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Los vestigios de los guardianes de la uva en ValladolidEl Cronista | Historias de aquí
Los vestigios de los guardianes de la uva en ValladolidEs septiembre y comienza la vendimia. Hasta bien entrado el siglo XX aún se utilizaba el término de 'guarda de viñas' o 'viñador' para referirse al encargado de guardar las viñas desde que la uva comenzaba a apuntar hasta que se recogía la uva. Y ... su sueldo se redondeaba cuando, ya no siendo necesario guardar los majuelos, se incorporaba a las cuadrillas de vendimiadores.
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Es sobradamente sabida la enorme importancia, que viene de antiguo, que tiene la uva y el vino en prácticamente en toda España. Baste remontarnos a las Tierras de Medina o a la Ribera del Duero, en el caso de Valladolid, como demuestra que en el yacimiento arqueológico vacceo de Pintia (Padilla de Duero) haya constancia de que hacían vino. Hablamos de hace más de 2.500 años.
La base de la alimentación durante muchos siglos ha sido el cereal (pan) y el vino. Y ambos han sido especialmente importantes en Valladolid. Por eso era necesaria una adecuada organización de ambas explotaciones, y la guarda de los panes (por mesegueros se conoce a quienes ejercían el oficio) y las viñas (los ya mencionados viñadores) eran fundamentales para el bienestar de las poblaciones.
De ahí el afán por preservar las viñas de los daños que a partir de determinadas fechas se les pueda producir, razón por la cual los concejos, bien en sus ordenanzas bien por costumbre, nombraban a determinadas personas para ejercer la guardería: era necesario evitar que el ganado suelto, rebaños, perros o personas perjudicaran o esquilmaran los majuelos.
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La protección de sembrados y viñas, así como las normas para su correcta explotación han pervivido hasta nuestros días. No en vano, se mire la comarca que se mire, el cereal y el vino han sido productos agrarios dominantes a lo largo de la historia de Valladolid. Así, es fácil encontrar en numerosas ordenanzas y fueros municipales, como Olmedo, Portillo, Quintanilla de Trigueros, Rueda, Simancas, Tiedra, Valladolid..., normas relativas a la guarda de los campos, tanto de cereal como de vino: 'Se prohíbe atravesar los sembrados a toda persona ya sea a pie o a caballo…', 'Se prohíbe a los dueños de los ganados pastar en las viñas…', ,El Ayuntamiento y labradores acordarán el día en que habrá de dar comienzo la vendimia…', 'Nadie podrá introducir en las siembras corderos a pacer y mucho menos reses mayores…', 'Queda prohibido cortar uva o destrozar el viñedo…', 'Los palomares se cerraran los meses de julio y agosto (para evitar que las palomas coman en los sembrados ya crecidos)', etcétera.
Veamos una norma concreta. En los acuerdos de 1429 de Amojonamiento y Concordia firmados entre Íscar y Cuéllar se establece que los concejos se encarguen de guardar las viñas y los panes que los vecinos de una comunidad tuvieran en la otra: «…Que los vecinos de Santiago (del Arroyo) sean obligados de dar viñadero e meseguero (…) e los vecinos de San Miguel del Arroyo que pongan meseguero que guarde e de cuanta de los panes e viñas …» que están en el otro término municipal.
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Dura era la vida de mesegueros y viñadores, pues tenían que permanecer en las tierras a su cuidado durante toda la duración del contrato, por lo que, de una u otra forma, debía llevar en estas condiciones su vida familiar y marital. Para verificar esto basta acudir a la ley 37 de las Ordenanzas de la Villa y Tierra de Cuéllar: «E que tales viñaderos sean obligados de estar de continuo en los pagos y en las cabañas y hacer y tener cabañas enteras en que estén». Y si no respondían al tercer grito de llamada eran sancionados. Es decir, que si alguien llamaba al viñador por tres veces por la zona que se supone que tenía que estar guardando, y no respondiera, eso se interpretaba como ausencia de su puesto de vigilancia y, por tanto, era penalizado.
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Son los guardaviñas paradigma de los profundos cambios que ha sufrido la agricultura vallisoletana. Con frecuencia se confunden con los típicos chozos de pastor, sobre todo, porque casi todos los guardaviñas han quedado descontextualizados: con la filoxera primero y con la preponderancia cerealista, sobre todo tras la Guerra Civil, desaparecieron las viñas en buena parte de las comarcas de Valladolid, y aquellos chozos han quedado en medio de campos de cereal, sin un solo majuelo a la vista.
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Ciertamente se parecen mucho a los chozos pastoriles, y no existe una regla única para distinguirlos. En general, con excepciones, suelen ser más pequeños y de no gran altura, y en Valladolid es común que haya almendros cerca. La asociación entre viña y almendro seguramente tiene su origen en la antigua costumbre, especialmente en las explotaciones de los grandes monasterios, de cultivar árboles frutales junto a las uvas. De entre todos los frutales, sin duda, el almendro es el que ofrece mejor adaptación a los tipos de suelo predominantes en la provincia, y también mayor resistencia a las extremas condiciones climáticas de Valladolid. Por eso sobrevive en terrenos yermos y abandonados: algunos pequeños pagos de la provincia que tienen el nombre de 'viñas viejas', por ejemplo, están rodeados de almendros.
El oficio de guardaviñas, en según qué épocas, costumbres y comarcas, se solía fundir con el de meseguero o guarda de los panes (el guarda de los campos de cereal). Y ambas funciones de vigilancia la desempeñaba una misma persona. A estos oficios, como a los otros del campo, terminó por sustituirlos el más genérico de Guarda de Campo.
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