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La calle San Martín: una vía de antaño con historiaEs una calle desde antaño cuidada por el Concejo que a principios del siglo XVII ya figura como una de las vías empedradas de la ciudad. Comienza en Angustias y termina en Chancillería. Acaso por esto durante años se conoció como calle de la Chancillería, pero lo cierto es que en un legajo de junio de 1532 del antiguo Hospital de Esgueva, se da cuenta de una donación anual que iba a recibir el hospital de un alto funcionario de la Real Audiencia de Valladolid: dos gallinas y las rentas de unas casas en la calle San Martín.
La calle forma parte del más antiguo barrio de Valladolid que se fue creando en vida del Conde Ansúrez. La ubicación y trazado de la vía se explica porque las casas se iban construyendo a lo largo del camino de Cabezón, que entonces partía de la antigua puerta de la Peñolería o del Bao, frente a la calle, una vez cruzada la de Angustias.
Sobre el caserío medieval, seguramente pobre, a partir del siglo XVI se fueron levantando unas cuantas e importantes casonas palaciegas, tanto en San Martín como en las calles del entorno: Torrecilla, Prado, Padilla, etcétera.
De estos palacetes renacentistas, en el número 17 se conserva el arco de la casa del licenciado Sotomayor de Peralta. Pero sin duda es en la casa del Secretario dos Alonso de Arias, a la altura del número 14, en la que aún estamos a tiempo de contemplar su fachada completa.
Entre estas linajudas casas, en San Martín aún se puede ver unas singulares viviendas caracterizadas por un somero portal y las dependencias que se van superponiendo unas sobre otras hasta alcanzar varias plantas. Es el caso de los portales 3, 5 y 7. En concreto, sobre la vivienda del número 3, el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) tiene prescrito que debe conservar la tipología de su fachada.
Dos calles asoman a San Martín: la Lira, que al fondo ofrece la fachada de la Casa Revilla (sede de la Fundación Municipal de Cultura), que remonta su construcción al siglo XIV o XV, cuya fachada es del XVI; y la calle Camarín de San Martín, que conserva todo el sabor de una vieja callejuela medieval. Por cierto, desde la calle Lira es desde donde mejor se puede disfrutar de la vista de la torre de San Martín y, de hecho, desde esta perspectiva es de donde se ha fotografiado, dibujado y pintado dicha torre.
Sin duda el edificio más señero de la calle San Martín es esta torre campanario del siglo XII. Mas, en esta iglesia, está la pila donde fue bautizado Zorrilla en 1817 y también su gran amigo, Miguel de los Santos Álvarez Unzueta, tal vez el más desconocido de los literatos vallisoletanos del siglo XIX, que juntos llevaron una vida bohemia en Madrid.
La iglesia dio uno de esos grandes sustos que durante muchos años se habló, cual fue el hundimiento de parte de las bóvedas de la nave y del crucero el 15 de marzo de 1965. Por suerte no hubo víctimas. Tardó en iniciarse el proceso de restauración, que se llevó a cabo entre 2004 y 2007. En este intermedio, una de las joyas de la escultura vallisoletana, la Quinta Angustia, más conocida como la Piedad, tallada en 1625 por el maestro imaginero Gregorio Fernández, se trasladó en 2003, próximo a comenzar la reconstrucción de la techumbre, al convento de las Descalzas Reales, cuya puerta lateral da a San Martín (que es por la que se accede a la capilla del convento) pero que tiene su fachada y puerta principal en la calle Ramón y Cajal.
En 2011, la imagen, que estaba en una exposición temporal del Museo Nacional de Escultura, volvió a la iglesia de San Martín, no sin algunas discrepancias entre la Cofradía de la Piedad y la parroquia, que obligó a intervenir al arzobispo Ricardo Blázquez, para que tanto la cofradía como la imagen regresaran al templo al que ambas están vinculadas desde principios del siglo XX -esta talla comenzó a ser procesionada en 1927-, tal y como en su día informó Lorena Sancho a través de las páginas de El Norte de Castilla.
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La fachada de la iglesia, cuya traza se debe a Diego de Praves y a su hijo Francisco, finalizada en 1621, está presidida por una pequeña escultura realizada por Antonio Tomé cien años más tarde. Representa al obispo Martín de Tours cuando aún era un soldado romano. Se trata de uno de los santos más populares en todo el mundo, especialmente en el Viejo Continente, donde es venerado desde el siglo IV. En España es patrono, o tiene iglesias bajo su advocación, en numerosas localidades.
Viajó en vida por muchas localidades de Europa, por eso en 2005 el Consejo de Europa, en un afán de construir elementos comunes a los países de la Unión, lo declaró «Personaje Europeo, ejemplo de convivencia» y creó un «Itinerario cultural» que recorre diversos enclaves por los que pasó San Martín de Tours.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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