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Este año se cumplen cuarenta años de la inauguración de la casa de cultura y centro cívico del barrio de Las Delicias, que abrió sus puertas el 12 de mayo de 1983, víspera de la fiesta de San Pedro Regalado. Fue el primer centro cívico que se levantó en Valladolid. El entonces alcalde, Tomás Rodríguez Bolaños (1944-2018), había anunciado su construcción en julio de 1981 y sería la primera experiencia de descentralización municipal y, por tanto, de puesta en marcha de un novísimo concepto de servicio público que llevó a que entre el vecindario se debatiera sobre el contenido y forma de gestión del mismo.
Conocida la noticia, la asociación vecinal El Túnel de Las Delicias se entrevistó con el regidor para exponerle, entre otras necesidades, que la casa de cultura debería contar con una biblioteca a tiempo completo y locales para los jóvenes.
El barrio se estaba distinguiendo fruto de la tarea educadora impulsada, entre otras personas, por el cura de Santo Toribio, Millán Santos (titular hoy de una plaza-parque en el barrio), muy apoyada en la parroquia. Ese mismo año (1981) había comenzado a funcionar el Círculo de Cultura Popular de Formación Permanente de Adultos, que de esa manera cubría el vacío en la educación de adultos que no atendía la Delegación de Educación ni ningún organismo oficial, pese a las graves deficiencias que, en este terreno, existían en Valladolid: el analfabetismo rondaba el diez por ciento de la población. También se había creado el Centro de Promoción de la Mujer, se había celebrado la Muestra de Teatro de Las Delicias y había una pujante actividad social entre la juventud.
La promesa de la casa de cultura para el barrio comenzó a materializarse el 5 de febrero de 1982, fecha en la que el Ayuntamiento adjudicó las obras de construcción para una primera fase cuyo importe ascendía a casi 48 millones de pesetas (288.000 euros).
El día 30 de abril de ese mismo año se puso la primera piedra de la futura casa de cultura. Al acto se le dio gran solemnidad: acudió el rector de la Universidad, Justino Duque, y la práctica totalidad de la Corporación municipal. En el interior de aquella simbólica primera piedra se incluyeron los planos del edificio, una copia del acta de constitución del primer Ayuntamiento democrático (1979), el acta del Ayuntamiento en el que se había aprobado construir el edificio y un pliego con firmas de vecinos del barrio y de la asociación.
Tras echar las correspondientes paladas de cemento sobre la caja, vinieron algunas lamentaciones, pues no se había incluido un ejemplar de la prensa del día y la firma del cura Millán Santos. Esto último se palió dándole la palabra, pues se hallaba entre los invitados: «Esta es una de mis mayores alegrías en los trece años que llevo en Las Delicias«, destacó y, dirigiéndose al público, acotó: «Pero es una alegría que siento con vosotros y por vosotros».
La primera piedra lo era de un complejo de edificios con una previsión de tres años de obra y un coste que ascendería a unos 130 millones de pesetas (781.000 euros), cuyo edificio principal sería la casa de cultura, que estaría terminada en el plazo de unos dos años: tendría un patio central que serviría como sala de exposiciones, una biblioteca y aulas para clases. Más tarde habría de erigirse un teatro y otros edificios municipales, entre los que se materializarían uno para el Servicio de Extinción de Incendios (el actual parque de Canterac).
En noviembre de 1982, la concejala de Cultura, Pilar García Santos, dio a conocer que la dotación tendría los servicios de formación de adultos, dos centros de promoción de la mujer, una escuela de cerámica, una delegación del Conservatorio de Música y, como servicios adyacentes, un centro de teatro, otro de fotografía y, a más largo plazo, una escuela de cine. Bien es verdad que algunas de aquellas buenas intenciones de la concejala nunca llegaron a materializarse.
Pero también anunció la forma de funcionamiento y gestión, asunto que no fue un tema menor, según el parecer de las asociaciones del barrio, que querían que en el comité gestor hubiera representantes de las asociaciones juveniles y mayor presencia de las asociaciones en general. Temían que con la propuesta que había hecho la concejala de Cultura, el centro careciera de autonomía y que se convirtiera en una caja de resonancia de los programas del Ayuntamiento. Es decir, querían que los vecinos tuvieran opción de programar sus propias actividades en función de las necesidades del barrio.
El caso es que las obras seguían su curso y el Gobierno municipal había convertido la casa de cultura en una de las principales bazas de su gestión de cara a las inmediatas elecciones municipales. Por fin, el 12 de mayo de 1983, en el marco de las fiestas de San Pedro Regalado, se inauguró el actual centro cívico del paseo de Juan Carlos I. El alcalde, Tomás Rodríguez Bolaños, estaba exultante, pues hacía cuatro días que el PSOE había obtenido una mayoría absoluta, 18 de los 29 concejales electos, en los comicios locales.
La inauguración estuvo acompañada de una gran exposición de cuadros de José Ramón Sánchez, cuyas obras sobre la historia del cine habían sido exhibidos en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid.
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Pero si hubo un protagonista del acto, este fue el cura Millán Santos, párroco de la iglesia de Santo Toribio. El alcalde abrevió su intervención para invitar a que el religioso tomara la palabra. Fue recibido con un gran aplauso y, en su breve alocución, incidió en que este espacio era «un sueño hecho realidad» antes de recordar que se trataba de una reivindicación vecinal desde hacía quince años y desear que sirviera para traer al barrio «la cultura que el barrio quiere y desea».
La biblioteca quedó completada en julio de 1984 y, con motivo de una importante obra de ampliación de la misma llevada a cabo diez años después, se decidió ponerla el nombre de Pablo Rodríguez 'Blas Pajarero', el conocido escritor que pasó su niñez en el barrio de Las Delicias.
En lo que al teatro se refiere, construido en un espacio anejo al centro cívico, comenzó a funcionar en diciembre de 1984 con una capacidad de 443 localidades. Fue inaugurado de manera oficial el 20 de abril de 1985 con un concierto de la Orquesta Ciudad de Valladolid.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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