El primer pregón de las Fiestas de Valladolid

Desde entonces, el pregón se llevó a cabo el día de proclamación de la Reina y Damas de las Ferias. Acto que se desarrollaba en el salón de la Casa Consistorial, al que se acudía con rigurosa invitación.

Así, el año siguiente, el primer pregonero elegido como tal fue el periodista y escritor vallisoletano Francisco Javier Martín Abril. Entonces las fiestas de septiembre ya se llamaban, desde 1960, Ferias de San Mateo (hasta aquel año eran Ferias y Fiestas de Valladolid). Desde el año 2000 el nombre pasó a ser Feria y Fiestas de la Virgen de San Lorenzo, con el consiguiente cambio de fechas a los primeros días de septiembre porque el día ocho cae la fecha de la patrona de Valladolid.

A buen seguro que uno de los motivos que pesaron en la elección de Martín Abril como pregonero –si es que era necesario buscar alguno en su abultado historial profesional, literario y periodístico- sería el que el año anterior había sido galardonado con el Premio Nacional de Periodismo.

El criterio que debían seguir los regidores para elegir pregonero (personalidades destacadas de las letras) se mantuvo –más o menos- hasta que en 1982 el entonces alcalde Tomás Rodríguez Bolaños designara pregonero a José María Pérez 'Peridis'. Y se abrió el camino para que la elección no estuviera condicionada por un solo criterio. Así, a partir de entonces, cada septiembre han salido al balcón de la Casa Consistorial personas de la más variada condición: artistas, toreros, cantantes, famosos televisivos o políticos: por el balcón han pasado el grupo musical Celtas Cortos, la actriz Lola Herrera, el entrenador de fútbol Vicente Cantatore, la modelo Juncal Rivero, la ministra de Cultura Carmen Alborch o el mismo Rodríguez Bolaños.

El pregonero del primer Ayuntamiento democrático (1979) fue el poeta Jorge Guillén, que escribió el pregón pero que por razones de su delicada salud no se desplazó a leerlo desde Málaga, donde residía. Se tomó la decisión de que en su nombre lo leyera el periodista Rafael González Yáñez. El pregón, cuajado de versos y en él latía, sobre todo, el espíritu de la España que estaba asomándose a la Democracia: «Pregón es palabra de paz, de reunión en un ambiente favorable a la paz y la solidaridad». Con estas palabras empezaba el texto de Jorge Guillén. Y al final de los ocho folios se despedía prácticamente con el mismo mensaje: «Solidaridad y esperanza (…) es muy interesante para la vida individual hacer algo positivo en favor del prójimo inmediato y lejano».

La historia de pregones tiene dos años en blanco, pues ni en 1978 ni en 1991 hubo nadie que saliera al balcón del Ayuntamiento con ese fin.

Manuel Vidal era el alcalde en 1978 y decidió por su cuenta y riesgo que no habría pregonero, aduciendo que puesto que se vinculaba a la coronación de la Reina de las Fiestas, y ese año no habría, el pregón dejaba de tener sentido alguno. Dos razones dio Vidal para eliminar la elección de reina: la más sorprendente es que hacía años que nadie ajeno al Ayuntamiento y a los invitados de protocolo se interesaba por el acto de coronación; y la otra, que consultadas las asociaciones vecinales de la ciudad, estas habían mostrado su desaprobación con aquel acto elitista de hacer reina a una joven… y que temía que si se empeñaba en hacerlo, la muchacha elegida se exponía a recibir algún tomatazo.

Tomatazos no, pero en 1991 el alcalde Rodríguez Bolaños, decidió suspender el pregón que iba a dar el alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall. Adujo el alcalde que el pregonero había sido elegido para realzar el que el año siguiente -1992- se iban a celebrar en Barcelona las Olimpiadas, un acontecimiento de repercusión mundial. Pero que a tenor de información que le había pasado la policía, había riesgo de que la extrema derecha realizara algún acto violento por la presencia del catalán en Valladolid, sobre todo alentada por las críticas que había vertido el entonces portavoz municipal del Partido Popular, Adolfo García-Díaz-Faes, que el alcalde juzgó de anti catalanistas.