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Una embajada gallega en ValladolidSus promotores llevaban tiempo lamentando el hecho de que, a pesar del elevado número de gallegos residentes en Valladolid, aún no se hubiera constituido su propia casa regional. Por eso dieron el paso en abril de 1953. El Norte de Castilla lo anunció el día 29: un grupo escogido de ellos, liderado por el prestigioso médico Luis de Castro García y por el abogado-procurador Joaquín Domingo Fernández París, decidió, «con verdadero empeño, la constitución de la Casa de Galicia en esta capital». Tenían como principal apoyo al gobernador civil del momento, hasta el extremo de comprometerse a nombrarlo presidente honorario. De modo que la Casa de Galicia, que en este mes de octubre acaba de cumplir 70 años, comenzó su andadura gracias a los esfuerzos de una comisión organizadora compuesta por nueve personas.
Junto a los citados Castro García y Fernández París, estaban José Mosquera Pérez, en cuyas oficinas de la calle General Mola, 1 (hoy calle Constitución) se estableció la sede provisional a la que habrían de dirigirse todos los interesados en pertenecer a la nueva sociedad; Manuel García Cortés, Carlos Álvarez Novoa, Amadeo Díaz Irimia, José Ponte Fernández, Aser Santelices Moure y Miguel Pérez Fernández-Simón. Curiosamente, la primera actividad que organizaron fue una llamada a sus paisanos, en octubre de 1953, para asistir el día 28 al concierto del célebre pianista gallego, Antonio Iglesias, en el Teatro Calderón. Pero lo más importante era constituir oficialmente la sociedad.
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El primer paso se dio el 11 de octubre de 1954 con la reunión, en la sede de la calle López Gómez, 4, de la Junta general para constituir oficialmente la Casa regional; el segundo, ocho días después, con la aprobación de los Estatutos. Los 180 socios fundacionales de la Casa de Galicia eligieron una primera junta directiva formada por Luis de Castro García (presidente), José Mosquera Pérez (vicepresidente), Miguel Pérez Fernández (secretario), Eduardo de la Peña Leloup (vicesecretario), Ramón Artigas Cia (tesorero), César Pérez Asenjo (contador), y Joaquín D. Fernández París, José María Ponte Fernández, Amadeo Díaz Irimia, Francisco Domínguez Riestra, José Martínez Cameán y Germán Corral Castro como vocales. La cuota inicial para los socios era de 25 pesetas al mes.
Con el objetivo general, expresado por sus directivos, de «servir de embajada gallega en Valladolid, corazón de Castilla», la Casa de Galicia abarcó una amplia gama de actividades en tres campos: benéfico (socorro y ayuda a gallegos residentes en la ciudad y a sus familiares), recreativo y cultural. Aunque el día grande era la fiesta del patrón (Santiago Apóstol), celebrada cada 25 de julio con almuerzo, misa y romería, pronto se hicieron famosas sus fiestas anual de invierno e infantil (con elección de las respectivas reinas) y sus numerosas actividades culturales a base de ciclos de conferencias, exposiciones, actuaciones musicales, proyecciones cinematográficas, excursiones y visitas culturales. A todo ello hay que sumar su voluminosa biblioteca y la publicación de una revista anual, 'Abrente'.
Por poner un ejemplo de su fiesta grande, la del 25 de julio de 1955 (ya con una nueva directiva presidida por Fernando Ferreiro, que había sido alcalde de la ciudad entre 1943 y 1949) contó con el siguiente programa: el día anterior, un anuncio con cohetes y bombas, una merienda familiar en los locales de la sociedad, amenizada con música tradicional gallega, y una emisión conmemorativa, a las diez y media de la noche, desde los micrófonos de 'La Voz de Valladolid'. El 25 lo abrirían con una «alborada» por las calles, a las nueve de la mañana, acompañada de gaitas, a la que seguiría la misa, celebrada a las once en la parroquia del Salvador, y, a continuación, desde las dos y media, el grueso de la fiesta en el Soto «El Plantío», en Simancas: comida campestre acompañada de música gallega y de una orquesta de Valladolid, y una romería desde las seis de la tarde a las doce de la noche, que finalizaría con el lanzamiento de fuegos artificiales.
La Casa de Galicia, que de los 180 socios iniciales llegaría a contar con más de 400 en 1977, fue declarada de utilidad pública en octubre de 1970. Ocho meses antes había estrenado nueva sede en el número 10 de la Plaza de los Leones de Castilla (hoy Plaza de la Rinconada), bendecida en noviembre por el obispo de Palencia, el coruñés José Souto Vizoso, hasta su ubicación actual en el número 4 de la Plaza de Santa Cruz: adquirido el local en 1974 por la directiva que presidía José Rodríguez-Chas Gómez, pudieron reformarlo -respetando su fachada histórica- gracias un crédito de la Caja de Ahorros Provincial y a las cuotas extraordinarias, e inaugurarlo el 5 de enero de 1977. «La Casa de Galicia es apolítica por principio; pero si entendemos regionalismo como principio de amor a la propia región, sin separatismos de ningún tipo, entonces le diré que somos profundamente regionalistas. Somos españoles y gallegos y por eso junto a la bandera de España colocamos la gallega, de la misma forma que presidiendo esta Casa están colocados los escudos de Valladolid y de Galicia», declaró ese mismo día a la prensa Rodríguez-Chas.
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