Comercios históricos de Valladolid: Santacruz

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Juan Díez Muniz abrió el comercio el mismo año que nació su hijo Ángel Díez Mañanes (Medina de Rioseco, 1884) quien, al menos desde 1926, ya se encontraba al frente del negocio de telas de su padre. Casado con Jesusa García, fue ésta quien se convirtió en la titular del comercio tras la muerte de su marido en 1950, pasando a denominarse la tienda Viuda de Ángel Díez. Confecciones, tejidos y géneros de punto. El matrimonio había tenido cuatro hijos: Jerónima, Ángel, Ursicia y Metroniano. Fueron los dos hijos varones quienes se hicieron cargo del negocio familiar fundado por su abuelo en 1884 y quienes, a finales de los años sesenta del siglo XX, trasladaron el comercio a Valladolid capital. «Durante un tiempo tuvieron en Saldaña, Palencia, una sucursal del comercio de Rioseco. Fue un traspaso de un comercio que ya existía y que lo llevó una hermana de mi madre. Pero no duró mucho», recuerda Javier Díez Rodríguez.

En 1966 los hermanos Metroniano y Ángel Díez García reabrieron su comercio en el número 10 (hoy 12) de la calle Mantería. Confección y géneros de punto. «Vendían tejidos, medias y calcetines», apunta Javier Díez Rodríguez. Cuatro años después, en 1970, trasladaron su negocio al número 28 de la calle. «Se hizo el edificio actual y compraron el local en el que ha estado la tienda hasta este año», cuenta Javier Díez Rodríguez. «Mi padre era muy imaginativo para los negocios. En Rioseco, antes de venir a Valladolid, hizo una campaña espectacular en la que pagaba 300 pesetas por cada gabardina usada si se compraba una nueva. ¡Vendió 500! La gente le preguntaba qué hacia con las gabardinas usadas y él contaba que había traído una máquina de Alemania en la que metías la gabardina vieja y salía nueva», rememora Javier. «A la máquina la bautizó como Anjoblan -las primeras sílabas de los nombres de sus tres hijos- y las gabardinas usadas las tiraba, si estaban inservibles, o las llevaba al hospicio», recuerda divertido Javier. Y es que pagaba además el viaje y la comida en un restaurante de Rioseco. «Vinieron de todos los pueblos de alrededor; hasta los del circo».

Metroniano y Ángel repartieron la sociedad y fueron los tres hijos de Metroniano quienes siguieron al frente del negocio familiar: Ángel Eugenio (Valladolid, 1959), José Javier (Valladolid, 1964) y Blanca Mar (Valladolid, 1965). «En la tienda siempre estuvo mi madre. Mi madre era la que curraba y mi padre, el que pensaba». Los tres hijos de Metroniano y Modesta Rodríguez siempre han trabajado juntos, hasta que hace unos meses al mayor, Ángel, le llegó la jubilación, y los tres hermanos decidieron cerrar el negocio que este 2024 ha cumplido 140 años. Un hijo de Javier, Javier Díez Crespo, la quinta generación de esta saga familiar de comerciantes, estuvo un tiempo también ligado al negocio textil familiar, que finalmente cambió por ponerse al frente de su propio negocio.