El templo del Colegio Apostólico de los Padres Dominicos Nuestra Señora del Rosario. Rodrigo Ucero
Valladolid, piedra sobre piedra

El templo vallisoletano que revolucionó el aspecto de las iglesias españolas

Dedicado a la Virgen del Rosario, el inmueble, situado en la carretera de las Arcas Reales, está considerado uno de los mejores edificios de Valladolid

Sonia Quintana

Valladolid

Martes, 11 de junio 2024, 06:57

Ubicado a las afueras de la capital, en el número 209 de la carretera de las Arcas Reales, el templo del Colegio Apostólico de los Padres Dominicos Nuestra Señora del Rosario está considerado uno de los mejores edificios de Valladolid. Dedicado a la Virgen ... del Rosario, el templo, al igual que el resto del conjunto, es obra del arquitecto manchego Miguel Fisac Serna quien, en los años cincuenta, revolucionó el aspecto de las iglesias españolas. Construida entre 1952 y 1957, la iglesia es la adaptación de una idea que Fisac tenía para levantar una capilla en su localidad natal, Daimiel. Es el espacio más importante y el centro del conjunto, en torno al cual se ordenan simétricamente, a cada lado del eje de la nave, el resto de los edificios colegiales, todos ellos realizados en ladrillo rojo.

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Autor también en Valladolid del edificio del Instituto Núñez de Arce, Fisac obtuvo por este templo la Medalla de Oro de la Exposición Internacional de Arte Sacro en Viena, en 1954. «Todos los muebles también fueron diseñados por él. Los bancos de la iglesia son de roble macizo y las puertas, de bronce. Se rodeó además de los mejores artistas del momento y algunas de las obras de su interior, también le ayudaron a hacerse con el prestigioso galardón», recuerda Ramón Fernández, prior de esta comunidad vallisoletana de dominicos. La austríaca Susana Polac, el madrileño Carlos Ferreira o el vasco Jorge Oteiza son algunos de los escultores de renombre que realizaron trabajos para este templo vallisoletano. «De Oteiza es el Santo Domingo de la fachada; de Susana Polac, una Virgen; y de Ferreira, San Vicente Ferrer. Para mí una de las esculturas que mejor representa su figura», añade el religioso.

Rodrigo Ucero

Del interior, sobrecogedor y espectacular, destaca el altar, iluminado lateralmente por luz natural procedente de una vidriera oculta y un lucernario en la cubierta. El espacio, ascendente, se limita mediante dos muros de ladrillo que convergen hacia el ábside de piedra blanca de Campaspero de 25 metros de altura. El exterior, un triángulo truncado, se remata por un potente muro curvo donde descansa la escultura de Santo Domingo portando una estrella, de Jorge Oteiza. Fundida en aluminio, la obra fue concebida como una prolongación del exterior del ábside, ligeramente convexo, con formas abstractas que rematan una pantalla que adquiere el aspecto de vela de un barco. La otra obra que Oteiza realizó para este templo es el grupo de la Aparición de la Virgen a Santo Domingo, realizado en piedra, y colocado en el exterior, a los pies del templo, cerrado en su totalidad. El acceso es lateral.

Llama la atención la ausencia de elementos decorativos en los muros interiores, de inspiración escandinava, donde destaca el viacrucis del gallego Cristino Mallo. Las capillas laterales, al igual que las vidrieras -que muestran los 15 misterios de la Virgen del Rosario- están también disimuladas. Merece atención también su campanario. Su construcción constituyó un hito tanto en la producción arquitectónica de la ciudad como en la trayectoria de su autor. Todo el complejo escolar recibió en 2012 la primera placa Docomomo, otorgada por el Colegio Oficial de Arquitectos de Valladolid, que reconoce los edificios más representativos de la arquitectura y el urbanismo del Movimiento Moderno. Un año antes fue declarado Bien de Interés Cultural.

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