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El toro cubierto de enredadera que custodia la Cañada Real. Foto: J. A. ; Vídeo: R. Ucero

El cronista | Callejeando por Valladolid

El paseo trashumante por el que la ciudad enfila hacia el Pinar de Antequera

La Cañada Real, cuya entrada vigila un quijotesco pastor emplazado junto a Vallsur, se ha convertido en una vía principal de acceso hacia los nuevos barrios del sur de Valladolid

Jesús Anta

Valladolid

Viernes, 2 de febrero 2024, 00:12

La Cañada Real, antes Cañada de Puente Duero o Cañada de la Rubia, es una larga calle perfectamente integrada en Valladolid sin que por eso haya perdido por completo el aire rústico que la caracterizaba, especialmente en su último tramo: allí donde ya se toca el Pinar de Antequera.

Hasta que la ciudad fue creciendo vorazmente hacia esta parte creando los barrios de Parque Alameda, Covaresa, El Peral y Las Villas, la cañada se consideraba un pequeño suburbio situado en los confines de Valladolid.

Ahora, esos nuevos barrios de los 80 y 90 que van bordeando la Cañada Real ofrece servicios y comercio a las familias que hasta hace unas décadas vivían muy alejados del centro.

Comienza la Cañada Real en la avenida de Zamora, junto al grupo escultórico de Miguel Escalona realizado en hierro oxidado y de doce metros de largo, titulado «La Mesta»: un quijotesco pastor conduce un rebaño de ovejas. Todo indica que estamos en la vieja cañada que atravesaba Puente Duero y se adentraba en la ciudad de Valladolid. De ahí la anchura que en ciertos tramos tiene la calle y también el Paseo Zorrilla, pues tuvieron que respetarse las medidas propias de una cañada, cosa, no obstante, que no siempre se cumple. Insistiendo en este pasado cañariego, en el tramo inicial de la calle se han instalado unos paneles que ilustran sobre la trashumancia. La cañada que pasaba por la ciudad es un ramal secundario de la Real Leonesa Oriental.

La Cañada se caracterizaba por sus modestísimas viviendas molineras (es decir, tejado a un solo agua, que es más fácil y barato de construir). Muchas de las cuales aún perviven junto a los modernos chalets pareados o individuales. En general aquellas viejas casas molineras se han ido arreglando y mejorando, tanto su aspecto exterior como su habitabilidad, sin perder el estilo sencillo que tenían, aunque aún quedan algunos solares descuidados y casas prácticamente arruinadas.

En su momento, para dignificar una parte de la Cañada, se llevó a cabo un programa de realojo para aquellas familias que lo quisieron, teniendo en cuenta el deterioro de sus viejas casas molineras. Además, con una fuerte inversión en 1998 que rondó los 1.500 millones de las viejas pesetas, el Ayuntamiento realizó una importante mejora de la urbanización: aceras, jardines, arbolado, y una organización del viario que no facilita el que los coches alcancen altas velocidades. Todo ello contribuye a dar un aspecto agradable a la Cañada que invita a pasear por ella.

Casas viejas en la Cañada, en una imagen de la década de los 50 del siglo pasado. AMVA

Si caminamos por la acera derecha veremos fijadas en el suelo las famosas conchas que identifican el Camino de Santiago y que por el Paseo Zorrilla, conducen hasta la iglesia de Santiago. Se trata de una variante del Camino de Madrid, que se trazó en 1996 y que desde Puente Duero lleva hacia Simancas en un largo tramo paralelo al Duero, que sería el camino tradicional, pero se decidió introducir en el camino una entrada en la ciudad, para luego salir hacia Simancas y continuar.

El recorrido por la Cañada se va cruzando con diversas calles que enlazan con los barrios colindantes. Entre los más variados nombres, que en algunos casos nos hablan de la toponimia de la zona, están las dedicadas a José Velicia e Ignacio Serrano: sacerdote creador de las Edades del Hombre el primero, y catedrático de Derecho Civil en la Universidad de Valladolid (donde nació), el segundo.

El Colegio del Pilar y, más adelante, la Hípica y el PRAE van abocando el paseo hacia el pulmón de Valladolid

También veremos, en medio de unos grandes jardines una verdadera escultura vegetal: un toro. Digamos que es una réplica de la escultura titulada Toro del importante escultor José Luis Medina de Castro (1909-2003), nacido en Serrada, que está en el Paseo Zorrilla frente al Lava (antiguo matadero), pues al parecer, el toro «vegetal» se ha creado a partir del armazón metálico del molde que se empleó para fundir el «verdadero» Toro.

Inmediatamente antes de proseguir por el viaducto que salva la VA-30, está el colegio de Nuestra Señora del Pilar (un centro educativo de la Compañía de María construido en 1952), y los viveros Gimeno.

A partir de aquí cambia radicalmente el aspecto de Cañada y pasa a convertirse en paisaje rústico, y el pinar ya se adivina al fondo.

El Canal de Duero y 'El Campesino'

A la izquierda, nada más cruzar la VA-30 está el Centro de Exámenes del carné de conducir de la Jefatura Provincial de Tráfico. Y a continuación las instalaciones de la Real Sociedad Hípica de Valladolid: constituida en agosto de 1904, en la década de 1990 se mudó a este lugar. Y a la derecha el PRAE (Propuestas Ambientales Educativas), de la Junta de Castilla y León. Su nombre da indicios de la actividad de este centro, que trata de educar en el conocimiento del Medio Ambiente.

Una vez que se ha cruzado la acequia del Canal del Duero llegamos al último tramo urbano de la calle: un pequeño núcleo de población que mantiene casi intacto el aspecto original de las viviendas de la cañada. En él, todo un clásico de los viejos merenderos del extrarradio vallisoletano: el bar los Campesinos que se ha reconvertido en restaurante. Y la Cañada Real se desdibuja para adentrarse en el pinar, convertida en Cañada de Puente Duero.

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