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Soportales de la calle Cebadería, en los años ochenta del siglo pasado. Archivo Municipal de Valladolid
Los depósitos históricos de Valladolid y su huella en el callejero
El Cronista | Historias de aquí

Los depósitos históricos de Valladolid y su huella en el callejero

El Ayuntamiento gestionaba hasta bien entrado el siglo XX el abastecimiento de alimentos en la ciudad y su escasez era motivo de sonados conflictos

Jesús Anta

Valladolid

Jueves, 4 de enero 2024, 00:01

Los abastecimientos han sido una preocupación prioritaria del Concejo de Valladolid (lo que hoy llamamos Ayuntamiento). En la actualidad, la mayoría de los abastecimientos cotidianos los cubren el sector privado, pero durante muchos siglos fueron los ayuntamientos los que se tenían que asegurar que, sobre todo, los alimentos, estuvieran al alcance del vecindario.

Hablamos del vino, el pan, la carne, el pescado... Sin olvidar otras demandas como eran, por ejemplo, la sal, el hielo o las velas y candelas con las que iluminar el interior de las viviendas y las iglesias. Era frecuente que algunos de estos servicios dependieran directamente del ayuntamiento, hasta el extremo de que los puntos de venta se establecían en las mismas dependencias de la Casa Consistorial.

De entre todos los productos sobresalía, sin duda, el abasto del trigo (y del cereal en general), por la trascendental importancia que tenía el pan en la alimentación de la población y para asegurarse la semilla con la que acometer la cosecha del año siguiente.

Valladolid y otras poblaciones de Castilla padecieron endémicos problemas de abastecimiento de pan, que en ocasiones daban lugar a manifestaciones populares rayanas con la insurrección debido a las subidas del precio del pan o a su carestía. Algunos episodios fueron realmente muy violentos (el de 1856 se saldó con un juicio sumarísimo que condenó a la pena capital a veintiuna personas y más de cien condenas de prisión).

Aún bien entrado el siglo XX, algunos alcaldes tuvieron que tomar medidas drásticas tales como incautar el trigo dispuesto para ser exportado o militarizar las tahonas para que se fabricara pan a precio asequible.

Tradicionalmente el grano se almacenaba en alhóndigas, paneras o graneros, dependientes del Ayuntamiento y administrados por el pósito, y han cumplido una función importantísima de acopio de grano para garantizar semilla y grano en tiempos de escasez. Los pósitos han contribuido a evitar hambrunas y a asegurar la siembra en los años de escasez y sequía.

Conviene aclarar que se llamó pósito al edificio donde se administraba y vendía el grano (en ocasiones también tenían un horno panificación, aunque no parece que sea el caso en Valladolid) y alhóndiga o panera al lugar físico donde se almacenaba el grano y también otros productos, como la sal, por ejemplo. También hay que indicar que la cesión de grano a panaderos, agricultores y otros particulares llevaba implícita la devolución del préstamo en especie con unos intereses (generalmente bajos) que se conocían como 'creces'.

Señalado con un círculo rojo, el lugar de la calle de Zurraderos (actual Panaderos), donde estuvo el último almacén de grano.

El abasto del pan ha dejado rastro en la ciudad, y el callejero así lo refleja con nombres como calle Panaderos, Tahonas, Paneras, Troja (depósito donde se almacenaba el grano dentro de la alhóndiga) y los soportales de Cebadería. Hay que añadir que también en muchos pueblos de la provincia hubo pósitos y alhóndigas, de las que se conservan unas cuantas.

En el caso de Valladolid ciudad, la existencia del pósito viene de muy atrás: en diciembre de 1499 el Regimiento encargó a dos regidores «que estudien donde hacer la alhóndiga nueva», hasta esa fecha no había alhóndiga en la villa, previo permiso de los Reyes Católicos, tal y como relata María del Rosario Fernández González en su libro 'Edificios municipales de la ciudad de Valladolid 1500 a 1561'. Se trataba de una iniciativa para tener provisiones de harina para proveer a los pobres en los años de malas cosechas. No obstante, tardó mucho en construir su propia alhóndiga, por lo que iba alquilando casas donde guardar el grano. Hasta que parece que, por fin, hacia 1528 se construye o adapta un edificio en la plaza de Santa María (actual plaza de la Universidad). Y para administrar la nueva institución se nombra un mayordomo de la alhóndiga.

Son varios los lugares donde sucesivamente se fue construyendo el pósito y alhóndiga de la ciudad que tuvieran buena capacidad para almacenar el grano. Sí parece claro que en la Rinconada, a finales del siglo XVII, se construyó una casa de granos dependiente del Concejo. Se trata, probablemente, de los arcos de piedra que se conservan en el arranque de Cebadería. Sabemos también que en 1865 en la plazuela de Belén (actual plaza de Santa Cruz, en la parte inmediata al colegio de San José), había un pósito y alhóndiga en estado ruinoso que se pensó en reconvertirlo en escuelas para niños y niñas, y habilitar habitación para el maestro y la maestra. Dicha alhóndiga tenía tres trujes o trojes, es decir los compartimentos en los que se guarda el grano.

De la última alhóndiga que hubo en Valladolid nos da cuenta Juan Agapito y Revilla: se construyó en el siglo XVIII en la calle Panaderos y se trataba de un edificio grande que también sirvió de asilo y refugio para pobres. Luego, en su solar se construyeron escuelas. Hablamos del lugar donde en la actualidad se levanta el colegio Cardenal Mendoza.

Escudo de la alhóndiga que localizó Agapito y Revilla.

De aquella alhóndiga, Agapito y Revilla, al desmontarla a principios del siglo XX, recogió un escudo que depositó en la Casa Consistorial. Dicho Escudo lleva la fecha de 1702.

Arca guardada en el depósito de la alhóndiga de Valladolid que data de 1742.

Y en el Archivo Municipal de San Agustín, nada más entrar, se expone el arca donde se guardaban los caudales y documentos de dicha alhóndiga. Tiene una placa que dice: «Esta arca es del pósito del 'alondiga' (sic) de esta ciudad de Valladolid. Año de 1742».

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