La casa mudéjar de los Galdo

Esta construcción se levantó sobre las casas construidas en los años 30 del 1500 por Fernando Vallejo, procurador en las Cortes de Valladolid, secretario de los nobles de la Real Chancillería y cofrade de los Escuderos, quien tomó en 1532 a censo perpetuo del Cabildo de la Colegiata de Santa María la Mayor dos solares para edificar casas. ¿El precio? Seis ducados de oro al año y 12 gallinas. Allí vivió su hija Elvira, ya viuda de Guillaume Legrien, somelier de la panetería (lugar destinado en palacio para la distribución del pan y para el cuidado de la ropa de mesa) de Carlos I. En 1594, Francisco Fresno de Galdo, de origen montañés, abogado de la Corte y Consejo del Rey, quien vivía como inquilino en una de estas viviendas junto a su mujer, Mariana de Casasola, acordó con la nieta de Elvira, Luisa Barbón Alderete, esposa de Fernando de Valdés, la compra de estas casas; en la que se incluía corral, bodega con cubas, pozo, pila, yerros de polea del pozo, arca «de echar trigo que está en la entrada del corral y paradores» y lo demás perteneciente y anejo a dichas casas, recuerda Jesús Urrea en 'Arquitectura y nobleza: casas y palacios de Valladolid'. En 1599, Francisco Fresno de Galdo creó un mayorazgo por valor de 16.000 ducados.

Patio trapezoidal

La puerta principal está colocada a un lado de la fachada bajo un arco de medio punto de piedra, con baquetones que llevan capiteles y basas góticas, dentro de un alfiz de follaje gótico, con escudos en las enjutas, «características comunes a las de principios del XVI en Valladolid», apostilla Daniel Villalobos en la 'Guía de Arquitectura de Valladolid'. Estos escudos de la portada pertenecen, según Juan Agapito y Revilla, a Bernardino Fresno de Galdo y su mujer, Bernardina Vaca; por coincidir con los que figuran en la capilla funeraria de la familia Galdo en la Iglesia de San Martín, adquirida en 1622 por fray Alonso Fresno de Galdo, obispo de Honduras, para su entierro.

El patio tiene forma irregular, de trapezoide, con altas columnas toscanas de piedra y zapatas de corte mudéjar, sobre las que apoyan las vigas y viguetas de la galería. La escalera es claustral y se sitúa a mano izquierda. La disposición del zaguán permite orientar de manera oblicua la visión hacia el patio interior porticado en sus cuatro lados. «Esta percepción sesgada del espacio interior se realiza gracias a la relación desenfilada de las puertas de paso del zaguán que dirige la visión del patio en la dirección de su diagonal. La ordenación quebrada del zaguán proviene de la tradición hispano-musulmana que, en su empleo originario, permitía ocultar el interior. En este período la ordenación se mantiene invirtiendo su uso;en vez de ocultar, facilita la visión del interior en una dirección que crea una perspectiva compleja», explica Daniel Villalobos en su estudio de esta casa palaciega del siglo XVI.