Comercios históricos de Valladolid: Dativo García

La sombrerería de la guardia urbana de Valladolid

Dativo García Vallejo abrió en 1894 en el bajo del edificio que Pedro Negueruela Cuadrillero acababa de terminar de rehabilitar hacía apenas unos meses, en el número 43 de la calle Santiago, una tienda y fábrica de sombreros a la que puso su nombre: Dativo García. Este comerciante de Valladolid compaginó desde el principio la venta y confección de sombreros con un almacén de carbones minerales de su propiedad, sito entonces en el número 4 de la calle Santa María. Aquel mismo año, Dativo García solicitaba al Ayuntamiento una licencia de obras para colocar un toldo en su recién inaugurado negocio de sombreros. Fallecido en 1908, el comercio pasó a denominarse Viuda de Dativo García. Fueron dos de sus hijos, Dativo y Homero, quienes dieron continuidad a este histórico negocio familiar.

En 1916 la fábrica de sombreros fue la ganadora del concurso público para confeccionar las gorras de paño de la Guardia Municipal diurna de la capital. «Única casa en Valladolid que fabrica sombreros para sacerdotes y gorras de uniforme para militares», se publicitaba el negocio en aquellos años. «Visto los modelos de gorras que acompañaban los proponentes, la comisión aceptó el presentado por la señora viuda de Dativo García en el precio de seis pesetas cincuenta céntimos cada gorra», recoge el documento de la comisión de Policía y Establecimientos que custodia el Archivo Municipal de Valladolid. Tal era la fama de este comercio vallisoletano que, en 1900, cuando La Barcelonesa de Manuel Villalonga, germen de Calzados Villalonga, la zapatería más longeva de la ciudad, se trasladó a los números 45 al 51 de la calle Santiago (frente al hoy desaparecido Convento de las Francesas), apostillaba en su publicidad «inmediato a la casa de Dativo García».

Al fundador del negocio le dieron el relevo sus hijos Dativo y Homero García Sanz; éste último compaginaba el negocio familiar con su trabajo como locutor en Radio Valladolid. Casado con la también locutora de la emisora, Clarita Echevarría, la pareja no tuvo hijos. Homero falleció en 1956 y su hermano Dativo fue el que se quedó al frente de la famosa sombrerería vallisoletana que, durante años, en época navideña acogía en su céntrico local de la calle Santiago al «famoso turronero Martínez, con los legítimos turrones de Jijona, Alicante, avellana, yema y coco. También frutas de guirlache, peladillas de Alcoy y cascas de Valencia», tal y como recogen varios anuncios de principios del siglo XX en El Norte de Castilla. Los otros dos hermanos García Sanz, Lucía y Virgilio, no se dedicaron al negocio familiar; Lucía fue maestra y Virgilio, teniente coronel de Aviación, llegó a ser jefe del Aeropuerto de Barcelona.

«En los escaparates de Dativo García podéis admirar los sombreros hongos irrompibles que, aun recibiendo fuertes golpes, se conservan sin romperse. Como garantía se entrega otro sombrero a la persona que presente roto el que compró«. »En los escaparates del popular industrial don Dativo García fue ayer expuesto un sombrero de nueva fabricación, que resulta un prodigio de ligereza. La balanza sobre que se encuentra expuesto marca el ínfimo peso de 45 gramos, es decir, la mitad de lo que pesa el más ligero sombrero de paja«. Y es que el fundador de este histórico comercio vallisoletano fue también un gran inventor. Una de sus patentes más curiosas fue un artilugio bautizado como Airífero Dativo: una especie de ventanilla para procurar la ventilación de la cabeza en verano. Ni más ni menos que un par de herretes a cada lado de la copa del sombrero para que pasase el aire de un lado a otro y refrigerara la cabeza. No pocos vecinos de Valladolid utilizaron el extraño sombrero.

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