![El olvidado 'Coso blanco' de Valladolid](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2023/09/01/participante-coso-blanco.jpg)
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En las Fiestas de Valladolid, las carreras de velocípedos, demostraciones aerostáticas, competiciones de aeroplanos, proyecciones en cinematógrafos y otras variadas iniciativas pretendían sorprender y atraer a un público incluso de otras poblaciones. Años hubo en los que se llegó a fletar trenes que facilitaran la llegada de forasteros a las ferias de septiembre. Los programas de Ferias de los primeros años 20 fueron profusos en hacer llegar al gran público las entonces nuevas tecnologías y novedosos artefactos que hicieran las delicias de la gente.
En definitiva, los programas de ferias de todos los tiempos se han venido caracterizando por las novedades: ejemplos más actuales pueden ser el año 1963 en el que se programó un desfile de carrozas, que se celebró hasta 1977; o en 2002 cuando la Party Dance se celebró como la gran apuesta del programa de Feria y Fiestas de Nuestra Señora de San Lorenzo.
Muchas de aquellas novedades han quedado en la memoria por relatos y fotografías. Más, entre todas, acaso la menos conocida sea el desfile de carrozas que se conoció como 'Coso blanco'.
El 'Coso blanco' se venía celebrando en ciudades importantes de Europa y España como París, Niza o Valencia y en 1911 el Ayuntamiento de Valladolid vio la oportunidad de programarla en sus fiestas, convencidos los munícipes de que atraería muchos visitantes de las capitales vecinas por tratarse de una cosa desconocida para el público.
El 'Coso blanco' consistía en un elegante y festivo desfile de carrozas y automóviles engalanados, en los que el color dominante fuera el blanco. Más tarde se fue trocando por un coso blanco y verde, blanco y rojo, blanco y rosa, blanco y azul… y así durante dos décadas, hasta que se eliminó de la programación.
Viene lo de 'coso' porque el desfile se celebraba en un espacio acotado. Los primeros desfiles del 'Coso blanco' fueron espectaculares. En las ferias de 1914 el Ayuntamiento incluso invitó a que los vecinos de la Avenida de Alfonso XIII –que así se llamaba entonces la Acera de Recoletos– pusieran colgaduras blancas el día 22 en los balcones de sus casas pues por tarde iba a celebrarse el desfile.
«Se celebró con un tiempo hermoso y una animación enorme». En el amplio paseo central del Campo Grande se dispusieron sillas y palcos que, según la crónica publicada por El Norte de Castilla, se llenaron a rebosar por un público predominantemente femenino.
Desfilaron diez carrozas engalanadas por el Ayuntamiento seguidas de unos treinta automóviles de particulares. La comitiva iba acompañada de las bandas de música del Regimiento de Infantería Isabel II y del Hospicio, que terminado su recorrido se instalaron en los palcos frente al Templete de la Música. A continuación de ambas bandas desfiló la sección de Policía Municipal montada a caballo, seguida de los clarineros y timbaleros municipales. El desfile lo cerraron las trompetas del Regimiento de lanceros de Farnesio.
Terminado el recorrido de la comitiva y tras el disparo de una bomba de mortero comenzó «una reñidísima batalla de confetis y serpentinas» que concluyó igualmente con otro disparo de mortero.
Las carrozas estaban bautizadas con los más curiosos nombres: Gran carroza Luis XV, Perros que riñen, Rana cantando a la luna, Juego de Tenis, Molino de viento, Mariposa, Conejo mecánico....
El enorme éxito del desfile animó al Ayuntamiento a mantenerlo en el programa de 1915. Ese año salieron también unas cuarenta carrozas y vehículos aportados por el Ayuntamiento y otras instituciones como el Círculo de Recreo, el Círculo Liberal, el Círculo Conservador, el Círculo del Calderón, el Círculo Liberal Democrático, y el Capitán General, y la Condesa de la Riva, así como una veintena de particulares.
En el paseo central del Campo Grande se instalaron setenta palcos y 2.000 sillas al precio de 11 pesetas cada palco para diez personas, y 1 peseta la silla individual. Pero aquella edición vino acompañada de un desagradable desenlace que lo deslució.
Cuando la fiesta tocaba su fin ocurrió un desgraciado accidente que acabó con la alegría que había reinado durante el desfile: a la carroza del Círculo Liberal, que representaba una gigantesca pipa, se la rompió el eje delantero y volcó toda la parte superior, cayendo a tierra con gran violencia las cuatro personas que la ocupaban, que no eran unos anónimos ciudadanos, sino nada más ni nada menos que Lázaro Alonso Romero, presidente de la Diputación; Augusto Fernández de la Reguera, exalcalde y presidente del Circulo Liberal; Enrique Gavilán, diputado provincial y César Alba Delibes, hijo del exministro Santiago Alba y propietario de El Norte de Castilla.
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«Los señores Gavilán y Alba salieron ilesos, pero los otros dos presentaban lesiones de cierta importancia: en la cara y una muñeca el señor Alonso y el señor Fernández de la Reguera estaba tendido en el suelo sin sentido y con una herida en el hombro derecho», narraban las crónicas. Ambos fueron rápidamente trasladados a la Casa de Socorro. Los doctores dictaminaron que Fernández de la Reguera tenía una luxación en el hombro y había padecido un colapso cardíaco.
Aparte de los familiares de ambos, en la Casa de Socorro se personó medio Valladolid: el citado Santiago Alba, el exgobernador Queipo de Llano, el gobernador civil Rivadulla, el alcalde Infante y diputados provinciales y concejales del Ayuntamiento vallisoletano, amén de militares de muchas estrellas y diversos altos funcionarios de la Diputación, el Gobierno y el Consistorio.
Una información de última hora de la tarde indicaba que ambos habían mejorado, pero el accidente dejó sin duda tema de conversación para unos cuantos días. La cosa no fue para menos.
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