La calle San Juan de Dios: un nombre heredado a mediados del siglo XX

El nombre de la calle San Juan de Dios viene de mediados del siglo XX, cuando los hermanos de San Juan de Dios solicitaron al Ayuntamiento que pusiera ese nombre a una calle (1950). Sin embargo, no era un nombre desconocido para la ciudad, pues una calle llamada así hubo hasta principios del mismo siglo detrás de la Academia de Caballería.

Comienza la vía en la de Leopoldo Cano y termina en la de San Blas, prácticamente en la plaza del Rosario, de ahí que antes se conociera como calle del Rosario. Y nos remontamos nada menos que a mediados del siglo XVII.

Es una calle peatonal que discurre apartada del ajetreo urbano y, aunque corta, merece la pena ser recorrida con sosiego y atención a los detalles que la pespuntean en forma de edificios cargados de arte e historia.

El primer inmueble de la calle (número 1), ahora completamente nuevo, tuvo en sus bajos uno de los locales alternativos más emblemáticos de los años 80-90, como fue el Kaos, frecuentado por la «izquierda radical», como lo motejaba la prensa, aunque lo cierto es que programaba música y actividades que en ningún otro establecimiento hostelero se hacían. Un incendio intencionado acabó con el bar en enero de 1996. Y en el siguiente local está el horno de la famosa confitería el Bombón, fundada en 1928 y que tiene la tienda en la plaza de Fuente Dorada.

El palacio del Marqués de Villasante, sede del Arzobispado desde 1858, se remonta al siglo XVI y es uno de los más interesantes edificios palaciegos del Renacimiento y conserva muy bien su ilustre fachada y su patio, en el que sobresale la riqueza decorativa de los capiteles. El patio es visitable por las mañanas. Los Villasante vendieron el palacio al empresario Félix de Aldea, que a su vez se lo vendió a la reina Isabel II, para acabar ocupado por el Arzobispado.

El primer tramo de la vía discurre por la parte trasera del Teatro Calderón de la Barca hasta que llega a Alonso Berruguete, una calle que se trazó cuando se derribó el palacio de los Almirantes y sobre cuyo solar se construyó el Calderón (inaugurado en 1864). Antes esta calle no existía y el palacio comunicaba directamente con la iglesia del Rosarillo, a la que los señores accedían a la tribuna desde donde seguir los oficios religiosos sin necesidad de pisar la calle.

La iglesia o más bien, santuario del Rosarillo, se remonta al siglo XVII, aunque su historia viene desde el XV. Entre otras particularidades, fue la sede de las Cofradías del Rosario y de la de los santos Cosme y Damián. La primera daba servicio a viudas necesitadas y la segunda a mendigos. Finalmente, ambas cofradías se fundieron, así como la atención hospitalaria, que quedó con el nombre de San Cosme y San Damián para atender a enfermos convalecientes que habían sido dados de alta en otros hospitales.

La fachada del hospital, de traza gótica, daba a la plaza del Rosario, y en el proceso de destrucción de los años 60 de todos los edificios que enriquecieron la plaza, se desmontó y se reinstaló en la calle San Juan de Dios, frente a la calle Alonso Berruguete. Actualmente es la puerta de acceso a la Residencia Sacerdotal dependiente del Arzobispado.

El santuario del Rosarillo tiene su fachada clasicista adornada con las armas de Felipe III, monarca que adquirió su patronato a principios del siglo XVII. Y está enfrente de la trasera del Colegio de Santa Teresa de Jesús. El colegio teresiano construyó esta parte de su centro en 1959, para la impartición de la Segunda Enseñanza, sobre el solar de la Casa de la familia Cornejo-Paredes Espriella, del siglo XVI. De la casa se ha conservado el pórtico, alterados, eso sí, los dos escudos que la adornaban.

En la esquina final de la calle de los números pares hay dependencias del Ministerio de Justicia, correspondientes a los juzgados de lo social, una de las sedes del Ministerio dispersas por Valladolid.

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