Ubicado en la esquina con Cánovas del Castillo -antes Lorigueros y de La Frenería, aunque también fue conocida como de los Orates, Chapinería o de Preniteros-, el edificio sito en el número 1 de la calle Sierpe fue promovido por Ramón Freixas Valls a principios ... del siglo XX para ubicar a pie de calle su pastelería, justo frente a un establecimiento similar denominado Horno del Suizo, propiedad de Justo Stirnimann. El etnógrafo Joaquín Díaz señala que «durante el siglo XIX algunos suizos y franceses se establecieron en nuestro país dedicándose a la pastelería». Los suizos Bernardo Pedro Franconi y Francesco Matossi -inventores del bollo de mantequilla que acabó conociéndose como 'suizo'- expandieron su negocio de cafés suizos, con el nombre Matossi & Franconi y Cía, por toda España; desde Bilbao a Granada, con negocios también en Valladolid y Burgos.
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Ramón Freixas encargó construir este edificio al arquitecto palentino Modesto Coloma Palenzuela, artífice también de otros edificios de la misma calle Cánovas del Castillo. En este inmueble el empresario pastelero instaló en la planta baja su obrador y su pastelería, bautizada como Horno Francés, famoso en toda España por los dulces que allí se elaboraban, Dulces Freixas. «Se elaboraban seis clases diferentes. Eran una combinación de distintos pralinés, nata, yema, tocinillo y diferentes texturas de chocolate», explica Rosa Freixas Leal, nieta del creador de los famosos dulces. «De las seis clases que había, solo una incorporaba coco; la que inventó mi padre cuando se hizo cargo del negocio», añade Rosa. En las plantas superiores del inmueble se ubicó la vivienda familiar y otras viviendas destinadas al alquiler.
Freixas, barcelonés de nacimiento, llegó a Valladolid desde Igualada. «Su idea era afincarse en Bilbao y abrir allí su negocio; pero pasó por Valladolid, no mucho después de la llegada del ferrocarril, le gustó la ciudad y aquí se quedó». Ramón Freixas y su mujer, la burgalesa Dolores Gil, tuvieron dos hijos: Ramón y Dolores. Fue Ramón (Valladolid, 1913) quien continuó con el negocio familiar, manteniendo hasta su jubilación la elaboración de los célebres dulces.
El edificio fue rehabilitado en su totalidad en 1983 por los arquitectos Mata y Basterra para los herederos del famoso pastelero vecino de Valladolid. «La rehabilitación coincide con la época de comienzo de las abundantes intervenciones en arquitecturas civiles de esta década, al amparo de las nuevas normativas preservadoras para cascos históricos. La recuperación del edificio que se plantea para un nuevo uso comercial en planta baja, manteniéndose el residencial en las superiores, respeta los valores tipológicos originales, preservando incluso las rotondas de giro en los corredores interiores de las viviendas y adapta sobriamente la planta baja a un uso comercial más fragmentado. Las fachadas son rehabilitadas mediante la aplicación de diferentes tipos de revocos y estucos realizados 'in situ'», recoge el proyecto de rehabilitación de los años ochenta del pasado siglo.
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La morfología del inmueble -con fachada a tres calles: Cánovas del Castillo, Sierpe y Regalado- pertenece al denominado «eclecticismo lingüístico», con una moderada decoración de estucos y escayolas, tal y como recoge Salvador Mata en la 'Guía de Arquitectura de Valladolid'. Los amplios escaparates de la prestigiosa dulcería del siglo XX se mantienen en la actualidad, dando cobijo hoy a dos comercios diferentes -una zapatería y una tienda de ropa-, que conservan intacta la estructura interior y exterior del aquel local que únicamente fue pastelería; nunca café, pese al auge de los negocios de los cafés suizos en la España de aquel siglo.
Aunque el edificio permanece en pie, no existe ya ni la pastelería ni aquellos famosos dulces vallisoletanos. En Valladolid se cuenta que la única hija de Ramón Freixas se hizo monja de clausura y se llevó el secreto de la receta al convento. La historia continúa que como aquellos dulces eran «un pecado», la hija de Freixas no pudo volver a elaborarlos estando en clausura. «Es una historia que llevo toda la vida escuchando en Valladolid, pero no es cierta», aclara Rosa Freixas.
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Sonia Quintana
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Ramón Freixas, hijo del fundador del Horno Francés, y la vallisoletana Felisa Leal tuvieron dos hijas: Rosa y Mercedes. «Yo, la mayor, fui diez años religiosa de La Compañía de María, La Enseñanza, colegio donde estudié de niña. Mi hermana Mercedes tiene cuatro hijos y cinco nietos. Nunca fui monja de clausura, así que ningún convento ha tenido nunca la fórmula de los dulces, que seguimos teniendo nosotras», puntualiza Rosa, quien asegura que a la muerte de su padre «no quisimos seguir con el negocio, aunque tuvimos muchas ofertas por adquirir la marca», que siguen teniendo registrada. «Preferimos que quedara su fama». Y así ha sido.
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