Lápida de González Dueñas instalada en el vestíbulo de la Casa Consistorial de Valladolid en 1915. Arriba, retrato de González Dueñas, realizado por García-Valladolid y depositado en el Ayuntamiento de Alcoy. J. A.

El cronista | Historias de aquí

La historia del banquero que donó toda su herencia a Valladolid

El filántropo Mariano González Dueñas, titular de una pequeña calle en La Rondilla, cuenta con una placa en su recuerdo en el vestíbulo del Ayuntamiento

Jesús Anta

Valladolid

Jueves, 12 de octubre 2023, 00:05

El 12 de octubre de 1914 falleció en Madrid sin descendencia el filántropo vallisoletano don Mariano González Dueñas. Un año después se procedió a la solemne inauguración de una lápida conmemorativa en el vestíbulo de la Casa Consistorial de su ciudad natal. Y allí, desde ... entonces, recibe a cuantas personas acceden al Ayuntamiento por la puerta principal.

Publicidad

Con este acto, los representantes de las instituciones vallisoletanas rindieron homenaje a uno de sus hijos más destacados del siglo XIX.

Un tiempo después, a este reconocimiento se unió el nombre de una pequeña calle del barrio de Santa Clara (entonces), actualmente conocido como barrio de La Rondilla, que está situada entre la avenida de Palencia y Portillo de Balboa (en su denominación solo constan los apellidos: calle González Dueñas).

Mariano González Dueñas nació en Valladolid en diciembre de 1829 y falleció en Madrid el 12 de octubre de 1914. Sus restos yacen en el cementerio vallisoletano de El Carmen, junto a su madre, sus dos hermanas y su tío: Mariano González Moral, presbítero y bibliotecario en la Universidad de Valladolid, que dejó escritos algunos libros (entre ellos el 'Inventario de la Biblioteca de la Universidad' o 'El Indicador de Valladolid' (1864), que describe todo los más notable que había en la ciudad).

Esquela de Mariano González Dueñas publicada en El Norte.

Toda la vida de González Dueñas estuvo dedicada a los negocios y a su madre -viuda muy joven- y a sus hermanas. Y, como buena parte de aquellos hombres que pertenecían a las élites locales, hizo su incursión en la política: fue diputado a Cortes en 1886 por el distrito de Alcoy (Alicante), población en la que pasó buena parte de su vida.

Publicidad

Su padre, Ramón González, también fue persona destacada en su trabajo de médico cirujano, y falleció en 1839 de una enfermedad que contrajo visitando a los enfermos del Hospital de Santa María de Esgueva, donde ejercía. El Ayuntamiento le concedió a la viuda, María Luisa Dueñas, una pensión a perpetuidad. Mariano González Dueñas contaba entonces con solo diez años.

Su carrera en los negocios se inicia en una casa comercial de Valladolid como dependiente, y poco después en Barcelona comenzó como empleado en un importante negocio, donde llegó a ser miembro societario del mismo.

Publicidad

Retrato de González Dueñas, realizado por García-Valladolid y depositado en el Ayuntamiento de Alcoy. El Norte

En Madrid montó sus propios negocios. Entre ellos, en 1879 fue socio fundador de la banca 'P. Alfaro y Compañía' y también participó en la banca 'Jover y Compañía'.

Fue dirigente del Círculo de la Unión Mercantil de Madrid, y en ese cometido representó a la institución en la organización de la importantísima Exposición Universal de Barcelona celebrada en 1888.

De González Dueñas hay que subrayar su dedicación al Monte de Piedad de Madrid, en su día una de las instituciones financieras más importantes de España. Formó parte de su consejo de administración, del que fue vicepresidente hasta el mismo día de su fallecimiento.

Publicidad

A través de su banco financió empresas ferroviarias en el entorno de Alcoy. Pero en aquella tierra destacó por ser el apoderado de un hombre rico que legó buena parte de su fortuna para que se construyera un hospital, conocido como Hospital de Óliver -el apellido del donante-, en aquella industriosa población alicantina. Las dimensiones y los servicios que prestó el hospital fueron verdaderamente admirables.

Todo aquello le valió para ser nombrado hijo adoptivo de Alcoy, y en 1886 fue elegido diputado a Cortes por el distrito de aquella población.

En Valladolid tuvo participación destacada en La Crónica Mercantil, un periódico que competía en ventas y contenidos con El Norte de Castilla.

Publicidad

La dirección y redactores de La Crónica Mercantil, en 1866. En lo alto, en primer término, el retrato de González Dueñas. Archivo Municipal de Valladolid

Se le describe como persona profundamente religiosa y desinteresada, del que el cronista Casimiro González García-Valladolid escribió que «era un hombre caritativo en extremo y tenía una fortuna tan considerable que llegó un momento en que creyó no necesitar más y nada hizo para aumentar aquella».

Como anécdota que revela su temperamento, diremos que en cierta ocasión le robaron el reloj. Detenido el ladrón, este manifestó que había cometido el delito por no tener que comer. Entonces González Dueñas le entregó dinero para que atendiera a sus necesidades.

Noticia Patrocinada

Falleció, como se ha dicho, el 12 de octubre de 1914 en Madrid. Y el 14 se procedió al traslado de sus restos a Valladolid para ser enterrado, junto a su familia en el cementerio de la ciudad. La comitiva, desde la estación Campo Grande hasta el cementerio, fue muy nutrida tanto por público en general como por representantes de todas las instituciones vallisoletanas. El carruaje, muy austero y sin ninguna corona que lo adornara, según voluntad del finado, iba precedido por 56 pobres de la Beneficencia, con hachas (mechas que se hacen de esparto y alquitrán para que resistan al viento sin apagarse) encendidas.

Hizo un generoso testamento (que incluía, por ejemplo, sus dos casas de Madrid) para con algunas instituciones vallisoletanas. Dejó bienes, acciones y derechos a la Casa de Beneficencia, a la que declaró su heredera universal, para que se atendieran las necesidades de los acogidos, mandando que se celebraran cuatro misas todos los años: una por su padre, otra por su madre, otra por su hermana doña Faustina y otra por él mismo el día del aniversario de su fallecimiento.

Publicidad

También dejó escrito que con ese dinero la Beneficencia quedaba obligada a conservar su panteón del cementerio del Carmen. Igualmente donó a la Beneficencia sendos retratos de su hermana Fausta y de él mismo. En otra cláusula legó todos sus cuadros al entonces Museo de Pinturas de Valladolid, a lo que añadió quinientas pesetas de las de entonces para sufragar los gastos de colocación en el museo. Estos cuadros, ahora en el Museo Nacional de Escultura, consisten en diecinueve piezas de pequeño formato. De ellos se pueden destacar los románticos paisajes sevillanos. La mayoría son del siglo XVII y están pintados sobre cobre.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad