En relación directa con la plaza de Portugalete que reflejábamos en una narración precedente, en esta ocasión nos centraremos en el lateral sur de ese céntrico espacio, en su confluencia con la plaza de la Libertad. El brazo norte del río Esgueva discurrió por este ... lugar, desarrollándose el caserío en sus laterales, separado por manguardias y escolleras, desde la Plena Edad Media, una vez que la ciudad saltó el perímetro de la Cerca Vieja y se extendió hacia el este. El crecimiento urbano propició la necesidad de salvar el cauce, construyéndose diferentes puentes que permitieron el paso y la comunicación entre ambas márgenes. En un principio fueron estructuras de pequeña envergadura, levantándose en madera, pero con el paso del tiempo se sustituyó por piedra, material que aguantó mejor las crecidas habituales de este curso, especialmente en ciertas estaciones del año. Fueron continuas las inundaciones que sufrió la ciudad por las aguas incontroladas del Esgueva, teniéndose constancia documental de ellas desde 1168, y siendo las más significativas las del 4 de febrero de 1636, en la que murieron más de 150 personas, y la del 25 de febrero de 1788, que asoló una buena parte del centro de Valladolid.
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El curso provenía del este, donde tras bordear la iglesia de Santa María de la Antigua, seguía por las actuales calles de Solanilla y Magaña, llegando al puente de ese mismo nombre, situado en la intersección de la calle Echegaray, cuya fisonomía de dos ojos se observa perfectamente en el grabado realizado en 1841 por Juan de Ribelles. Desde allí transitaba por la franja oriental de Portugalete hasta alcanzar su extremo más occidental, punto donde se encuentra el punto que analizaremos con más detenimiento, en el cual se ubicaría el puente y el edificio de las Carnicerías. Desde este lugar el brazo del Esgueva seguía hacia la plaza de Cantarranas, donde se encontraba el puente de Gallegos, y desde allí seguía hacia la Platería, el Val, San Benito y la desembocadura en el río Pisuerga. Su desarrollo se observa perfectamente en el plano realizado por Bentura Seco en el año 1738.
La existencia de vados sobre el río en la actual confluencia de las plazas de la Libertad y de Portugalete se remonta al siglo XIII, cuando hay noticias de la existencia de unas aceñas que en 1247 vendió el abad Don Felipe para que se hiciera un puente. Este personaje daría nombre al primer puentecillo, que sería conocido en el siglo XIV con el nombre del Corral del Abad o de Roperos de Viejo, dada su ubicación en la Ropería, en la parte más baja de la actual Bajada de la Libertad, la cual se encontraba inmediata a la plazuela de las Carnicerías (actual de la Libertad). Su emplazamiento bien pudo coincidir con la confluencia del río con la denominada calle del Corral de la Cárcel o de la Cárcel del Señor Abad. Otras noticias más imprecisas refieren la posible existencia de otro pequeño puente aguas arriba, que se designaba como de Chapuceros, al situarse en esa vía que con el paso del tiempo se convertiría en la Bajada de la Libertad.
El entramado urbano de esta zona en la Baja Edad Media estaba formado por un abigarrado conjunto de construcciones, articulado en torno a calles estrechas y de reducidas dimensiones, como eran las de los Tintes, Chapuceros, la Ropería Vieja o la mencionada del Corral de la Cárcel, que pasaría a ser más tarde la del Caño de la Catedral o del León de la Catedral, nombres que aludían tanto a su ubicación junto al pequeño arroyo que hubo en esta zona, y que aún hoy en día mantiene en el subsuelo un destacado nivel freático, como a la escultura de un león colocada en una fuente situada frente a la Catedral y que recogía el agua del mencionado caño. La estatua daría nombre a la calle, actualmente denominada sólo como de Catedral, y desapareció a mediados del siglo XIX, no se sabe muy bien si por efecto del derrumbe de la torre de la seo o bien porque se desmontó y depositó en algún almacén municipal.
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En la primera mitad del siglo XVI se llevaría a cabo una nueva configuración de este espacio como consecuencia de la instalación del edificio de las Carnicerías. Fue levantado encima mismo del cauce del Esgueva, toda vez que para las actividades que aquí se iban a desarrollar se requería de un continuo suministro de agua. Por ello, se dispuso en su base un robusto puente de piedra, que llegaba desde la calle del León de la Catedral hasta la de Chapuceros, desmantelándose los antiguos vados que aquí hubo. El primer edificio de la Carnicerías Mayores debió construirse hacia 1540 a instancias del Regimiento de la ciudad, por cuanto éste era el garante del abastecimiento de los bienes de consumo más esenciales, entre los cuales se encontraba la carne, principalmente la proveniente de vacas, carneros y ovejas. Esta instalación era fundamental para la villa y ocuparía una manzana completa.
En la noche del 6 al 7 de agosto de 1587 se incendia completamente el edificio, sufriendo un grave deterioro de su estructura, lo que propició que el Concejo aportase fondos para la construcción de uno nuevo, el cual se levantó a partir de 1596, en este caso con un estilo renacentista, con trazas y proyecto de Diego de Praves y participación en el mismo del maestro de obras Pedro de Mazuecos. A este respecto, en marzo de 1591 el Cabildo de la Colegiata vende al Ayuntamiento unos terrenos cerca de la calle del Cañuelo, frente a la edificación incendiada, para completar la nueva edificación. Por falta de recursos municipales, ya que por entonces se estaban abordando otros proyectos más importantes para la ciudad como era el caso del viaje de aguas de Argales, la construcción se demoraría y no se finaliza hasta 1602.
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Jesús Misiego
La imagen más fidedigna que se tiene de esta construcción se recoge en el dibujo de su fachada oriental, realizado por Ventura Pérez a mediados del siglo XVIII para ilustrar una edición de la Historia de Valladolid de Juan Antolínez de Burgos. A partir de ese dibujo, Juan Carlos Urueña realizó hace unos años una detallada recreación del edificio de las Carnicerías y de la fachada del puente mirando hacia la plaza de Portugalete, colocándose en sus proximidades el lavadero que existía a la vera de la Catedral.
Las Carnicerías se mantuvieron con ese empleo hasta bien avanzado el siglo XVIII, aunque la pérdida de uso y el cambio en la comercialización de las carnes propició un progresivo deterioro, siendo destinado el inmueble a otras funciones como, por ejemplo, ser la sede, desde 1825, del cuerpo de Voluntarios Realistas, una milicia organizada por Fernando VII en junio de 1823, que servía para defender las ideas absolutistas y luchar contra los males liberales. En 1849 pasó fugazmente a emplearse como cuartel de Bomberos. Sin embargo, el edificio, junto al colindante de la Velería que se encontraba en la franja septentrional de la misma manzana, muy probablemente con fachada a la calle de los Tintes, estaba en esos momentos en un intenso estado de ruina, por lo que fue subastado por el Ayuntamiento a mediados del siglo XIX, siendo adquirido por don Julián Pastor, en cuyas manos se encuentra en el mes de mayo de 1850. En una disputa entre el nuevo propietario y el Consistorio relativa a las ventanas y a las líneas de ordenación, se menciona que se llevaría a cabo el desmonte de la fachada y del fuerte cimiento existente.
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La demolición debió realizarse en 1851, levantándose nuevas casas sobre sus solares, sin conservarse nada de las anteriores salvo el puente, que formaba la estructura que salvaba el paso del cauce del río. Los edificios erigidos aparecen datados en el Catastro en 1850, aunque es probable que fueran construidos a partir de esa fecha, estando ya levantados entre 1863 y 1864, años en los que diferentes expedientes en el Ayuntamiento refieren el vuelo de las puertas carreteras y la segunda altura dispuesta en los bloques. Incluso, se amplía la superficie del solar por el sur, gracias al espacio ganado a la calle de los Tintes, cuya actual alineación se fecha en esos momentos. Algunos de esos inmuebles, concretamente el número 2 de la plaza de Portugalete y el número 5 de la plaza de la Libertad (en cuya planta baja se ubicó el conocido y popular bar El Penicilino, establecimiento que tuvo diferentes denominaciones a lo largo de sus 150 años de existencia), fueron derribados entre 2015 y 2021, para dar paso a una nueva construcción que ha conservado las fachadas exteriores, que están protegidas.
El puente de las Carnicerías se construyó con el sistema de puente-calle, por cuanto servía de base a dos vías urbanas en los laterales, la calle Chapuceros al oeste y la calle del León de la Catedral al este, mientras que en la parte central se situaba el edificio de las Carnicerías. A pesar del paso del tiempo se conserva en el subsuelo urbano la mayor parte de sus dos galerías, encontrándose su lateral de aguas abajo en la alineación del solar de los números 15 y 17 de la calle Bajada de la Libertad (donde la fachada es visible en el sótano de ese inmueble), mientras que el de aguas arriba se situaría en la actual plaza de Portugalete, justo delante de la entrada al aparcamiento subterráneo. Este vado cuenta con un grado de protección integral en la normativa urbanística vigente, por lo que deben preservarse y conservarse sus restos, sin que sean afectados por las nuevas obras, tal y como ha acontecido con los edificios que se están construyendo en la actualidad.
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Durante la inundación de 1788 sufrió importantes daños, lo que obligó a realizar una detallada descripción de su estructura, efectuada por el ingeniero Joseph Calderón. Por entonces ya se mencionaba la perforación de sus arcos por parte de los vecinos para dar salida a las fecales de la letrinas. Igualmente, en marzo de 1849 se fecha un expediente depositado en el Archivo Histórico Municipal de Valladolid, relativo al proyecto de desmontaje de un arco del puente y su posterior extracción, redactado por el arquitecto Máximo de Perea y que contaba con una preciso plano topográfico. Aunque el proyecto fue aprobado por el Consistorio, afortunadamente nunca llegó a ejecutarse.
La envergadura de los restos conservados refleja la importancia del puente, muy probablemente uno de los vestigios arqueológicos más destacados de Valladolid. Presenta dos arcos rebajados y un estribo central, que aguas arriba tendría un tajamar y aguas abajo un pilar engrosado. Es una construcción de trazas robustas, realizada con una buena sillería caliza, que permitió aguantar las continuas embestidas del curso fluvial y en el que se horadaron los cimientos, que llegan a profundizar más de 10 metros. El puente tiene una longitud de 70 metros y una anchura comprendida entre los 18 y 20 metros. Está formado por dos grandes galerías, con bóvedas ligeramente rebajadas, separadas por un compacto estribo, que se rematan en los extremos con sendos arcos. El interior está colmatado, en su mayor parte, por fangos, lodos y escombros constructivos, no faltando algunas zonas mejor conservadas, que han sido empleadas como almacenes de algunos de los establecimientos comerciales existentes en los bajos de las viviendas levantadas por encima.
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El puente-calle de las Carnicerías estuvo visible, al menos sus dos fachadas laterales, hasta mediados del siglo XIX, cuando el Ayuntamiento abordó las tareas de encauzamiento y cubrimiento del brazo norte del río Esgueva, buscando una mayor salubridad de este curso fluvial, dada su condición de cloaca urbana y tratando de solventar los problemas higiénico-sanitarios que provocaba. Las obras se ejecutaron entre 1850 y 1863. Con el posterior relleno de las galerías y del propio cauce se ganaron terrenos que fueron destinados a construcciones de nueva planta o a la ubicación de diversos servicios urbanos, tal y como ocurrió con la plaza de Portugalete. El antiguo puente se ha resistido al avance urbanístico y se encuentra a la espera de un proyecto global de rehabilitación que permita su puesta en valor y su difusión como elemento relevante del patrimonio cultural de la ciudad.
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