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Primitivo sello del concejo, del siglo XIII , imagen reproducida por el Museo de Valladolid.
Las historias y leyendas detrás del escudo de Valladolid

El Cronista | Historias de aquí

Las historias y leyendas detrás del escudo de Valladolid

Desde un sello primitivo del concejo del 1255 hasta el actual, que data de mediados del 1939, este símbolo ha ido adquiriendo sus matices poco a poco con el paso de los siglos

Jesús Anta

Valladolid

Jueves, 14 de marzo 2024, 00:07

El escudo de Valladolid, especialmente sus flamas o girones, es motivo recurrente de artículos y tertulias. Su origen arranca de antiguo y su historia se ha ido escribiendo a medida que han ido apareciendo legajos, documentado fechas y establecido conjeturas más o menos bien fundadas. Y tampoco faltan algunas leyendas y tradiciones en torno al mismo.

Según el Museo de Valladolid, el primitivo sello del concejo aparece en tres privilegios de Alfonso X de 1255 y que se conoce indirectamente a través de una copia del siglo XVIII del sello que pendía de la carta que el concejo escribió en 1276 al Provincial de la Orden de los Dominicos proponiéndole la cascajera en la que se podría construir el convento de San Pablo. El escudo en una de sus caras incluye la palabra «VAL» flanqueada por la representación de la muralla de Valladolid con ocho puertas y bordeada por el texto «SIGILLUM CONCILI VALLISOLETI»; y la otra cara, en torno a un castillo, la leyenda «SANCTI SPIRITUS NOBIS GRATIA».

Retrato idealizado del conde Ansúrez por Pedro Díaz Minaya, 1608. Sala de Recepciones del Ayuntamiento.

¿Cuál podía haber sido la enseña de Valladolid hasta entonces? Lo cierto es que aunque el ajedrezado se muestra incluso en el panteón del Conde Ansúrez de la Catedral de Valladolid (del siglo XVI-XVII), en ningún documento del concejo se utiliza, como iremos viendo.

El escudo ajedrezado seguramente sea una especie de invención hacia el siglo XVI o XVII, cuando se comienza a rescatar la figura del repoblador de Valladolid, asociándolo al escudo del condado de Urgell, tendiendo en cuenta que Ansúrez y Eylo fueron los abuelos de Armengol VI –conde de Urgell-, y que en aquel condado vivieron los condes leoneses entre los años 1103 y 1109 para defender los legítimos derechos de su nieto, que era un niño cuando murió su padre Armengol VI –casado con María, hija de los condes-.

Es más, en el retrato idealizado del conde Ansúrez, realizado por Pedro Díaz Minaya en 1608 y que está en la Sala de Recepciones del Casa Consistorial, el pintor incluye el escudo ajedrezado añadiendo dos aldabas, que no son sino la representación de la leyenda que dice que estaban en la puerta de la Antigua, y que allí las clavó Armengol VI que las arrancó de la puerta de Córdoba durante la conquista de aquella fortaleza sarracena, con Alfonso VII a la cabeza.

Hasta el siglo XVI no se ha documentado  ninguna otra enseña de la ciudad. Un documento del Archivo de Simancas fechado en 1520  muestra un escudo también de forma circular con ocho castillos en el borde y seis  figuras –una de ella incompleta-  de forma triangular  y onduladas. Este escudo se describe como que las figuras parten del lado izquierdo hacia el derecho. Sobre la orientación correcta de las lenguas no volveremos a entrar pues es muy recurrente el debate sobre el tema. El escudo lleva además la leyenda de «Noble concejo vallisoletano» (traducido del latín, que es como figura).

Escudo que aparece al pie de un privilegio del siglo XVI, Archivo Municipal de Valladolid.

Y entramos en el origen de las banderas, llamas o farpas. Se han manejado diversas teorías por los historiadores locales de todas las épocas. Una, es que se trata de una adopción del escudo de armas del conde Rodríguez González Cisneros, más conocido como Girón y que dio nombre a una larga saga. Este noble fue coetáneo del Conde Ansúrez y a él también se le atribuye haber contribuido a la repoblación de Valladolid; su escudo incluía tres girones. Otra, la de que Valladolid es una ciudad fluvial y de riberas. Otra más: en tiempos de Fernando III soldados vallisoletanos ayudaron a la conquista de Carpio en poder sarraceno; para ello se levantaron varias hogueras  con el fin del engañar a los sitiados, a los que derrotaron; y así, la ciudad tomó el símbolo de unas  llamas doradas sobre un fondo encarnado – en recuerdo de la sangre derramada en la contienda-  para incorporarlo a su escudo; corría el siglo XIII. Una muy socorrida que sigue tomando el fuego como motivo: se trata de llamas que recuerdan los dos horrorosos incendios que vivió Valladolid en 1461 y 1561.

Por si eran pocas las conjeturas, hay que añadir aquella que indica que las llamas onduladas representan las cinco casas de los linajes de los Tovar y los Reoyo;  clanes que se repartían todos los oficios concejiles no sin cierta rivalidad entre ellos. Estos clanes surgieron en el siglo XIII y ostentaron el poder del municipio hasta el siglo XVI; más de una vez el rey tuvo que intervenir para poner paz entre ellos.

Y terminamos añadiendo que tal vez las farpas se traten de una representación del banderín que podían ostentar los caballeros en sus lanzas o los caudillos locales; mientras que la enseña del rey era el banderín rectangular y completo, los caballeros a su servicio o los municipios que tuvieran derecho a disponer de caballería o los caudillos concejiles, tenían que ondear un banderín roto en farpas. Esto último viene a cuento pues en su día se creó la caballería del concejo: 150 hombres buenos y pobladores de Valladolid, ateniéndose a las indicaciones de las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio. Este cuerpo de caballeros tenía la obligación de acompañar al rey cada vez que viniera a la villa y hacer a lo largo del año tres alardes (demostraciones) como forma de mantenerse en forma y adiestrado.

Banderines y farpas del Monumento a los Cazadores de Alcántara, en la Academia de Caballería.

A partir de aquí los diversos historiadores optan por alguna de las opciones, pareciendo más sólida aquella que apunta a la última explicación indicada. Y en cuanto a la fecha en que comenzó a usarse el escudo que ahora conocemos, tal vez habrá que dar por bueno el de los tiempos del reinado de Juan II, cuando en 1422 otorga  el título de Noble  a la villa de Valladolid. Mas, otro ha venido siendo el debate sobre cuantas llamas debían contener el escudo. Es el caso que los diversos escudos que han ido apareciendo en documentos y representaciones, el número de figuras oscila entre cuatro y ocho.

En cuanto a los colores rojo y amarillo (oro) que también a veces entran en conjeturas en lo que al escudo de Valladolid respecta, hay que indicar que  son los típicos colores del reino de Castilla desde Fernando III y los ostentan numerosas poblaciones. Rojo y oro que se adoptan en los pendones de caballería de Carlos I.

La corona que preside el escudo de Valladolid, aunque en menor medida, también ha conocido algunos cambios. Si bien parece más extendida y reproducida la coronal real (ocho florones: de los que tres son vistos completos y dos la mitad), Pero no faltan representaciones, sobre todo en los años de la República –y anteriormente-, de lo que podría ser una corona condal, que en vez de florones lleva dieciocho puntas –en homenaje y reconocimiento de la ciudad al Conde Ansúrez-, o simplemente por descuido de los dibujantes, que no supieron representar la corona real. El caso es que el escudo no ha ostentado corona hasta finales del siglo XVII.

Escudo en la fachada de la Casa Consistorial, hasta que en 1939 se incorporó la laureada.

En julio de 1939 Francisco Franco concede a Valladolid la Cruz Laureada de San Fernando, indicando expresamente en el decreto, que debía incorporarla al escudo de la ciudad.

En definitiva, siguiendo la descripción de Filemón Arribas, que fue Catedrático de Paleografía y Diplomática de la Universidad de Valladolid y Archivero del Estado, el escudo actual de Valladolid debe describirse y reproducirse como: «De gules cinco banderas de oro flameadas, nacientes del lado siniestro del escudo y la bordura de gules cargada de ocho castillos de oro, almenados de tres almenas, con tres homenajes el de en medio mayor y cada homenaje también con tres almenas, mazonados de sable y aclarado de azur. Timbrado con coronel de ocho florones, visibles cinco de ellos »… aunque el Ayuntamiento (hablamos de la década de 1940) indicara que las banderas deben salir del lado diestro.  Al escudo había que añadirle la Cruz Laureada de San Fernando.

Escudo oficial de Valladolid.

La descripción que hace Fernando Pino, Archivero del Ayuntamiento de Valladolid, es la siguiente (muy similar a la de F. Arribas): »De oro, terminado en cinco triángulos de líneas rectas, mirando a la derecha del escudo sobre fondo rojo. Alrededor bordura de color rojo  con ocho castillos de oro, con tres almenas cada uno, siendo mayor la del medio, y cada torre con tres almenas. Corona real de ocho florones, visibles tres completos en el centro y dos mediados en los extremos. Enmarcado todo el escudo en la Cruz Laureda de San Fernando».

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