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Imagen de archivo de la Fuente Dorada.

El cronista | Callejeando por Valladolid

Fuente Dorada, la plaza por la que corre el agua desde 1618

Centro neurálgico histórico donde concurren ocho paradas de autobuses y gran cantidad de negocios

Jesús Anta

Valladolid

Viernes, 8 de marzo 2024, 00:07

Fuente Dorada es un lugar donde palpita la vida de Valladolid. Popular, céntrica, tradicionalmente comercial, lugar de paso hacia los más variados destinos, aquí tienen parada ocho de las más utilizadas líneas de autobuses y once especiales (búho, laborales y con destino Estadio de Fútbol), y próxima a la plaza Mayor o Rinconada… e histórica: en 1618 ya corría el agua de la traída de Argales en la fuente que se levantó en la plaza de la Espadería, o de Guarnicioneros (viejos oficios artesanales), o de la Gallinería Vieja, que de todas estas formas se conoció la que terminaría llamándose plaza de la Fuente Dorada, nombre que definitivamente se acordó en 1863.

Las obras de la traída de aguas  fueron muy costosas y complicadas, pues no era cosa pequeña coger agua a más de 6 kilómetros de distancia y hacerla llegar hasta la fuente solo por gravedad con un escaso desnivel. Juan de Herrera fue el afamado arquitecto que realizó los planos, pero el verdadero ejecutor de las obras fue el maestro de obras Diego de Praves.

El interés municipal en erigir una fuente en esta plaza se debía a que era el epicentro comercial de la ciudad, pues en Fuente Dorada estaban la mayoría de los talleres artesanos y las tablas (mostradores) de los comerciantes.

La fuente ha conocido multitud de adornos: delfines, jarrones, una alegoría de la primavera, un dios Apolo, una , popularmente conocida como Purpurino (que, por cierto, ahora luce en una plaza del municipio de Tamaríz de Campos), una columna rematada con faroles (reinstalada en la plaza de la Trinidad), etc. Y lo de Dorada viene de que desde el principio la fuente tuvo adornos dorados, como la bola que actualmente la corona.

Hasta que las modernas necesidades de tráfico de los años 70 del siglo XX, en los que los coches iban invadiendo todas las calles y plazas, hizo que se desmontara la fuente para quedar convertida a un ridículo cubo de piedra relegado a un lugar donde no estorbara.

En un principio, Fuente Dorada estaba prácticamente unida a la plaza Mayor, pero poco a poco fue especializándose en la actividad comercial, y la Mayor en el lugar de los eventos públicos.

La forma de la plaza es triangular prácticamente desde que se formó, y como todo el perímetro del centro de la ciudad, está soportalada. Es decir, acomodada para el buen desenvolvimiento de la actividad comercial: protegida de las inclemencias del tiempo y al abrigo de los vientos.

Destacan las estrechas casas de una sola vivienda repartida en tres plantas, que se corresponden con su portal, en el que se alojaba el artesano y su familia con su taller, o el tendero que cada día sacaba su tabla (mostrador) a la calle para vender sus productos. Una tipología singular que se implantó en la reconstrucción de la plaza tras el incendio de 1561.

También el comercio ha ido variando, pues desde aquellos viejos oficios como el de olleros, chisperos, lorigueros, pretineros, etc. mucho ha llovido y muchos han sido los tipos de establecimientos.

Si nos remitidos a los dos últimos siglos, en los soportales de Fuente Dorada han tenido establecimiento abierto negocios legendarios y familias que han pasado a formar parte de la historia de Valladolid, como la tienda de embutidos Pantaleón Muñoz, el bazar y juguetería Hijos de Moliner, las librerías Lara y Santarén, la confitería Padova, el café España, el estudio fotográfico Bariego… y otros tantos.

En la actualidad los decanos del comercio en la plaza son la joyería Potente, un establecimiento centenario que abrió al público en 1890, y la confitería y obrador El Bombón, fundado en 1928.

La Fuente Dorada durante los años 20. AMVA

La urbanización de la plaza que ahora vemos obedece a una profunda reforma que se hizo en 1998, dirigida por el arquitecto Fernando González Poncio, ya fallecido, que por iniciativa propia incluyó una nueva fuente que representa el resumen de la historia de la plaza, reflejado en las esculturas que la adornan y en la exhaustiva relación de oficios que ha conocido. Los mascarones por los que cae el agua al pilón ochavado son las cuatro estaciones del año. Por cierto, el pilón ochavado también ha sido una característica tradicional de esta fuente. Fuente que esconde un pequeño secreto: el nombre de su escultor, el citado González Poncio, que está grabado bajo el mascarón de la primavera, que mira hacia la calle Teresa Gil. Esta leyenda difícilmente se lee cuando la piedra está mojada.

Fuente Dorada, decorada con un olivo centenario, es una plaza viva, concurrida, lugar de reivindicaciones y manifestaciones: aquí acampó el famoso movimiento 15 M del 2011. Pero también acoge conciertos y es lugar habitual para «quedar» los amigos, amigas, parejas, familiares pues, además, es un punto neurálgico de principales líneas del bus urbano.

La entrada a la calle Teresa Gil desde Fuente Dorada.

En la columna que hace esquina con Teresa Gil, una placa de la Ruta del Hereje organizada a partir de la novela El Hereje de Miguel Delibes, relata: La procesión de los herejes. Al abandonar la calle Orates (actual Cánovas del Castillo), la procesión de los reos hubo de detenerse para ceder (en esta plaza) el paso al séquito real que subía por la Corredera (actual calle Bajada de la Libertad, pues el séquito venía de la plaza de San Pablo).

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