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Plaza del Corrillo en los años 70. AMVA
Callejando por Valladolid

Las calles que tomaron su nombre del oficio de comerciantes y artesanos

La plaza Mayor, la de la Rinconada y la de Fuente Dorada, con sus calles adyacentes, guardan las huellas de las antiguas agrupaciones de vendedores

Jesús Anta

Valladolid

Viernes, 29 de noviembre 2024, 06:56

«Para la policía y hornato desta villa se a costumbrado en esta villa y aun para ello ay hordenança antigua que todos los tratos y ofiçios estén todos juntos de por si en las calles que esta villa tiene señaladas…» (sic). Esto que nos ... relata Agapito y Revilla, lo escribió el 25 de agosto de 1563 un tal Diego Gasca, un personaje que muy probablemente se corresponda con un destacado oidor (funcionario de Justicia) de la Chancillería de Valladolid.

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Norma que sin duda se seguiría en la villa, pues costumbre era en todas las poblaciones que los comerciantes y artesanos se agruparan por zonas y, todos al mismo tiempo, en un mismo entorno.

En Valladolid, la Plaza Mayor, de la Rinconada y la de Fuente Dorada, con sus calles adyacentes, de sobra es conocido que era donde se establecían comerciantes y artesanos, y donde los vendedores forasteros ofrecían sus productos.

Esto explica en alguna medida el nombre de las calles del entorno de la plaza del que van de plaza de la Rinconada a la de Fuente Dorada, pasando por las plazas del Corrillo y del Ochavo, y dejando a uno y otro lado las calles por las que, hayan conservado o no su nombre antiguo, se expandían los puestos de venta de los más variados e imprescindibles objetos o alimentos, convirtiendo algo así como un nudo de calles gremiales y comerciales.

El más antiguo plano que se conserva de Valladolid, el de Ventura Seco, fechado en 1738, no designa ningún nombre para el eje Rinconada-Fuente Dorada, y sí algunos para sus calles confluentes, como las calles Lonja y Platerías, que conservan su nombre y desembocan en la plaza del Ochavo.

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Acaso para recobrar aquella tradición, o porque aún se practicaba el comercio a la manera tradicional, el 10 de abril de 1863 el Ayuntamiento puso nombre –sin que haya conocimiento de que tuvieran otro anterior- partiendo de la plaza de la Rinconada, a las actuales calles Cebadería y Especería, y al tramo que va de plaza del Ochavo a Fuente Dorada lo llamó de Guarnicioneros, que el 4 de junio de 1962 cambió por el Vicente Moliner, empresario ligado, entre otros negocios a la famosa tienda «Hijos de Moliner», y alcalde de Valladolid entre 1924 y 1926.

Calle Cebadería hacia la plaza del Ochavo en la década de 1970. AMVA

Ya hablan por sí mismos estos tres nombres respecto a cuáles eran las actividades principales que se cobijaban en las casas y soportales de estas calles.

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Pasa este eje por la plazuela del Corrillo, (donde se vendían objetos de barro: cántaros, cazuelas, botijos, etc.), y por la del Ochavo, de la que ya hemos comentado que desembocan las calles de Platerías y Lonja, y precisamente en Lonja confluyen Alarcón -antes llamada Figones y luego Montera (¿dónde se confeccionaban la gorras de los cazadores?), y la calle de la Lencería.

En el eje Rinconada-Fuente Dorada que estamos recorriendo, se conocieron nombres como «portales de la Cañería» (probablemente por ser lugar de fabricación de objetos de barro para la construcción), la calle del Jabón (actual Matías Sangrador) y los «portales de los Panecillos» (que estaban al lado de Jabón).

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Mas, contada de forma resumida, con más o menos acierto, la lógica y los nombres de estas cortas calles que van de Rinconada a Fuente Dorada, caracterizadas por las columnas que protegen de las condiciones climáticas adversas, no hay que dejar de fijarse en algunos detalles que se van dejando a uno y otro lado.

Soportales de Vicentre Moliner, mirando hacia el Ochavo, en los años 60. AMVA

El callejón de San Francisco no es sino el resultado de que el Ayuntamiento permitiera al Banco de Santander construir su edificio de la plaza Mayor «comiéndose» una calle, en la que aún se pueden ver muros y puertas originales de cuando se reconstruyó todo este entorno tras el incendio de 1561. Al fondo, una reproducción más o menos fiel de la fachada del Convento de San Francisco que se podía ver –al otro lado de la plaza Mayor- antes de que se cegara la calle. El autor de esta composición cerámica es José Antonio Sousa. Y junto a la cerámica en la pared de la derecha una placa recuerda al héroe irlandés Red Hugh O´Donnell, fallecido circunstancialmente en Simancas en 1602.

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Y en el Corrillo, el mítico café Ideal Nacional inaugurado en la plaza Mayor en 1937 y desde 1982 en este nuevo emplazamiento, y el edificio de viviendas de 1926 al que se accede por la plaza Mayor, del arquitecto palentino Jacobo Romero y Fernández, en el que una especie de atlantes parecen sostener la fachada.

De la plaza del Ochavo, a la que ya le dedicamos un Callejando, nunca es mucho insistir que Cervantes la inmortalizó en su novela «Los habladores»: «En Valladolid hay una placetilla que llaman el Ochavo…»

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En cualquier caso, es uno de los mayores placeres callejeros pasear por estas calles tan características por sus soportales, aunque sus columnas originales hayan sido alteradas.

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