Valladolid
Las farolas iluminan las calles sin vida del cuartel de Farnesio desde hace cuatro mesesValladolid
Las farolas iluminan las calles sin vida del cuartel de Farnesio desde hace cuatro mesesEl tiempo parece haberse detenido en el entramado de calles que recorre los maltrechos barracones del antiguo cuartel Conde Ansúrez, cuyos muros centenarios reciben desde hace meses la luz tenue, amarillenta, casi decadente de decenas de farolas encendidas para iluminar aceras vacías, parques desiertos, bancos ... que miran a la nada y calzadas por las que no pasan coches. Esta es la escena, sorprendente, que muestra desde hace el pasado verano el urbanizado interior que serpentea entre los edificios catalogados, y aún huérfanos de inquilinos, del acuartelamiento de Caballería que durante casi un siglo acogió al Regimiento Farnesio.
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El perímetro del cuartel, la joya de la corona del incipiente barrio por el valor histórico de sus ladrillos, permanece vallado en toda su extensión con carteles que advierten de forma expresa de la prohibición de acceder a sus nuevas calles a peatones y conductores. Como si sus edificaciones estuvieran en una suerte de cuarentena sin fin. El Ayuntamiento, en este sentido, continúa sin poner fecha a la apertura de sus viales y a la llegada de posibles proyectos para dar vida a este escenario muerto, convertido en una suerte de inerte bodegón urbano.
Solo un picón de sus vastos terrenos, que ocupan 41.409 metros cuadrados con vistas al paseo del Arco de Ladrillo y las calles General Shelly, Bartolomé de las Casas y Transición, está en vías de recibir inquilinos en torno al próximo curso (2025-26). Allí, en la esquina de General Shelly con Bartolomé de la Casas, donde se encontraban los talleres del regimiento, se encuentra el único signo de vida del viejo cuartel. Los operarios están desmontando ya las cubiertas para comenzar a edificar la futura Escuela Superior de Diseño (ESI), que ocupará todo este lateral, en la que se van a invertir 2,5 millones de euros y que tendrá capacidad para cuatrocientos estudiantes. Es el primero, y único por ahora, proyecto en marcha para ocupar los diecisiete edificios catalogados de un cuartel inaugurado en 1902 por Alfonso XIII y que estuvo en uso hasta su cierre, y posterior saqueo, en marzo del año 2000.
Los obreros que construyen la futura academia, que se mudará de sus actuales dependencias al otro lado del paseo del Arco de Ladrillo, en la Ciudad de la Comunicación, son los únicos que han pisado hasta la fecha las aceras adoquinadas y calzadas asfaltadas del interior del cuartel Conde Ansúrez. Las obras de urbanización de este laberinto de más de cuatro hectáreas, que gira en torno a una plaza central -su antiguo patio de armas- concluyeron en el mes de julio.
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Entonces se colocó el mobiliario urbano (bancos, papeleras...) y se habilitó un parque de juegos infantiles, se plantaron los árboles, se dibujaron las marcas viales y se instalaron las señales de tráfico; además de encenderse las decenas de farolas que desde entonces iluminan este espacio sin vida que cumple cuatro meses esperando a que peatones y vehículos estrenen sus calles. Todas ellas muestran aceras adoquinadas en tonos amarillas y calzadas al mismo nivel sin reservar (por falta de espacio) plazas de aparcamiento.
Los trabajos de urbanización tuvieron como complemento el tapiado de las ventanas, paredes y huecos abiertos en los descarnados edificios centenarios del acuartelamiento para evitar visitas y accidentes indeseados en el interior de unos inmuebles, incluido su edificio principal, con su fachada mirando al paseo del Arco de Ladrillo, que se encuentran en un estado de conservación poco aceptable para un conjunto sometido al máximo grado de protección y que, sin embargo, fue saqueado y destrozado sin control en los años siguientes a su clausura hace casi un cuarto de siglo.
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Sus calles, en cualquier caso, están listas e iluminadas desde el pasado verano y continúan esperando su apertura. El problema, y parece evidente, es el mal estado de sus inmuebles y el riesgo de posibles desprendimientos de sus muros, sobre todo, si se tiene en cuenta que la mayoría carecen de tejados que frenen su imparable proceso de deterioro fruto del paso de ladrones de chatarra que a comienzos de siglo, cuando el cuartel estaba ya vacío y abandonado a su mala suerte, llegaron a desmantelar las tejas para cortar las vigas metálicas y venderlas luego como mera chatarra.
Y eso que todo el conjunto, con sus 122 años de historia (98 de uso militar y 24 de abandono), acoge «inmuebles icónicos, que han sido declarados patrimonio inmobiliario, por su gran valor histórico y arquitectónico», según destacó en el mes de enero el propio alcalde, Jesús Julio Carnero, cuando asistió a la apertura de los viales en los terrenos del otro cuartel aledaño, el General Monasterio, donde están ahora en construcción media docena de bloques de pisos con capacidad para 408 viviendas, dos de ellos prácticamente acabados.
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¿Qué ocurrirá con el cuartel Conde Ansúrez? Pues el regidor anunció entonces que algunas de sus edificaciones «albergarán importantes dotaciones de equipamiento para el Ayuntamiento de Valladolid en seis extensas parcelas con más de 12.117 metros cuadrados de superficie» ¿Cuáles? Es una incógnita once meses después de aquella visita del primer edil al barrio de los Cuarteles más allá de que uno de los barracones centrales acogerán, también sin fecha para su ejecución, albergarán 68 viviendas de protección. Su construcción, junto a la puesta en servicio -está sí, con fecha- de la Escuela Superior de Diseño, se antoja como piedra angular para comenzar a dar vida a este amplio picón de los antiguos terrenos militares.
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El problema es que faltan meses para que el primer proyecto cuaje y puede que años para que el segundo sea una realidad. Del resto continúa sin haber noticias. El Ayuntamiento, en este sentido, guarda silencio sobre las fechas que maneja para, al menos, abrir las calles del viejo cuartel; así como sobre los posibles usos de sus edificios. Toca esperar pues. Las farolas, entre tanto, continúan iluminando sus fantasmagóricos rincones que, también por el momento, carecen de denominación.
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Las vías de los terrenos colindantes, las del antiguo cuartel General Monasterio (construido en 1956 y cerrado también en el año 2000-, ya fueron bautizadas en enero con nombres vinculadas a la paz y la concordia -Teresa de Calcuta, Nadia Murad...-, por su evidente cercanía con el parque de La Paz, un espacio verde que también se encuentra en obras para mejorar la accesibilidad de sus caminos del lado de General Shelly y Bartolomé de las Casas. Dicha temática pacifista parece llamada a denominar también los viales del cuartel Conde Ansúrez. En la urbanización conjunta del nuevo barrio, que arrancó en 2021, se han invertido diez millones de euros.
Nueve años tardó en construirse el cuartel Conde Ansúrez para su inauguración, a cargo del rey Alfonso XIII, en 1902. Era, en su momento, uno de los edificios militares más modernos de la época e incluía, como novedad, un primigenio sistema de calefacción al colocar los establos en las plantas inferiores para permitir que el calor de los animales ascendería por un sistema de conductos a las dependencias superiores. La sede durante 98 años del histórico regimiento de Caballería Farnesio (fundado en 1649) llegó a albergar a ochocientos militares a mediados de los años ochenta del siglo pasado. Sus puertas se cerraron en la primavera del año 2000 y apenas unos meses después comenzó su imparable proceso de destrucción fruto de robos, vandalismo e incendios.
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