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Un sereno (en el centro y con la gorra reglamentaria) en un bar de Valladolid, presumiblemente el María Guerrero, en los años 60. El Norte
Cuando el sereno daba la hora y ayudaba al vecindario de Valladolid

El cronista | Historias de aquí

Cuando el sereno daba la hora y ayudaba al vecindario de Valladolid

La ciudad mantuvo esta figura, cuyas labores de vigilancia nocturna llegaron a asemejarse a las policiales, desde 1841 hasta 1975

Jesús Anta

Valladolid

Jueves, 21 de diciembre 2023, 00:20

El Ministerio de Gobernación decretó en septiembre de 1974 la incorporación de los serenos a las plantillas de personal de los ayuntamientos. Así, al año siguiente, terminaron los 134 años de servicio que prestaron en Valladolid estos singulares personajes que por la noche recorrían las oscuras calles de la ciudad desde 1841 voceando las horas y a disposición de quien les llamara para abrir el portal de su casa si no encontraba sus propias llaves.

La creación del Cuerpo de Serenos fue saludada como una de las iniciativas más destacadas para el bienestar de la ciudadanía, a tenor del discurso que ese mismo año hizo el presidente de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de la Ciudad de Valladolid. Es más, su puesta en funcionamiento lo equiparó en importancia al establecimiento de escuelas gratuitas y al recogimiento y socorro de los pobres en la Casa de Beneficencia, asuntos que hoy en día nos pueden parecer pueriles, pero que en su momento tuvieron una singular importancia en aquella sociedad decimonónica en la que el Estado de Bienestar ni existía ni se le esperaba.

Famosa se hizo la exclamación «¡las tres y sereno!», por ejemplo, que cada hora se escuchaba en las calles que formaban parte de las veredas de estos vigilantes de la noche. Y lo de «sereno», que es la coletilla que más famosa se hizo, no significaba que no estuviera beodo sino que anunciaba el estado de la atmósfera, si esta estaba, efectivamente, serena; al igual que indicaban si llovía u otra circunstancia atmosférica. Así tenían que hacerlo de acuerdo con el artículo 28 del 'Reglamento para los serenos veladores nocturnos de la ciudad de Valladolid', aprobado en 1841.

Portada del Reglamento de Serenos de Valladolid, aprobado en 1841. El Norte

Para llevar a cabo su labor se les proveía de capote, gorra, lanza, farol y silbato. Siempre tenían que estar localizables y los ratos que descansaran de caminar debían pararse en alguna de las esquinas para ser visibles desde varias calles. Y, por supuesto, serían sancionados si se les observara embriagados y se quedaran dormidos, llegando incluso a ser apartados del cuerpo.

Sus cometidos eran de lo más variado, pero siempre guiados para prestar el auxilio necesario a los vecinos y moradores de las viviendas: llamar al médico si una persona estuviera enferma o sufriera un percance en la calle, impedir que un transeúnte fuera robado o agredido, detener a quien estuviera forzando una puerta o ventana, intervenir en las riñas y pendencias, abrir el portal de una casa si fuera solicitado por algún vecino, etcétera.

El silbato (pito según el reglamento) era su arma más preciada, ya que con él advertían de un incendio al vecindario y a sus compañeros para que comparecieran, pedían auxilio en caso de pendencia que no pueda resolver por sí solo… Y, «cuando un sereno halle algún cadáver abandonado en la calle, persona herida sin auxilio o que estando enferma o embriagada se encuentre tendida en el suelo, llamará con el pito a sus compañeros para que los primeros que lleguen partan inmediatamente en busca de auxilio espiritual y facultativo», recogía la normativa que regulaba su labor.

Felicitación navideña de los serenos, expuesta en el Museo de la Policía Municipal de Valladolid. El Norte

El reglamento no indicaba nada de cómo podían hacer los descansos, pero al parecer era habitual que los serenos lo hicieran en las cantinas. Aquello debió producir más de un problema, así que la comisión de policía acordó en 1891 prohibirles la entrada en bodegones, cantinas, tabernas y demás establecimientos análogos, alegando consideraciones de orden moral que debe presidir los actos de los referidos funcionarios so pena de ser privados del servicio. Solo podrían entrar en caso de tener que prestar un acto de servicio. La medida se aplicaría también a los guardias municipales.

Hubo algún momento en el que los concejales pensaron en proveerles también de armas. Así, en 1893 la comisión de policía propuso que los serenos dispusieran del armamento indispensable para su defensa en los casos que durante el servicio lo requieran y solicita que les provea de revolver. El alcalde estuvo de acuerdo. Mas no parece que la medida llegara a ponerse en práctica de forma generalizada, quedando a criterio del alcalde los casos en que debieran ir armados. Eso sí, se les prohibía llevar perro.

Felicitación de Navidad conservada en el Archivo Municipal de Valladolid. El Norte

Casi todos los días la prensa daba cuenta de alguna intervención de los serenos: acompañar al hospital a un herido por arma blanca, vigilar la puerta de entrada al Ayuntamiento para que nadie entrara durante algún pleno turbulento, detener a borrachos que creaban escándalo en la calle, conducir a la comisaría a alguna pareja que estuviera riñendo escandalosamente… Curioso fue el caso de la detención a un sujeto que echó a su mujer de casa a las diez de la noche, pues ni a requerimiento de los serenos el hombre la volvió a admitir. Pero, sin duda, las incidencias más frecuentes eran las de avisar de incendios e intervenir en riñas callejeras; además, obviamente, de abrir portales a requerimiento de los vecinos, que lo solían agradecer con un propina.

Las ordenanzas municipales de 1924 actualizaron algunos aspectos del funcionamiento y tareas de los serenos, que pasaron a formar parte de la vigilancia urbana y de la policía rural.

Según el historiador José Miguel Ortega, en 1953 la plantilla de serenos ascendía a 32.

El cuerpo de serenos del Ayuntamiento de Valladolid desapareció definitivamente en 1975 en aplicación del decreto de septiembre de 1974, como se ha dicho al principio, con su incorporación a la plantilla municipal.

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