Gabarrón, también en Covaresa, el Subespacio Triangular de Primitivo González en Parquesol o la fuente ornamental del Paseo de Zorrilla, con 30 metros de diámetro y 368 surtidores.
↓ José Luis Medina, el quinto hijo del poeta Cesar Medina Bocos, nació en Serrada el 9 de abril de 1909, localidad vallisoletana que le despidió el 19 de septiembre de 2003, a los 94 años. En su trayectoria artística consiguió importantes distinciones, como el Premio Nacional de Escultura en 1963 y la medalla de oro en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid en 1964.
↓ Fue la Sociedad Municipal de Suelo y Vivienda de Valladolid (VIVA) la que encargó a José Luis Medina una pequeña escultura del toro de 26 por 52 centímetros para posteriormente ampliarla a 1,75 por 3,50 metros y proceder a su fundición en bronce. De esta manera, el Ayuntamiento de Valladolid rendía homenaje a la trayectoria del artista vallisoletano, el mejor animalistas del siglo XX.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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