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El violinista Carlos Sedano en una fotografía de 1919, con motivo del Premio Sarasate. LA ESFERA
Estados Unidos se rinde al nieto de José Muro
El Cronista

Estados Unidos se rinde al nieto de José Muro

Considerado uno de los mejores violinistas del mundo, Carlos Rodríguez de Sedano logró un éxito sin precedentes desde su actuación en Nueva York hace cien años

Enrique Berzal

Valladolid

Martes, 12 de noviembre 2024, 06:59

Aunque en realidad se llamaba Juan Carlos Rodríguez de Sedano Muro, su nombre artístico, con el que triunfó por todo el mundo, era Carlos Sedano. El Norte de Castilla le dedicó varios artículos desde su descubrimiento como violinista en 1919, pero fue cinco años después, concretamente el 21 de octubre de 1924, cuando alcanzó la cota máxima de su popularidad. «El prodigioso violinista vallisoletano alcanza un éxito inmenso», podía leerse ese día en alusión al impacto que tuvo su actuación en el Carnegie Hall de Nueva York. Y es que aquello fue «un éxito sin precedentes en Estados Unidos», pues Sedano no solo fue recibido con «una ovación delirante», sino que los elogios y aplausos, ininterrumpidos, le obligaron a tocar seis obras que llevaba preparadas fuera de programa y a repetirlas una vez terminada la actuación.

¿Quién era este «mago del violín», como le calificaban las críticas especializadas? No era vallisoletano de nacimiento (vino al mundo en Madrid, en 1905, en una finca situada en el número 66 de la calle Jacometrezo) pero sí de adopción, toda vez que todos en Valladolid le tenían en gran estima por ser el nieto del prócer republicano, y ex ministro, José Muro y López-Salgado. Ya su madre, Hipólita Muro, en una carta remitida a este periódico, pedía que «le consideren como hijo de Valladolid, pues él siente gran cariño por esa noble tierra castellana donde nació su madre». Fue ella quien le inculcó el amor por la música y le regaló, siendo un niño, un violín de juguete. Ingresó en el Colegio de San Isidoro y con siete años comenzó a estudiar solfeo y algo de violín con Francisco Ortega, hasta que sus progenitores, al ver sus progresos, decidieron llevarle al Conservatorio bajo la tutela de Antonio Fernández Bordás.

Su desempeño fue tan sobresaliente, que en los últimos cursos recibió por unanimidad el diploma de primera clase y al finalizar, en 1919, el prestigioso «Premio Sarasate». Estudiaba entre seis y ocho horas al día y sus primeros conciertos en Madrid, ese mismo año, fueron a beneficio de la Orquesta Filarmónica y en el Teatro de la Comedia ante la Sociedad Filarmónica Madrileña. Y en ambos casos, con un éxito desbordante. Enseguida vino a Valladolid para dar otros dos conciertos: en los teatros Calderón y Zorrilla los días 27 y 29 de octubre de 1919 respectivamente. El primero fue a beneficio del Asilo de Caridad y el segundo lo organizó el Ateneo. Tanto entusiasmo despertó su actuación, que varios admiradores lo esperaron a la salida del Zorrilla y lo condujeron a hombros hasta el Hotel Francia entre gritos de admiración.

Que era el artista de moda lo demuestra el hecho de que meses después, en marzo de 1920, fuese llamado por los mismísimos Reyes de España para dar un «concierto íntimo» en Palacio junto a su hermana, que le acompañaba al piano. Ejecutó un aria de Bach, una melodía de Schumann y la célebre jota de Sarasate, llevándose de regalo, además de una gran ovación, un alfiler de corbata adornado con la corona real. Dos meses después volvía a triunfar, esta vez en el Palacio del Duque Fernán Núñez ante la reina Victoria y sus hermanos, y luego en el Teatro Real.

Arriba, el violinista en un programa del Teatro Calderón de 1926; abajo, de pequeño, a la derecha, junto a su hermana Heliodora, y su abuelo, el célebre prócer republicano José Muro. EL NORTE
Imagen principal - Arriba, el violinista en un programa del Teatro Calderón de 1926; abajo, de pequeño, a la derecha, junto a su hermana Heliodora, y su abuelo, el célebre prócer republicano José Muro.
Imagen secundaria 1 - Arriba, el violinista en un programa del Teatro Calderón de 1926; abajo, de pequeño, a la derecha, junto a su hermana Heliodora, y su abuelo, el célebre prócer republicano José Muro.
Imagen secundaria 2 - Arriba, el violinista en un programa del Teatro Calderón de 1926; abajo, de pequeño, a la derecha, junto a su hermana Heliodora, y su abuelo, el célebre prócer republicano José Muro.

Su gira en el extranjero, repleta de triunfos, hizo que trabajara un año en Estados Unidos con el maestro Leopoldo Auer, lo que propició que fuera contratado por Evans and Salter durante cinco temporadas y que pudiera adquirir un Stradivarius, tasado en 20.000 dólares, que complementaba con el Pietro Guarneri que le regaló su padre. Además de en Nueva York, obtuvo grandes éxitos en Birmingham, Atlanta y Nueva Orleans, ciudad esta última donde fue patrocinado por Automóviles Packard con el lema: «El automóvil de los elegantes, por eso es el preferido de Carlos Sedano».

Las crónicas lo definían como «un muchacho de aspecto simpático, de distinguido tipo, lo que se llama un chico bien; es alto, muy alto, y en su aspecto y conversación deja ver la distinción de su cuna y la cultura que le adorna». Se confesaba admirador de la música española y rusa, y las piezas que mejor interpretaba eran, en su opinión, el concierto de Mendelssohn y la sinfonía española de Lalo. Tuvo tiempo de finalizar la carrera de Derecho y en 1931, una vez establecido definitivamente en España, obtuvo por oposición la plaza de primer violín de la Real Capilla antes de ingresar, al año siguiente, como profesor en el Conservatorio de Madrid, donde llegó a ser catedrático. Casado con María Sánchez-Gómez Marina, Carlos Sedano falleció el 19 de octubre de 1978.

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