El cronista | Callejeando por Valladolid
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El cronista | Callejeando por Valladolid
La noble historia de la calle San IgnacioLa calle San Ignacio, antes conocida como San Julián y de la Caridad, consolidó su nombre en el siglo XVI, cuando los Jesuitas asentaron en ella su casa profesa (que es cómo la Compañía de Jesús denomina a sus conventos) y la llamaron, así como a su iglesia, San Ignacio.
Es una de las calles más antiguas de Valladolid y en la que se fueron estableciendo nobles que levantaron en ella sus casas palaciegas, lo que junto con otros importantes edificios la convierten en una de las vías con mayor interés histórico y arquitectónico, y en ocasiones se la describe como 'la calle de los palacios'.
Comienza la calle a espaldas de San Benito y, en el número 5, una puerta adintelada flanqueada por columnas toscanas impostadas nos está diciendo que se trata de lo que queda de la fachada original de la casa del marqués de Castrofuerte. Desde una verja que hay en el inmediato Pasaje del Voluntariado Social se ven unos interesantes capitales que corresponden a las columnas del patio del viejo palacio. Por cierto, no hay que perderse el impresionante tejo que hay en el pasaje.
Poco más adelante se alza la formidable fachada de sillería de la casa de Fernández Murias, ahora dedicada a viviendas. Es del XVI y se ha respetado el zaguán, el patio y la escalera.
En la esquina con la calle Expósitos se encuentra otro de los palacios de interés: el de los marqueses de Valverde de la Sierra, también del XVI, aunque con importantes reformas posteriores. Parte de la fortuna de los Valverde la consiguieron con el transporte de hielo, procedente del pico Espigüete a Valladolid y otras poblaciones, con el que satisfacer la demanda de la nobleza y la burguesía que deseaba refrescar viandas y bebidas.
Frente al palacio de los Valverde se alza la iglesia que en su día construyeron los Jesuitas. El resto de la casa profesa, que se extendía hacia el principio de la calle, desapareció para convertirse en viviendas. La iglesia, antes de San Ignacio, ahora de San Miguel y San Julián, mudó de nombre tras la expulsión de la Compañía de Jesus y en ella se instalaron las parroquias de San Miguel y San Julián. El templo sigue el prototipo de los construidos por la Compañía de Jesús en Castilla, como la Colegiata de Villagarcía de Campos. La fachada está presidida por la figura del arcángel San Miguel, patrón de Valladolid hasta que en 1746 el Concejo decidió cambiarlo por San Pedro Regalado al haber sido elevado a los altares.
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Una de las joyas de la calle es el Palacio de Fabio Nelli, de finales del XVI. Admirable ejemplo de arquitectura doméstica del Renacimiento, ha sido imitado por otros palacios, especialmente en lo que tiene que ver con las torres. Fabio Nelli -nacido en Valladolid hacia 1533- fue un rico banquero de ascendencia italiana. En la actualidad, el inmueble alberga el Museo de Valladolid. Y formando ángulo con el edificio hay un llamativo edificio de ladrillo que sirvió de residencia de la Guardia Civil cuando el Cuerpo ocupaba el Viejo Coso que viene a continuación.
El Viejo Coso se erigió en 1833 con forma octogonal. Se abandonó una vez que en 1890 se construyó la nueva plaza de toros en el Paseo de Zorrilla. Luego fue cuartel de la Guardia Civil y, tras un tiempo sin uso, se acondicionó para viviendas conservando su aspecto de corrala del que le dotó el Instituto Armado.
Frente al Viejo Coso se alza la austera fachada de la iglesia del Convento de la Concepción, de las Madres Franciscanas. Data de 1521 y su construcción fue auspiciada por un importante funcionario de la Real Chancillería: Juan de Figueroa y su esposa María Núñez de Toledo, que cedieron sus casas para que las monjas construyeran todo el complejo conventual.
Hacia el final de la calle se abre la plaza de Santa Brígida. Está presidida por el palacio del Licenciado Butrón y la iglesia que da nombre a la plaza. En el siglo XVII, las monjas de Nuestra Señora de la Brígida compraron el palacio (del siglo XVI), cuya fachada está reformada en el XIX. Ellas lo reconvirtieron en convento y mandaron construir la iglesia que también da a la plaza. Todo el conjunto se abandonó en 1978. Diez años después, el edificio palaciego propiamente dicho lo ocupa la Junta de Castilla y León y acoge el Archivo General de Castilla y León. La iglesia pasó a manos privadas y continúa en venta. Sobre ella se ha especulado sobre posibles ocupaciones relacionadas con la hostelería, sin que hasta la fecha se conozca que tenga en perspectiva proyecto alguno.
Del palacio del Licenciado Butrón destaca su patio, muy característico de la arquitectura noble vallisoletana: tiene tres lados con tres alturas y una rica decoración en el muro que forma la cuarta pared.
Ni que decir tiene que todos los edificios comentados están protegidos por el Plan General de Ordenación Urbana de Valladolid.
La calle San Ignacio desemboca en San Quirce, junto a una tapia del Palacio Real.
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