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En la primera década del siglo XX, El Norte de Castilla comenzó a incluir un apartado dedicado a la información meteorológica: no de previsión, pues la tecnología no llegaba a tanto, sino del tiempo que había hecho los días anteriores. Es decir, la previsión todavía quedaba en manos de las cabañuelas… Pero la ciencia y la tecnología acabarían imponiéndose.
En aquellos primeros años, la fuente informativa era el Observatorio de la Universidad de Valladolid, que recogía los datos relativos a la presión atmosférica, la temperatura, la humedad, los vientos y el estado general del tiempo. Durante un breve periodo, eso sí, los datos publicados por El Norte provinieron del observatorio que tenían los padres Agustinos en su convento del paseo de Filipinos.
A partir de 1927, el parte del tiempo que publicaba el periódico era el facilitado por el Observatorio Meteorológico de Valladolid, instalado desde 1923 en un chalé de La Rubia. Su director era Eliseo Nieto Brezmes. Con él trabajaban dos ayudantes y entre la moderna tecnología de la época disponían de un globo sonda. Mas, sobre previsiones, aunque ya se comenzaba a hacer predicciones de tiempo probable, el director advertía de que siempre eran imprecisas y que «eran palabras que se lleva el viento»: nunca una metáfora mejor traída.
El emplazamiento del Observatorio de Valladolid, posteriormente Centro Meteológico Zonal, desde que en 1861 comenzara a funcionar de acuerdo al Real Decreto de 5 de marzo de 1860 firmado por Isabel II, por el que se inicia la organización científica de la meteorología española, -dependiendo inicialmente de la Universidad y luego del Gobierno de España-, ha tenido varios emplazamientos, según informa la Agencia Española de Meteorología (AEMET).
La historia de los lugares donde han estado instalados los observatorios de Valladolid comienza con el que se ubicó en una terraza que había en el tejado de la capilla del edificio de la Universidad. Allí su aparataje se componía de anemómetro, pluviómetro y termómetro que, lógicamente, fue creciendo y perfeccionándose con el paso del tiempo.
A partir de ahí muchos han sido los avatares que ha tenido: en 1900 se derriba el torreón y pasa a ubicarse en el Jardín Botánico de la Universidad -al parecer un lugar muy inapropiado-, por lo que se reinstaló en la torre noroeste de la Casa Consistorial, hasta que en 1915 vuelve a dependencias universitarias y, en concreto, a la nueva torre de la calle Librería, que se construyó cuando ese año se terminó la reforma de todo el edificio universitario (excepto la fachada). Una obra muy criticada por el derribo de buena parte del edificio histórico que se llevó a cabo bajo el proyecto del arquitecto Teodosio Torres, con el visto bueno del Gobierno. El torreón de la Universidad se derribó en 1968.
Años más tarde estuvo en las cocheras del Ejército del Aire, situadasen la avenida de Salamanca. Su emplazamiento actual se remonta a 1985, en un edificio de nueva construcción levantado en terrenos cedidos por la Diputación de Valladolid en el barrio de Parquesol, colindante con el que hasta el año 2009 fue Hospital Psiquiátrico. El nuevo centro se organizó con la más avanzada tecnología de aquellos años, incluida la conexión directa con el famoso satélite geoestacionario europeo conocido como Meteosat.
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Entre el numeroso aparataje y lugares de toma de datos por toda la geografía zonal del Duero, el centro cuenta con una singular y sofisticada torre de cien metros de altura en las instalaciones del centro de Investigación de la Baja Atmósfera instalado en el páramo de Torozos. Y, por supuesto, con una red de observatorios estables en los municipios vallisoletanos de Fuente el Sol, Medina de Rioseco, Olmedo, Peñafiel, Rueda, Sardón de Duero, Villalón de Campos y en el Aeropuerto de Villanubla.
En todo este periplo histórico hay dos personas con nombre propio: Manuel Sinobas y Eliseo Nieto.
Nieto Brezmes, desde 1926 -aproximadamente- hasta su jubilación en 1966, fue el director del Observatorio de Valladolid. Doctor en Ciencias Físicas y miembro del Cuerpo Nacional de Meteorólogos, era una persona muy respetada en el ámbito científico de la Física e impartió numerosas conferencias a lo largo de su carrera profesional.
Y el otro nombre es el de Manuel Rico Sinobas, (Valladolid 1819; Madrid 1898), físico y médico que estuvo interesado desde los primeros años de su carrera científica en el estudio de la atmósfera y sus aplicaciones, pudiendo considerársele como uno de los responsables del establecimiento de la meteorología como ciencia en España. Por cierto, Rico y Sinobas, en su estudio sobre las auroras boreales vistas en España (publicado en 1853), dio cuenta de varios avistamientos en Valladolid en la primera mitad del siglo XIX.
En su honor, la Agencia Estatal de Meteorología creó en 2013 un nuevo programa de observaciones atmosféricas bautizado como SINOBAS (Sistema de Notificaciones de Observaciones Atmosféricas Singulares), entendiendo como tales aquellos de carácter local, poco frecuentes, de intensidad notable capaz de llamar la atención del público.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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